No poder tener un hijo biológico puede acarrear muchas consecuencias para la mujer, sobre todo psicológicas. El sentimiento de inutilidad y el simple sufirmiento pueden invadir su corazón. Chelsea Patterson ha contado en Christianity Today cómo sobrellevar este sufrimiento con la fe. Aporta seis sencillos pasos que ayudan a canalizar ese dolor hacia Dios:
Durante los periodos de sufrimiento es muy importante seguir creyendo y confiando en las promesas de Dios. Memorizar algunos versículos de la Biblia que expliquen quién es Dios puede ayudar. Un ejemplo es el Salmo 34, que dice así: "El Señor está cerca de los atribulados, él salva a los que están hundidos".
Si se guarda la palabra de Dios en el corazón, por muchas dificultades que se tengan, siempre se estará armado con la verdad para recordar las grandes promesas. Es bueno escribir los versículos que nos ayudan en notas y tenerlos a mano. Puedes pedirle a tus amigos y familiares que te los recuerden de vez en cuando.
Huir del sufrimiento nunca ayuda, estudiarlo y aprender sobre él sí. Es cierto que hay pocos libros relacionados directamente con la falta de hijos. Aun así, leer las experiencias de otras personas que han sufrido ayudan a darse cuenta de que no es la primera ni la última persona que ha sufrido. Incluso aunque su tristeza parezca diferente o provocada por un motivo distinto, ayuda a recordar que Dios comprende el dolor de las personas de todo tiempo y lugar.
Palabras para el sufrimiento, por ejemplo, es un libro que enseña esto mismo. Muestra que es el sufrir lo que hace a la persona fuerte. Como recuerda su autor, José María Alimbau: "La vida es bella y llena de sentido en medio del dolor y del absurdo".
Mucha gente se siente sola mientras camina por esta prueba. Sin embargo, es ese momento, en los caminos más oscuros, cuando se conoce a Dios de una manera más profunda.
Las fuerzas del infierno siempre tratarán de tentar. La reacción natural es decir: “Esto es demasiado para mí”, y abandonarlo todo. Hay que aguantar estas tentaciones y seguir luchando, seguir adelante con el Señor. Caminar por este dolor es, a veces, un sufrimiento de por vida. Sin embargo, todo ello forja el espíritu y lleva más cerca de Dios.
Una de las cosas más valiosas durante los momentos de mayor sufrimiento es contar con la compañía de familiares y amigos.
Es muy importante encontrar a personas que puedan apoyar incluso en los peores momentos. Se puede pedir a un sacerdote que los ponga en contacto con otras personas que también ha sufrido como nosotros. De esta forma, el sufrimiento se comparte y se soporta mucho mejor.
La Biblia está llena de cantos de lamento. Abraham, Moisés o Job, por ejemplo, tuvieron que soportar el dolor, la pena y el sufrimiento. Ellos sabían lo que era llorar y seguir peleando. El mismo Jesús es ejemplo de esto. Cada uno pasó su propio camino de dolor. Lo interesante de esto es que ninguno de ellos sabía que su historia sería contada como ejemplo de como soportar el sufrimiento. Además, excepto Jesús, ninguno de ellos era perfecto. El sufrimiento puede servir de algo, aunque solo sea de ejemplo para otros.
Quizás una de las palabras más importantes del Antiguo Testamento sea la palabra hebrea hesed, que significa algo parecido a amor, lealtad y piedad. Se utiliza para describir el amor de Dios a la humanidad. En los salmos, hesed, se traduce como lealtad. Es en este libro de la Biblia donde se aprecia de mejor forma esta lealtad de Dios con nosotros. Los salmistas piden a Dios protección, redención y perdón una y otra vez.
Igual que hacía la gente de Israel, leyendo los Salmos se puede experimentar la promesa de Dios. Esta promesa está fundada en un amor que no se agota. No importa cuántas veces se vuelva a él en medio de lágrimas, decepción o tristeza, Él siempre está ahí, esperando.
Cuando una persona experimenta la falta de hijos, ya sea por una temporada o para siempre, su corazón nunca vuelve a ser el mismo. Pero cuando el sufrimiento es grande en la tierra, también es grande la ayuda que aporta el cielo. Cuatro de las palabras más impresionantes jamás dichas por Jesús son: “Estoy contigo”.