Tus tesoros son tu cónyuge y tu matrimonio. ¡Caramba! Si sabes que ese ser tiene todo en él para ayudarte a ser una persona en plenitud, cualquier persona sensata lo cuida y lo cuida… Conviene cuidar, proteger, resguardar nuestra relación cual ciudad amurallada. Esta debe ser tan sólida que ni siquiera la vaga sombra de un tercero le haga vacilar. Recuerda que para que entre un tercero debe de haber suficiente espacio entre dos.
Seamos claros, “hormona mata neurona”. Ya sabemos que el hombre es fuego y la mujer estopa, y llega el diablo y sopla. Nada de que a mí nunca me va a pasar. Causas de infidelidad hay muchas y pretextos hay aún más. Más vale conocer y prevenir que lamentarse después. Nuestro matrimonio es un “ser vivo” al que hay que cuidar y alimentar en todas sus dimensiones -cuerpo, mente y espíritu-. Por lo mismo es necesario saber cuáles son las necesidades emocionales del otro y cuáles son las mías, hacérnoslas saber, y aún más importante, satisfacérnoslas de la manera idónea.
Es muy importante reconocer cuál es nuestra historia emocional y qué heridas siguen tan latentes que están desembocando en que nuestro comportamiento sea de una persona infiel. Qué carencias y vacíos traemos arrastrando que pretendemos saciarlas y llenarlas con un tercero. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que conocer y sanar esas heridas, de preferencia de la mano de un profesional con ética.
Al no saber cuáles son esas necesidades estas no se satisfacen y dejan abierta la brecha para vivir emocionalmente mermados. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que conocer y satisfacer cuáles son nuestras mutuas necesidades básicas y hacer todo por satisfacérnoslas mediante continuos actos de servicio.
Hay que ser conscientes que el uso de anticonceptivos puede llevar a la banalización del sexo, concebido éste como “diversión y placer sin consecuencias”. De esta manera, el grado de deslealtad se incrementa ya que muchos pueden llegar a pensar que no pasa nada. Para prevenir la infidelidad por esta causa las parejas necesitamos formarnos en este tema, comprometernos con la vida y reconocer que parte de la unión conyugal es también practicar la abstinencia en periodos de fertilidad. Durante esa época no nos comunicamos nuestro amor con el cuerpo por medio del acto íntimo, pero sí con palabras, con caricias, con una buena copa de vino…
En este error están cayendo muchos matrimonios, en “sentir” que ya no estamos enamorados. Al contrario, yo les felicitaría porque uno no se casa enamorado, sino amando. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que tener claro lo que es amar. El famoso sentir que ya no hay amor es el gran engaño que está acabando con las parejas porque el amor no tiene nada que ver con sensaciones, sino con un acto de la voluntad. Es decir, yo te sigo amando, lo sienta o no.
Es tantísimo el activismo que cada uno de manera independiente estamos viviendo que hemos perdido de vista que cuando nos casamos nuestra prioridad debe ser nuestro cónyuge. Nos estamos llenando de todo, menos del amor que realmente nos hace sentir completos, que alimenta nuestro vínculo. La consecuencia es que cada día haya más parejas viviendo una soledad acompañada. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que darnos nuestros tiempos y espacios, tener citas de amor, hacernos presentes lo más posible. Hacernos sentir que no hay nada ni nadie más importante para nosotros que estar en su compañía.
El no saber transmitir nuestro pensamiento de la manera correcta desembocará en pleitos, riñas y acaloradas discusiones que, generalmente, se nos salen de control. La comunicación es un arte el cual hay que aprender para que sea eficiente. La comunicación es una calle de 2 vías. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que estar abiertos y receptivos a todo mensaje que nuestro cónyuge nos desea transmitir y validar cualquier emoción. También hay que aprender a leer entre líneas los mensajes tácitos que se nos mandan por medio del lenguaje corporal.
Cuando nuestro cónyuge se siente un cero a la izquierda -no atendido- por nosotros, lo siento, pero no va a funcionar. Lo peligroso es que querrá buscar todo eso que siente que le falta en otros caminos, en un tercero. Para prevenir la infidelidad por esta causa es importante hacerle sentir importante por medio de detalles diarios, de llamadas y mensajes sorpresa. Que sepa que a todo momento está en nuestra mente y corazón y que de verdad valoramos y admiramos todo lo que es y hace por nosotros.
El creer que porque ya estamos casados es un sello de que jamás seremos tentados o de que no tendremos crisis alguna es un grave error. La idea es que en nuestro matrimonio seamos capaces de desnudar nuestra alma, sin miedo a ser enjuiciados o rechazados. Para prevenir la infidelidad por esta causa hay que estar abiertos a escuchar todo de nuestro cónyuge, incluso si nos quiere decir que alguien más le está moviendo el tapete porque así esa crisis se puede trabajar en pareja, desde el amor.
Las parejas necesitamos tener claro que los matrimonios pasamos por edades, por etapas y que eso es muy normal. El pretender sentir mariposas en el estómago de manera indefinida… Es más, no podríamos vivir por siempre en la euforia que el enamoramiento trae consigo. Para prevenir la infidelidad por esta causa aprendamos a disfrutar hasta de los detalles más pequeños. Pongámosle chispa y picante a la relación. Salgamos de picnic, tengamos una cita, echarnos una conversación a solas… tanto que hacer… Lo único prohibido es pretender vivir un amor romántico como la televisión y los medios de comunicación nos lo presentan. No queramos compararnos con ellos ni vivir lo que ellos viven. ¡Eso es fantasía!
La sexualidad es alimento del espíritu de los esposos y una necesidad emocional de ambos. Cuidemos nuestra entrega. No hay mejor afrodisíaco que el amor y el órgano sexual más grande que existe es el cerebro. Así que echemos mano de ellos para ser creativos, originales, para sorprender al otro de la forma más agradable posible.
No hagamos el tonto, pensemos con la cabeza y no arriesguemos lo más valioso por lo menos. Ser fiel es un acto de la voluntad, una decisión, un estilo de vida, un acto de la persona que reconoce su dignidad y valor.