En 1989, dos homosexuales especializados en psicología y persuasión, Marshall Kirk y Hunter Madsen, publicaron su famoso libro After the Ball, explicando los pasos a seguir para normalizar la homosexualidad en la sociedad. "Esta es una campaña de propaganda descarada firmemente basada en principios de psicología y publicidad", declaraban en el libro.
Detectaron 6 ideas básicas que casi toda la gente tenía sobre los homosexuales, y establecieron cómo cambiarlas. Esas mismas ideas y sus respuestas se aplican ahora al siguiente gran cambio familiar en Occidente: la poligamia y el poliamorismo (tener más de una pareja "consensual" y "comprometida").
Estas son las cosas que After the Ball detectó que pensaba la gente (de homosexuales, o ahora de polígamos) y lo que debían pasar a pensar:
1) Desmantelar: "No vale la pena ni pensar en este tema".
Respuesta de After the Ball: ha de ser visto como un tema esencial, muy importante, debe estar visible en todas partes, considerarse un tema clave de nuestra época y debate social. Hay que hablar de ello sin cesar hasta insensibilizar a la gente. Repetir sin parar lo normaliza.
2) Desmantelar: "Son poco numerosos, afecta a poca gente"
Respuesta: han de parecer muchos; el sexólogo Kinsey en 1948 se inventó la idea de que casi todos los hombres eran bisexuales o parcialmente homosexuales; luego los lobbies LGTB insistieron en que al menos un 10% de la población, o más, es gay. Consiguieron que la gente vea gays por doquier. ¡Una encuesta de Gallup en 2011 descubrió que la mitad de los americanos creen que el 20 por ciento de la población son gays o lesbianas, y un tercio de la población cree que lo son uno de cada tres compatriotas! Sin embargo, la realidad es que estudios durante 40 años en muchos países encuentran que se declaran homosexuales entre un 3 y un 6% de varones, y entre 1 y 2% de mujeres. Respecto a los polígamos/poliamorosos, la prensa en 2019 habla de entre el 5 y el 20% de adultos que lo son... de nuevo se trata de cifras hinchadas.
3) Desmantelar: "Son fáciles de detectar"
Respuesta: no son fáciles de detectar, si miras a tu alrededor, podrían ser cualquiera de los que ves, tus amigos, parientes, colegas, muchos de ellos... (así se cumple el "han de parecer muchos"). El colectivo minoritario debe presentarse como idéntico al mayoritario: la misma ropa, las mismas aficiones, el mismo acento. Repetir: "somos indistinguibles, somos como tú, no hay diferencia".
4) Desmantelar: "Lo son movidos por el pecado (lujuria, vanidad), la locura (trastornos emotivos, adicción al sexo) o por haber sido seducidos"
Respuesta: no, tú y yo podríamos haberlo sido también; es algo normal y natural que le puede pasar a cualquiera.
(En fases posteriores se pasa a: "Y si no aceptas que es normal y natural y lo niegas en voz alta, te multaremos y castigaremos").
5) Desmantelar: "Es una gente poco productiva y poco confiable"
Respuesta: muchísimos en nuestro colectivo son geniales, famosos, triunfadores, exitosos... de hecho, cuando veas alguien genial y exitoso, es muy probable que sea de nuestro colectivo, especialmente creativo y sensible.
6) Desmantelar: "Este estilo de vida produce tristeza, depresión, riesgo de suicidio"
Respuesta: la culpa de nuestra tristeza, depresión y riesgo de suicidio la tenéis vosotros, los que no cedéis a todas nuestras pretensiones. Los que nos criticáis de cualquier manera sois culpables de nuestras muertes y desgracias. Nosotros, cuando no somos triunfadores, ¡es porque hemos sido víctimas de vosotros!
(En fases posteriores: "Por eso, quien nos critique ha de ser silenciado, multado o castigado duramente; es necesario para salvar vidas).
After the Ball, aplicado ya a la poligamia y poliamor
Estas 6 fases las podemos reconocer ahora en un nuevo "boom" de presencia de grupos y discursos poliamorosos y polígamos en la prensa generalista.
Hay una web, PolyInTheMedia, activista de ideología poliamorosa, que hace un seguimiento de la prensa respecto al tema. Y constatan el crecimiento brutal.
