El 17 de octubre hay elecciones al Parlamento en Nueva Zelanda, y al mismo tiempo se votarán 2 referendos, uno sobre la eutanasia y otro sobre el consumo de cannabis (la droga hachís). Están convocados 3,7 millones de electores y un 91% se ha registrado para votar (3,44 millones). En el Parlamento se eligen 48 diputados de listas de partido cerradas y 72 de circunscripciones uninominales (incluyendo varias que votan sólo los maoríes). Las elecciones estaban previstas para el 19 de septiembre, pero se aplazaron 4 semanas por el coronavirus.
Los obispos católicos han difundido un folleto ilustrado de varias páginas, en inglés y en maorí, invitando al voto informado, consciente, con conciencia de cuidado de la Creación y muchas citas del Papa Francisco. En el folleto se dedica especial atención a los dos referendos (de eutanasia y hachís) y da argumentos para votar en contra. Aquí analizaremos los argumentos contra la eutanasia.
Uno de cada 10 neozelandeses adulto es católico, otros 37% son cristianos de otras confesiones, un 5% practican religiones no cristianas (hay mucha inmigración de hindúes, musulmanes y budistas) y un 48% declaran no tener religión, según el censo de 2018.
El folleto (se puede ver aquí en inglés en PDF) incluye argumentos contra la eutanasia que pueden interesar también a personas sin fe o sin una firme convicción provida. Así, por ejemplo, una persona que se declare, en principio, favorable a una eutanasia siempre que incluya muchas "garantías" y cuidados y alternativas debería votar contra la propuesta concreta que se somete a referéndum -aprobada por el actual gobierno laborista (socialista)- porque no se ofrecen ni garantías, ni cuidados ni alternativas.
Argumentos contra la eutanasia buscando a los dubitativos
"¿Apoya usted que entre en vigor el Acta de Opción de Final de la Vida 2019?", plantea el referéndum.
El folleto católico, firmado por el obispo de Auckland y presidente de los obispos del país, Patrick Dunn, pide votar "no", declarando que la Iglesia habla "desde la amplia experiencia de los sanitarios, capellanes, sacerdotes y agentes de pastoral que cada día cuidan a los moribundos y sus whanau [parientes, familia extensa, en maorí]. Su experiencia incluye la conciencia de la vulnerabilidad de las personas al final de la vida, y el conocimiento de que los cuidados paliativos pueden atender con efectividad el sufrimiento físico y el emocional, espiritual y psicológico. Creemos que las personas más en riesgo si se legaliza la eutanasia y el suicidio asistido son las más vulnerables a la sugestión de que 'muertas estarán mejor'".
El texto de los obispos señala que el tema que se vota en el referéndum no es si la eutanasia es moral o deseable, sino si cumple la función que promete... Hay un riesgo claro: "la muerte prematura o errónea, de la cual no hay retorno".
¿Hay un "marco de seguridad extremadamente alto"? Los obispos señalan que no hay tal seguridad.
"La pregunta que debe usted hacerse al votar en este referéndum es '¿tiene controles adecuados esta ley, pueden estos controles implementarse de verdad en la sociedad actual, hay ejemplo de leyes más seguras, mejores en otros países?'", plantean los obispos.
Los obispos detallan que esta propuesta de ley neozelandesa es más amplia y ambiciosa que la de Victoria, Australia o las de Estados Unidos. "Expondrá a mucha más gente a los peligros de la muerte prematura, personas actualmente bien atendidas con cuidados paliativos", advierten.
Ignorar los cuidados paliativos, los miedos y la depresión
Por ejemplo, plantea la eutanasia como "derecho", pero no plantea como derecho el acceso a los cuidados paliativos de calidad. "Informes recientes de Canadá y EEUU muestran que numerosos pacientes eligen la muerte provocada por razones ligadas a falta de cuidados paliativos. Esto afectará potencialmente a los más desfavorecidos socialmente, sobre todo a aquellos que viven en áreas sin acceso a cuidados paliativos de calidad. Esta norma tampoco pide que la persona acceda antes a cuidado paliativo cuando está disponible", añade el texto.
"La investigación en otros países muestra que la petición de eutanasia no llega por el dolor, sino por muchos factores personales y emocionales, incluyendo el miedo a ser una carga y el miedo a ser discapacitado", detalla el folleto.
"En la ley de Nueva Zelanda ya existe la posibilidad de decir no a un tratamiento médico y de poder recibir cualquier nivel de atención del dolor que se necesite, incluso la sedación si se requiere. Eso no es eutanasia y nadie tiene por qué morir con dolor", añaden los obispos.
