Matar tiene un coste mental y emocional. También matar a enfermos con la eutanasia, por muy legal que sea, por mucho que lo alabe el Estado o el Partido o el paciente.
El 14 de junio, en la revista AnimalsHealth.es, la tesorera del Colegio de Veterinarios de Barcelona, Marta Legido, daba un dato: "la profesión veterinaria presenta un riesgo de suicidio 2 veces superior al resto de profesiones sanitarias", detallaba.
La veterinaria señalaba como posibles influencias para esta doble tasa de suicidio "la actitud hacia la muerte y la eutanasia, por el compromiso rutinario de nuestra profesión con la eutanasia de animales de compañía y el sacrificio de animales de granja y el efecto "contagio" debido a la exposición directa o indirecta al suicidio de otros colegas en esta pequeña profesión".
El veterinario, como el médico, se formó para cuidar. Tarde o temprano, el paciente se muere. Pero es distinto cuando el médico mata al paciente. El veterinario, formado para cuidar animales, se encuentra que buena parte de su trabajo consiste en matarlos. Y ahora los médicos españoles, a partir del 25 de junio, van a encontrarse lo mismo. Y matar tiene un coste emocional.
Los veterinarios se suicidan el doble que otros sanitarios en España (y el triple que la población general en EEUU); matan a sus pacientes animales con frecuencia... ¿qué pasará cuando los médicos eliminen a sus enfermos humanos?
Estrés, ansiedad y matar entre dudas éticas
En Barcelona, la Fundación Galatea, creada por el Colegio de Médicos, hace 10 años que trabaja con veterinarios en el "Programa Asís". Los veterinarios -que hacen eutanasias- han aprendido que tienen el doble de riesgo de suicidio que los médicos -que hasta ahora no las hacían- y que "las situaciones que generan más ansiedad y estrés entre nosotros son aquellas con un fuerte componente ético. Estas se repiten casi siempre cuando los compañeros nos cuentan sus principales preocupaciones y están también recogidas en estudios muy recientes realizados con profesionales del ámbito de la veterinaria de todo el mundo".
La psicología del médico eutanasiador de humanos
¿Cómo cambiará la psique, la mente, la psicología, la emotividad de los médicos que se conviertan en la primera hornada de eutanasiadores de España?
Ya de entrada, tiene que ser peculiar, por no decir algo inquietante, la psicología de los primeros eutanasiadores.
Son personas que hasta ayer aceptaban -o simulaban aceptar- la ética hipocrática que desde hace 25 siglos prohíbe al médico matar a sus pacientes. Aceptaban -o simulaban aceptar lo que dice la Asociación Médica Mundial, reiterado a los médicos del mundo en 2019, que “se opone firmemente a la eutanasia y el suicidio medicamente asistido”. Aceptaban -o simulaban aceptar- el aún vigente Código de Deontología Médica español de 2011: “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni por petición expresa de este”.
Y ellos, de la noche a la mañana, se muestran dispuestos a traicionar esos valores deontológicos de España, de Hipócrates, de los médicos del mundo, y están dispuestos a matar pacientes. Ya solo eso muestra una psique peculiar, un desprecio al arte médico hipocrático.
Si los eutanasiadores son pocos, cada uno hará muchas; ¿cómo les afectará?
En una conferencia el 20 de junio en el Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo, el presidente del Colegio de Médicos, Manuel Martínez-Sellés, afirmaba: "Los médicos, de forma muy mayoritaria, estamos contra la eutanasia. Creo que serán muy pocos los que hagan eutanasias. A cada uno de ellos les tocará hacer muchas. En una región como Madrid pueden concentrar muchos casos. Como se pueden hacer a domicilio, quizá mueva mucho dinero, y de hecho ya hay empresas moviendo ese mercado", avisaba.
En ese caso, se parecería al aborto: un negocio para especialistas, una casta mal vista por los otros sanitarios, un negocio tan peculiar como macabro. Pero aún está por ver.
Martínez Sellés advertía también que "si no hay voluntarios para hacer eutanasias en los hospitales, quizá se centrará en muy pocos centros". De nuevo, como con el aborto.
Martínez Sellés señaló un posible precedente. "En EEUU hay Estados donde ningún médico quiere aplicar la pena de muerte, poner la inyección letal. En esos Estados han tenido que crear un nuevo oficio: la profesión de verdugo. Y es lógico, porque matar no es un acto médico, es otro oficio".