El último ejemplo se da a raíz de un "estudio" de validez más que dudosa que ellos mismos consideran "pequeño estudio de entrevistas de 24 participantes auto-seleccionados en una población marginal", publicado en el Canadian Medical Association Journal por tres investigadoras de la McMaster University (especializadas en temas de parto y perinatalidad) constatan los poliamoristas: "¡la gente en estos días está realmente interesada en nosotros!"
El "estudio" consistió en entrevistar en Canadá a 11 mujeres poliamoristas que dieron a luz y a 13 de sus parejas sexuales, y recoger:
- que dicen que tener varias parejas les va muy bien para compartir las cargas del hogar y cuidar niños
- que dicen que sufrieron "estigma" social en algunas cosas, como rellenar los papeles de hospitales y del niño, tener que considerar "tío" o "pariente" a alguno de los "padres", etc...
Propuesta: reconocer legalmente la poligamia y las uniones poliamorosas porque son muchos, quizá un 20% de la población (lo cita el mismo estudio que sólo logra entrevistar 11 mujeres militantes), muy geniales (punto 5), sufrirán mucho si no se legaliza (punto 6), es algo muy normal (punto 4 y 3). Y los vamos a ver mucho en prensa (para el punto 1).
Para hinchar las cifras de supuestos poliamoristas se usan básicamente 3 citas:
- una encuesta de 8.700 adultos solteros de EEUU en 2017 en la que más del 20% declaraban haberse implicado alguna vez en su vida en "no-monogamia consensual" (si tus parejas te dicen "haz lo que quieras, me da igual" parece que se considera "consensual")
- una encuesta de 2014 entre norteamericanos en la que un 5% declaran ser en estos momentos poliamoristas
- un estudio sobre 2.000 canadienses publicado en abril de 2019 en el Journal of Sex Research en que el 4% declaran estar "en relación abierta" (abierta al sexo con terceros, se entiende) y un 20% declaran que alguna vez lo estuvieron
Erika Arseneau, Samantha Landry y Elizabeth K. Darling, las coautoras del "estudio" de las 11 embarazadas que ahora crían sus hijos en polifamilia declaran que las once sufrieron "marginación enraizada en la mononormatividad", que es asumir que vivan con una (y sólo una) pareja. "Hay mucha gente practicando el poliamory y muchos de ellos tienen niños, contrariamente a la creencia popular, y su experiencia es muy similar a la de familias monógamas en muchos sentidos", pontifica Arsenau, sin especificar de dónde obtiene ese "muchos", y como puede valorar un estilo de vida que está empezando ahora.
Este estudio con 11 mujeres ha salido en la televisión pública y en muchos más medios de comunicación con grandes titulares denunciando el estigma "mononormativo". Por ejemplo:
- Las familias poliamorosas afrontan estigmatización durante el embarazo y el parto (titular de la nota de prensa de las autoras en el Canadian Medical Association Journal )
- "Más parejas románticas significa más apoyo, dicen parejas poliamorosas": artículo escrito por las mismas autoras del estudio en "The Conversation", revista que declara ofrecer "artículos basados en hechos directamente de los expertos académicos para ti")
- Familias poliamorosas afrontan estigmatización en cuidados de embarazo, dicen investigadores (CBC, la televisión pública canadiense)
- Estudio: Familias poliamorosa afrontan discriminación de los servicios sanitarios durante el embarazo (en CTV News)
- La estigmatización contra los poliamorosos podría poner en riesgo la salud de las familias (en Popular Science)
Normalizar a base de abrumar e insistir
Un artículo del Daily Signal del 29 de octubre señalaba la sospechosa abundancia reciente de historias sobre poliamorismo en la gran prensa generalista, y siempre en clave positiva: qué bien se llevan, qué conscientes y equilibrados son, cómo lo ponderan todo en grupo, y qué malos son los que critican o rechazan su opción. Así se ve en un artículo del 2 de octubre en The New York Times, y en otro en agosto en The new York Times (“Polyamory Works for Them”, tema principal del número), y con el actor Nico Tortorella presumiendo de "matrimonio abierto" y de "redefinir lo que significa ser esposo y esposa" en ABC News. Por supuesto, hay casos anteriores, como la "trieja gay" de Colombia en verano de 2017.
