«Los niños, por edad, tienen derecho a exigir todo aquello que se les antoje porque no son conscientes de los efectos que tienen a largo plazo en su desarrollo. Pero los padres también están en su derecho a decir que no, precisamente para educarles en valores como la responsabilidad, la espera, la frustración, el aburrimiento... El problema es que por comodidad, la mayoría de las veces, los padres ceden. Están demasiado ocupados con el trabajo y hay menos paciencia a la hora de aguantar berrinches», explica Victor Arufe.
Este profesor puede señalar una serie de frases que dicen algunos niños a los que se les ponen límites que comparan con los de sus amigos, que casi carecen de esas reglas. Arufe cree que son padres «"en peligro de extinción" y no influenciados por modas pasajeras del ámbito de la educación. Pero... a quienes admiro y arropo», asegura.
El profesor explica que si unos padres escuchan esto a menudo es porque se preocupan de que su hijo no está en este mundo solo para jugar a decenas de videojuegos y tener diferentes consolas. Una o dos pueden ser más que suficiente.
«Una para casa y una portátil, para llevarla de viaje; con esto ya están cubiertas las necesidades básicas (si se le puede llamar así) del tiempo de ocio destinado a los videojuegos. Si le acostumbran a tener todas las que salen nuevas, los padres serán grandes cliente de estas marcas de videojuegos, pero no serán buenos educadores».
«Soy consciente de que esos "malditos" padres os perjudican a muchos de vosotros. Respirad y contad hasta 10 cada vez que escuchéis decir esto a vuestro hijo. Después, preguntadle qué le puede aportar para su crecimiento personal ver esos programas».
Cuando llegue este momento, Arufe aconseja preguntar al niño si él se hará responsable de bajarlo todos los días, lavarlo, limpiar lo que ensucia en casa, ponerle la comida y bebida a diario, llevarlo al veterinario, etc. «Si aún así dice que sí, entonces un día lo lleváis a la protectora más cercana y allí preguntáis por el perro que mejor se adapte a vuestro hogar».
Esta frase es un buen síntoma porque «hay muchos niños comodones que no les gusta esforzarse. El deporte es un gran medio para trabajar los valores de esfuerzo, resiliencia, sacrificio, constancia... Valores que serán necesarios en el mundo adulto. Dejarse llevar por lo que quiere un niño sedentario es crear las bases de una persona condenada al sedentarismo. Desde pequeño —explica— debemos establecer un hábito hacia el deporte, y ser conscientes que al principio puede no gustar a los niños. Eso sí, no te pases inscribiéndole a muchos deportes», advierte.
«Y qué felices los hacemos cuando de repente un día le compras una sudadera Nike!», apunta Victor Arufe. Lo importante es tener ropa, la marca es lo de menos.
«Debemos decirles que no siempre las marcas ofrecen calidad y que, incluso, si la compra puede que otros veinte niños lleven la misma prenda. Enséñale a valorar si le sienta bien, si le gusta el tacto de esa prenda, los colores, si ahorra dinero con la paga al no comprar una prenda de marca que es más cara, etc».
«Qué malos son los padres que no van casi nunca a los restaurantes de comida rápida y se preocupan por darle la mejor alimentación a sus hijos a base de caldos y comidas bien preparadas con ingredientes lo más naturales posible», ironiza este profesor.
«Estoy seguro de que cuando vaya a una hamburguesería u otro restaurante de comida rápida lo va a disfrutar mucho más que el niño que va tres veces por semana. Estas son las cosas que os agradecerán cuando sean adultos».
También puede decirte que todos los amigos tienen mejores móviles que él. «Si tiene móvil, tendrás que enseñarle a usarlo, gestionarlo, hacerle ver el gasto que conlleva para ti, decirle que lo cuide, que lo use a unas determinadas horas del día, que no envíe ni comparta cosas que puedan estar relacionadas con valores negativos, bullying, etc. En definitiva, que tendrás que emplearte a fondo para que no sea un niño o adolescente cuyos papás le han cedido al móvil la función de su tutoría y acompañamiento en la vida. Si no tiene móvil, invítale que te diga cinco razones importantes para que se lo compres. Me temo que no llegará a las cinco», confiesa.
En este asunto, Arufe es tajante. «Es increíble cómo muchos padres consienten que sus hijos menores de edad estén enganchados a diferentes redes sociales solo con el objetivo de compartir fotos de su cuerpo o estética corporal, llenas de filtros y desvirtuando la realidad. ¡El mundo no necesita cuerpos bonitos, necesita mentes sabias!».
Los niños deben tener horarios y el sueño está dentro de ese horario. El profesor recomienda establecer dos tipos de hora para acostarlos: la diaria adaptada al horario de la escuela y la de fin de semana. Lo importante es que descansen las horas que recomiendan los expertos en pediatría y sueño. Hay niños que van con mucho sueño al colegio y no son capaces de prestar atención o seguir la explicación del profesor, lo que puede conducir a un fracaso escolar.
Dice un viejo proverbio chino: «regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». «Acostumbrar a los hijos a recibir pagas grandes sin apenas hacer esfuerzo para conseguirlas es crear una obligación que no tienes por qué tener. Conforme avance en edad —explica Arufe— te irá pidiendo más y más cuantía, y llegará un momento, a los 16 años, que te pedirá semanalmente 50 euros a los que no podrás acceder. Ahí empezará un conflicto familiar difícil de resolver».
Más sobre como ser firmes con autoridad para educar bien en el libro El colapso de la autoridad (Palabra, 2017)