Sellés hace además una pregunta técnica incómoda, una de tantas preguntas incómodas sobre la eutanasia en España: "¿Y qué fármacos van a usar? Los fármacos
se aprueban para una indicación concreta, y no hay ningún fármaco aprobado para hacer eutanasias".
La ley pide eutanasiar con productos químicos: apretar con la almohada la cara del enfermo, o cualquier otra técnica mecánica, aunque tenga el mismo resultado, no se admite como método.
¿Qué hay en la oscuridad de la psique del sanitario dispuesto a eliminar enfermos? ¿Y qué habrá cuando haya matado ya a unos cuantos? (foto de Engin Akyurt en Unsplash)
Espacios libres de eutanasia y formación con vídeos
Es posible -ya hay entidades católicas trabajando en el tema- que muchas residencias de ancianos o dispensarios y hospitales, para dar tranquilidad a los pacientes normales (los que no quieren que les maten) se declaren "espacios libres de eutanasia".
Natividad Laín Terés, recientemente reelegida como presidenta del Colegio de Médicos de Toledo, decía a principios de junio: "Yo no he encontrado a nadie todavía que diga claramente que va a practicar eutanasia en un centro público. Y en los privados me parece más complicado realizar el necesario control de calidad".
Por otra parte, el entrenamiento de los eutanasiadores para aprender a matar es otro motivo de dudas. Fuentes del departamento de Salud del País Vasco confirmaron expresamente a ReL que el entrenamiento de los eutanasiadores se haría "con vídeos". Como un curso online.
Volvamos a la peculiar psicología de esta nueva casta de sanitarios, los eutanasiadores. Tenemos ya algunos indicios por el precedente del Benelux. Pero apenas hay estudios sobre su situación y condición mental.
Hay un estudio muy citado de 2006: Emotional and Psychological Effects of Physician-Assisted Suicide and Euthanasia on Participating Physicians, de Kenneth R. Stevens, Jr. Puede verse un resumen aquí en inglés de este estudio.
Los eutanasiadores que admiten que les daña
Este estudio consultó datos de Europa y de Oregón (EEUU) que permiten la eutanasia o suicidio asistido. En una de sus investigaciones, los investigadores hablaron con 38 oncólogos que habían participado en estas prácticas: casi 1 de cada 4 se arrepentía de haberlo hecho, y otro 16% declaraba que la carga emocional de hacerlo perjudicó a su práctica médica.
Un abstract de este estudio resume sus hallazgos: "El médico está implicado de forma central en la eutanasia y suicidio asistido, y los efectos emocionales y psicológicos en los sanitarios participantes pueden ser significativos. El abandono de los valores fundamentales de la medicina de curar y promover la completitud humana puede tener efectos significativos en muchos participantes médicos. Los doctores describen que les afecta de forma adversa profundamente, les impacta lo repentino de la muerte, quedar atrapados en la exigencia de suicidio asistido del paciente, tener la sensación de impotencia y sentirse aislado. Hay evidencia de que algunos pacientes presionan e intimidan a los doctores para que les asistan en el suicidio. El efecto de contratransferencia en la relación médico-paciente puede influir. Conclusión: muchos médicos que participan quedan afectados de forma negativa, emocional y psicológicamente, por esta experiencia".
Los holandeses que declararon ante los Lores británicos
Parte de los datos vienen del interrogatorio a médicos y eutanasiadores holandeses que realizaron la Baronesa Finlay y la Cámara británica de los Lores en 2005 estudiando una posible ley de eutanasia para enfermos terminales (que no se aprobó). Sus frases son reveladoras y cándidas.
El doctor Mensingh van Charente: "No es un tratamiento médico, nunca te acostumbras a ella".
El doctor Zylicz explicó que un paciente tenía problemas de vómitos y su médico le ofrecía la eutanasia, pero el paciente se negaba y ahora no sabían qué hacer con él, la eutanasia era su única destreza. "Esa es mi mayor preocupación de establecer la eutanasia como norma: que inhiba el desarrollo de aprender de los pacientes, porque lo solucionemos todo con eutanasia", concluyó Zylicz.
El doctor De Graas, interrogada por la baronesa Finlau, declara que, después de haber realizado muchas eutanasias, "para el médico individual nunca se hace menos estresante. Es absolutamente imposible. Lo que aprendemos como grupo es que antes de hundirnos emocionalmente, hay muchas posibilidades de mantenerte en buen estado emocional".
