Leire Navaridas es vasca, de San Sebastián, y vive en Madrid desde 2009. Lleva dentro una herida muy grande y quiere explicarla: le duele haber abortado, pensar cómo sería hoy el hijo que no llegó a nacer.
Se sintió transportada y empujada por el sistema abortista en un momento de confusión y debilidad y denuncia que es un sistema que daña a los niños y a las madres, que el aborto es un sistema que ejerce daño sobre la mujer y que, de hecho, fortalece lo peor del machismo.
Es un testimonio que quiere difundir en víspera de la gran Marcha Sí a la Vida de este domingo 15 de abril en Madrid, que sale a las 12 de la mañana de la calle Serrano, esquina con Diego de León, y finaliza en la Puerta de Alcalá.
«Recibir la noticia de que estaba embarazada fue un golpe muy duro, no entraba en nuestros planes, estaba muy perdida. Era un marrón y busqué soluciones porque estaba superada. Quería eliminar eso de mi vida como si nunca hubiera sucedido, y sin supuestos daños secundarios».
Esa era la fantasía que le "vendía" el sistema: "como si nunca hubiera sucedido"... pero en la vida real, y en la mente de las personas, las cosas no funcionan así.
Leire se lo contó a sus padres, junto a su decisión de abortar, «y para mi sorpresa su reacción fue de completa aprobación», reconoce.
Así, el día en que fueron al centro abortista elegido «fuimos como quien va a la peluquería. Salimos de la sala y de eso no se volvió a hablar nunca más. No lo hablamos ni en mi familia, ni yo con mi pareja», recuerda Leire.
Lo que pasó allí dentro «volvería más tarde a mi conciencia». Leire comenzó una terapia para tratar unos vértigos que la asaltaban en momentos de estrés.
«Aparentemente mi vida estaba bien, pero había algo que me molestaba. Esa terapia me hizo ser consciente de muchas cosas a las que estaba cegada. Estaba anulada como mujer y como ser humano».
En ese proceso de terapia «salió el tema del aborto con toda su fuerza y me di cuenta de que había cometido un error gravísimo».
A día de hoy «es una herida que no está curada y que no sé si se curará alguna vez. Fue el mayor error de mi vida. Ese dolor que llevaba dentro era un dolor infinito», confiesa.
Pero no es la única: «Millones de mujeres como yo lo tapan, y le quitan importancia, porque no puedes soportar verlo como es: que le has quitado la vida a un ser humano que venía al mundo. Pero por dentro ya estás rota… La culpa que sientes es terrible».
La buena noticia es que Leire salió de ese abismo «gracias a personas conscientes de que la vida es sagrada y de que nadie tiene el derecho a quitársela a otro ser humano. Son personas que tienen suficiente amor como para comprender por lo que estaba pasando, que no me culparon, y que me ayudaron también a también a reconocerme como víctima, algo a lo que al principio me resistía».
Para Leire «todas las mujeres que han abortado son víctimas de un sistema machista que permite y defiende el aborto como un derecho y algo legítimo para la dignidad de la mujer. Eso solo cabe en un sistema social enfermo y permisivo con la violencia».
Para ella, «el activismo feminista debería luchar también por los derechos de la mujer embarazada, y acompañarla en todo lo que necesite, porque muchas mujeres abortan por motivos económicos».
Leire ha encontrado esa compañía después en la organización RedMadre (www.redmadre.es), que acompaña a las mujeres de forma económica y psicológica para que puedan llevar a término su embarazo», un apoyo imprescindible «porque de las mujeres que piensan en abortar y cuentan con este tipo de apoyo, al final las que lo hacen suponen un porcentaje mínimo».
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Más información sobre la marcha del domingo 15 de abril en Madrid, a las 12, en Sialavida25m.org