Después, el folleto enumera que "grupos clave de médicos se oponen a la propuesta, incluyendo la Asociación Médica de Nueva Zelanda, Hospice NZ, Enfermeras de Cuidados Paliativos NZ y médicos de cuidados paliativos. La Asociación Médica ha declarado públicamente que será imposible para los médicos o enfermeras detectar si alguien está coaccionando a los que piden la eutanasia. Las peticiones de muerte provocada también son a menudo motivadas por la depresión, algo que también es difícil de detectar. Ya hay escasez de especialistas en salud mental en Nueva Zelanda. Esta normativa no requiere ni que el paciente hable de su decisión de acabar con su vida con un pariente u otra persona significativa".
Así, la depresión -y las coacciones- pueden llevar a muchos a hacer que se les mate, sin que ningún protocolo lo prevenga o impida.
"Proteger a las personas, el suicidio asistido no es seguro": uno de los carteles contra la eutanasia en este referéndum neozelandés de 2020
El truco canadiense: ley supuestamente restrictiva, que los jueces luego amplían
Los obispos señalan el ejemplo de la norma canadiense, que en principio era sólo para eutanasiar a los que "tenían a la vista una muerte cercana", pero después el Tribunal Superior de Quebec lo amplió para que incluyera también a los discapacitados con "circunstancias a largo plazo".
Así, una norma votada por legisladores (o ciudadanos) con un texto puede ser ampliada más y más por jueces activistas. Una norma presentada como "para enfermos terminales" en seguida se abre mucho mas sin que nadie la vote.
Además, votar sí a la eutanasia en un país donde se sabe que 1 de cada 10 ancianos sufren abusos y violencia, es peligroso. "Es ser ingenuo pensar que esta propuesta de ley puede ofrecer protección suficiente contra ese riesgo", añade el texto.
El folleto finaliza ofreciendo una oración por el país, pidiendo al "Dios de las naciones" que una "a nuestro país en el deseo de proteger la santidad y la dignidad de cada vida humana en todas sus etapas", que ayude a ser generosos con los que sufren, a cuidar de la Creación y a elegir "parlamentarios humildes con integridad para servir al bien común".
Cristianos y no cristianos, unidos contra la eutanasia
En noviembre de 2019 los principales líderes de las confesiones religiosas más importantes de Nueva Zelanda, cristianas y no cristianas, firmaron una carta conjunta dirigida a los parlamentarios para impedir que avanzase el proyecto de ley de eutanasia. El texto ya planteaba muchos de los argumentos que vemos ahora en el folleto de los obispos católicos:
1) Presentarse (capellanes y religiosos) como expertos en acompañar y conocer el dolor
2) Negar que el proyecto se excuse como "para muy poca gente", ya que es más amplio que en Oregón o Victoria y susceptible de ampliarse fácilmente
3) Recordar que pedir eutanasia va ligado a la falta de cuidados paliativos (datos de Oregón, por ejemplo)
4) Recordar que pedir eutanasia va ligado a la depresión, y que la ley no previene ni combate ni detecta esta depresión
5) Recordar que hay pocos psicólogos en el país y falta atención psicológica al final de la vida
La carta interreligiosa añadía un par de argumentos más:
- Falta protección para los objetores de conciencia
- Legalizar la eutanasia podría aumentar los otros suicidios: "hay evidencia en otros países de que la práctica de la muerte asistida puede conducir a un aumento de los suicidios [no asistidos] con el tiempo; el principio de precaución dicta que no introduzcamos la muerte asistidad hasta que las pruebas muestren que no hay una relación directa".
La carta interreligiosa pide "cuidados paliativos de calidad para toda Nueva Zelanda y combatir las tasas crecientes de depresión y aislamiento social de nuestros ancianos".
El documento de noviembre de 2019 lo firmaron:
Patrick Dunn President, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de NZ
Los obispos católicos de Dunedin, Hamilton y Christchurch
Mustafá Farouk, presidente de la Federación de Asociaciones Islámicas de NZ (FIANZ)
Charles Hewlett, por las Iglesias Baptistas NZ,
Fakaofo Kaio Moderator, Iglesia Presbiteriana en Nueva Zelanda
Philip Richardson, arzobispo primado (anglicano) de las diócesis de Pakeha, Waikato & Taranaki
Los obispos anglicanos de Auckland, Dunedin, Nelson, Christchurch y Wellington
Don Tamihere, arzobispo primado (anglicano maorí) de Pihopa o Aotearoa and Pihopa o Te Tairawhiti (y otros 2 obispos anglicanos maoríes)
Andrew Westrupp, comandante territorial del Ejército de Salvación en Nueva Zelanda
Mark Whitfield, obispo de la Iglesia Luterana de Nueva Zelanda
Como portavoz y promotor del texto se designó al reverendo protestante Graham O’Brien, del InterChurch Bioethics Council (ICBC), un centro de bioética apoyado conjuntamente por las iglesias anglicanas, metodistas y presbiterianas del país.
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