Es decir, hacer eutanasias es algo daniño y antinatural para la psique del médico, pero apoyado por otros eutanasiadores, en un entorno de eutanasiadores que se animan mutuamente, y con ayuda psicológica, pueden seguir adelante.
Uno se ve tentado de pensar en una secta que se empujan unos a otros para seguir realizando un comportamiento antinatural.
¿Atraerá la eutanasia a fríos doctores narcisistas?
Si el eutanasiador "veterano" necesita estos apoyos, ¿qué debemos pensar de quien se ofrezca a hacer eutanasias y diga que no le causa dificultad mental o emocional? ¿Puede ser una actividad que atraiga a personas de espectro narcisista, sin empatía, atraídas por la sensación de poder sobre la vida y la muerte?
¿Tienen los protocolos de eutanasia alguna capacidad para detectar que los eutanasiadores no tienen este inquietante perfil, incompatible con la empatía que exige la medicina?
En el libro Eutanasia, lo que el decorado esconde, encontramos reflexiones de varios expertos en paliativos, incluyendo el enfermero especializado François Trufin, de Bélgica. Conoce médicos que hacen eutanasias porque el sistema les indica que es lo que deben hacer, pero en su interior más profundo entienden que no está bien.
Sanitarios afectados por hacer eutanasias
"Un médico experimentado me dijo que ya había practicado demasiadas eutanasias. Con los ojos bañados en lágrimas, me confía que ciertas noches se despierta entre sudores teniendo delante de sí el rostro de personas que eutanasió", recoge Trufin.
"Otro médico, en una reunión del consejo de ética del hospital, deja escapar como un grito del corazón esta frase estremecedora: 'esta vez acepto volver a practicar la eutanasia por este paciente; pero después se habrá acabado por este año. He practicado otras dos ¡y ya está bien!'"
Si hacer tres eutanasias al año daña así a un eutanasiador veterano... ¿qué perfil psicológico han de tener los primeros eutanasiadores de España, los que tengan que acumular muchos casos? Si de verdad son tan insensibles como para centralizarlos y especializarse en eso en años venideros, ¿qué psicología los motiva y estructura?
Trufin comenta que una psicóloga más bien favorable a la eutanasia le dijo: "hay que darse cuenta de que la eutanasia exige del médico que practique sobre sí mismo una deshumanización temporal". A lo que Trufin comenta que los humanos no tenemos un interruptor para activar la 'función deshumanización temporal'. "Decir que es posible deshumanizarse no es normal".
Bélgica: menos eutanasiadores dispuestos a practicar
Mientras tanto, en Bélgica, después de 19 años de eutanasia y sólo dos casos que han llegado a los tribunales, el número de técnicos ya formados dispuestos a realizar eutanasias parece ir a la baja, y poco a poco se van concentrando en centros especializados.
Así, se ha realizado una encuesta entre 180 médicos que han participado en el curso LEIF (Levens Einde Informatie Forum), un curso que capacita para tareas de "final de la vida y eutanasia". Hace un par de años, 7 de cada 10 cursantes de LEIF estaban dispuestos a hacer eutanasias en persona (distinto a remitir un paciente para que lo eutanasie otro técnico). Ahora, sólo 5,5 están dispuestos. La ley pide además que se dé la opinión de otro médico: ya sólo 2 de cada 3 de ellos están dispuestos; hace un par de años eran 3 de cada 4.
Muchos lo atribuyen al escandaloso caso de la eutanasia de Tine Nys y su presencia en los tribunales y los medios de comunicación: la misma encuesta dice que 1 de cada 5 médicos formados para eutanasiar ha cambiado su opinión a raíz de ese juicio.
Pero también es verdad que cada vez más personas heridas por la eutanasia -como los sanitarios de los que habla Trufin- se atreven a hablar, a hacer preguntas incómodas y a decir "yo ya no".
Porque es una actividad antinatural que daña a la persona humana y a la misma civilización: el horror de ser médico y matar enfermos.
Comentarios de 7 minutos de Eric Vermeer sobre lo que ha visto acerca de la eutanasia en Bélgica; se pueden activar subtítulos buenos en español
La alternativa ética y correcta ante el dolor y la vulnerabilidad al final de la vida no es la eutanasia, sino los cuidados paliativos, el documental "Morir en paz" los explica bien