Todavía no hay una familia poliamorosa magnífica e ideal en cada teleserie (sea de superhéroes, de policías o sitcoms) pero es la siguiente fase. Por supuesto, primero llegarán como "parejas abiertas". Y las series de ciencia ficción y fantasía podrán ser las primeras en incorporarlas (como entre los zombies de The Walking Dead: una sociedad postapocalítica necesitará parejas para más fertilidad).
Pero incluso en España, en La Vanguardia, que antiguamente era un diario conservador y burgués, la consultora sexual exponía este noviembre las maravillas del poliamor.
Dice la sexóloga que hacen falta "herramientas" y "mucha inteligencia emocional" (cosa que nuestra sociedad muy madura y equilibrada genera en grandes cantidades, se supone).
Le pone más exigencias: "Nunca se puede iniciar este tipo de relación por imposición, por una moda o por no frustrar los sentimientos de nuestra pareja. Debe ser una elección libre". Y añade más: "Se trata de la no-monogamia, consensuada, ética y responsable, donde el amor es abierto y libre de celos y envidias". Podría añadir que es para seres angelicales incapaces de sentir las pasiones y flaquezas de los seres humanos reales.
La sexóloga de La Vanguardia insiste en hablar de ética porque acude al libro La ética promiscua de Dossie Easton y Janet Hardy ("libro considerado como la biblia del poliamor"), aunque los críticos podrían comentar que también las mafias y asociaciones criminales tienen sus códigos éticos. Las 6 claves de la "ética promiscua", sobre el papel, parecen unos ejercicios espirituales en camino hacia la santidad:
1.- Confianza, honestidad y respeto
2.- Fidelidad ("no en lo sexual, sino a los acuerdos; se llama polifidelidad")
3.- Comunicación y negociación (porque "no existe un único modelo de poliamor")
4.- Gestión personal de los celos (requiere "mucha autoconfianza, autoestima y gestión emocional")
5.- Tratar a cada pareja como única ("supone una dedicación, un tiempo, un esfuerzo y un equilibrio")
6.- Practicar sexo 'seguro' (por las enfermedades sexuales y el riesgo de embarazo)
Al debilitar el matrimonio real, otras cosas ocupan su sitio
El comentarista Josh Hammer, del conservador DailyWire, titula: "¿Recordáis los que nos decían que el matrimonio gay no llevaría al poliamor? Se equivocaban". "Llevar al poliamor" no significa necesariamente "al poliamor legalizado": con miedo al matrimonio y al divorcio, con relaciones fluidas y vaporosas, muchas personas pueden haberse embarcado en variantes de poliamor ("es que si le digo que no, me dejará, así que lo acepto") al no tener ni esperanza ni imagen de lo que significa el matrimonio pleno e indisoluble.
En 1996 el columnista Andrew Sullivan, activista a favor del matrimonio homosexual, decía (aquí en inglés) que hablar de poligamia era un truco de los conservadores para entorpecer el advenimiento del matrimonio gay. Decía que eran dos realidades sin relación entre ellas. Afirmaba que "incluso la Iglesia Católica habla de personas homosexuales, pero no de personas polígamas", es decir, que la poligamia es "una actividad" mientras que la "homosexualidad y heterosexualidad" son "estados", que el matrimonio gay es necesario porque el estado homosexual es algo "profundo", mientras que el deseo poligámico es sólo "un impulso". Es decir, que "el matrimonio gay" era muy distinto.
Pero, si el público demanda poligamia y poliamor, si lo practica ya... ¿por qué no legislarlo si el deseo (profundo o impulsivo) es el gran criterio? Y si se legisla, ¿no es tan bueno como cualquier otra opción? Y quien lo critique ¿no debería ser multado? Los 6 pasos clásicos de After the Ball se repiten.
La poligamia ya se probó... y tiene problemas
La prensa muestra el poliamorismo como una maravilla modernísima y equilibrada, pero en la vida real no es así ni puede serlo, y la Biblia y la Historia lo recogen. Al otro lado de la valla de Melilla y Ceuta, España hace frontera con un espacio de 45 países que reconocen legalmente la poligamia (de Marruecos a Zambia, Zaire y Tanzania, de Nigeria a Indonesia o Egipto, países enormes y poblados).
En el libro The Western Case for Monogamy over Poligamy, John Witte Jr, repasa el debate sobre la poligamia en Occidente, porque esta es una tentación que ha estado ahí siempre. En el pasado, Grecia e Israel llegaron a la conclusión de que la poligamia era dañina para la sociedad.
