El pasado 10 de mayo se celebró en Ottawa la Marcha Nacional por la Vida, donde más de 20.000 personas, según la Policía, defendieron la vida en un país en el que hacerlo puede provocar incluso ir a la cárcel.
Por ejemplo, Mary Wagner es un símbolo de la lucha provida y ha estado varias veces en la cárcel por entrar en los abortorios. Se están aprobando en los distintos estados de Canadá leyes que prohíben a los manifestantes provida acercarse a los centros abortistas y además, la eutanasia es ya una realidad en el país.
Sin embargo, las autoridades canadienses no impidieron que un grupo de proabortistas bloqueara el recorrido de la marcha provida, alegando que ellos también tenían derecho a manifestarse. Aún así, los miles de manifestantes a favor de la vida, entre los que había numerosos jóvenes, no entraron en provocaciones.
La presencia de la Iglesia en la marcha
En la marcha tuvieron un papel importante los obispos de Canadá. Dos cardenales, Thomas Collins (Toronto) y Lacroix (Quebec), y otros diez prelados participaron en la marcha provida. Y algunos, como el cardenal Collins y Lacroix, hablaron además desde el estrado.
La marcha concluyó, tras desviarse debido a los proabortistas, frente al Parlamento de Canadá. Allí, el cardenal de Toronto dijo que aquel era “el lugar del poder político” y que las personas de fe tenían derecho a ser escuchadas.
“Tenemos derecho a un lugar en la mesa democrática”, dijo Collins, que llamó a “profesar nuestro apoyo a la vida”, porque este derecho está “bajo un gran ataque en este momento”.
De izquierda a derecha, el arzobispo de Ottawa Terrance Prendergast; el cardenal de Toronto, Thomas Collins; y el cardenal Gerald Cyprien Lacroix de Quebec
"Parte de una lucha mayor"
El arzobispo de Toronto dijo también a los presentes que este ataque a la vida que se está produciendo “es parte de una lucha mucho mayor” que debe ser puesta “en el contexto de la gran lucha del bien y el mal”.
Recordó además que la acción política por sí sola no puede hacer los profundos cambios necesarios en el corazón humano, pues sólo la oración puede hacer eso.
Collins indicó que un “signo de esperanza” es que los defensores del aborto y la eutanasia “parecen estar avergonzados” de estos actos y que por ello utilizan eufemismos para llamar al aborto “interrupción del embarazo” y a la eutanasia, “ayuda médica para morir”.
Por su parte, el arzobispo de Quebec, el cardenal Lacroix, dijo a los presentes: “Soy provida. ¿Por qué? No conozco otra forma de vivir”. Por ello, indicó que toda vida humana es preciosa y ahora que la gente habla de ser incluyente, la inclusión es la voluntad real de recibir y acompañar a los que sufren, a los débiles y a los frágiles.
"Gente común haciendo cosas extraordinarias"
Por su parte, James Hughes, presidente nacional de Campaign Life Coalition, dijo que “la Madre Teresa en el Colina del Parlamento a finales de los 80 ... se volvió hacia mí y me dijo ‘lo interesante del movimiento provida es que es gente común haciendo cosas extraordinarias para Dios’”, contó Hughes.
“A pesar de las muchas derrotas que hemos sufrido en los últimos 40 años, somos soldados trabajando para Dios, y una nueva cultura de la vida vendrá en Canadá en su propio tiempo”, dijo Hughes.