El lector de la Biblia enseguida ve que con la poligamia llegan peleas intestinas terribles, odios, intrigas y dioses extranjeros. El Antiguo Testamento no muestra la poligamia como ejemplo a seguir, el texto no alaba nunca el tener muchas esposas (sí alaba, en cambio, el tener muchos hijos o muchos amigos, por ejemplo).
En Grecia, cuando los reyes helenistas intentaron imitar a Oriente con costumbres polígamas, los resultados fueron desastrosos. Witte escribe: “La argumentación no religiosa de Occidente contra la poligamia no es nueva: los antiguos griegos y romanos, mucho antes del nacimiento del cristianismo, habían prohibido la poligamia por razones de naturaleza, amistad, eficacia doméstica, beneficio político y otras. Los argumentos no religiosos siempre permanecieron en los cimientos del razonamiento occidental contra la poligamia”.
Jesucristo dejó claro que el modelo querido por Dios no era Abraham y sus diversas esposas, sino Adán y Eva, su complementariedad y unidad indisoluble. El cristianismo no permitía a los señores acostarse con esclavas, concubinas ni prostitutas, ni siquiera en la Antigüedad. En el siglo XIII aún había reyes polígamos, como Ladislao IV de Hungría, que además de su esposa francesa presumía de otras tres “a la manera cumana”, pero se entendía que eran claramente rebeldes y se les criticaba como bárbaros.
Santo Tomás de Aquino, el mayor intelecto medieval, señalaba que la poligamia es incompatible con la amistad entre iguales y la asociación amistosa que es el matrimonio, que enseguida se convertía en una especie de esclavitud del hombre sobre sus mujeres. El Papa Inocencio III (1198-1216) señaló que si Cristo no permitía a un hombre despedir a su mujer para juntarse con otra, mucho menos iba a permitir que se juntara con una mujer sin despedirla.
En el siglo XVI, el creador del protestantismo, Lutero permitió a su protector, el poderoso señor Felipe de Kassel, tener dos esposas, diciendo que le parecía que la Biblia no lo prohibía, pero que era mejor que no lo hiciese muy público. Por primera vez, un concilio se pronunció sobre el tema de forma contundente: Trento estableció que “si alguien dice que es legítimo para un cristiano tener varias esposas al mismo tiempo y que ninguna ley divina lo prohíbe, sea anatema”. Quizá ahora se necesita un concilio del s.XXI para aplicarlo en femenino: ¡ni una mujer puede tener varios maridos, ni ninguna combinación numérica entre ellos!
Mientras tanto, hay protestantes liberales modernos que defienden la poligamia y el poliamorismo diciendo que Moisés fue polígamo (y olvidando que Jesús refutó la moral matrimonial de Moisés, basada en “la dureza de corazón” de los hombres).
David Hume, filósofo ilustrado, antirreligioso,
hombre abierto a repensarse las cosas... contra la poligamia
En el siglo XVIII, David Hume, filósofo famoso y muy antirreligioso, también criticó la poligamia: fomentaba celos y peleas entre las esposas y dejaba a los niños sin la atención del padre. Además, cada esposa sabía que era reemplazable y que cada nueva esposa sería una rival que la debilitaba. Una esposa pasaba a ser otro producto acumulado, no una amada única, amiga irremplazable. ¿Basta repetirse en voz alta las 6 normas de “La ética promiscua” para impedir este riesgo?
El libro de Witte remite a un estudio intercultural de Rose McDermott sobre la poligamia en 170 países. El estudio da por probado que la poligamia, a nivel social:
- aumenta los abusos sexuales contra las mujeres
- aumenta la mortalidad maternal
- baja la esperanza de vida femenina
- baja la educación de las niñas…¡y los niños!
- baja los niveles de igualdad femenina
- aumenta la discriminación contra mujeres
- aumenta la tasa de mutilación genital femenina
- aumenta el tráfico de mujeres
- disminuye las libertades civiles y políticas de los ciudadanos
Por supuesto, los defensores del poliamorismo dirán que "no es lo mismo", que ellos proponen una cosa muy madura y equilibrada en sociedades ricas... que deben amoldarse y remodelarse para aceptar todos sus deseos y apetencias. Los reportajes de familias poliamoristas "divinas y magníficas" intentarán convencernos de lo genial que es este experimento que, por supuesto, tendrá a los niños como primeras víctimas.