Muchas parejas gastan millones en su boda de ensueño. Pero, ¿qué sucede cuando se tiene que cancelar todo? Ante esta pregunta que ninguna novia o novio jamás querría responder, Sarah Cummins y Logan Araujo tuvieron que decidir qué hacer con la recepción que habían contratado con un costo no reembolsable de 30.000 dólares, luego de llamar para indicar que la boda se había cancelado por razones no reveladas. La historia la recoge la agencia ACI.
  
"Fue realmente devastador", dijo Cummins. Además de conseguir que el fotógrafo devolviera algo del dinero, todo lo demás parecía perdido.
 
"Llamé a todo el mundo, cancelé, me disculpé, lloré, llamé a los vendedores, lloré un poco más y luego empecé a sentirme muy enferma por haber echado toda la comida que pedí para la recepción", expresó.
 
Después de consultar con Araujo, Cummins decidió invitar a cuatro albergues para personas sin hogar para que disfrutaran de una cena de lujo y la recepción en el Ritz Charles en Carmel, Indiana, un suburbio de Indianápolis. Esperaba llenar los 170 lugares que habían reservado para los huéspedes.
 
"Para mí, fue una oportunidad para que estas personas supieran que merecían estar en un lugar como este, al igual que todos los demás", dijo Cummins.
 
Incluso organizó el transporte desde los refugios y saludó a los invitados cuando llegaron. Ella casi no va, pensando que podría ser demasiado doloroso, pero cambió de opinión después de que uno de los directores de los programas para personas sin hogar dijera que no podían esperar para conocerla.
 
"Gracias por recibirnos", le dijo a Cummins uno de los invitados, un veterano sin hogar. “Esto significa más de lo que crees”, añadió.
 
La madre de Cummins, junto con algunas de sus aspirantes a damas de honor, también estuvieron presentes. Los invitados fueron vestidos con sus mejores trajes.
 
La generosidad de Cummins inspiró a otros, incluyendo a Matt Guanzon de Indianápolis, quien donó algunos trajes de su propio armario y convocó a otros para hacer lo mismo, incluyendo un sastre y una tienda de ropa, que contribuyó con trajes, vestidos y accesorios.
 
No cambió mucho la rutina de la recepción, además de cortar el pastel en la cocina, y quitar la mesa principal.
 
La directora de desarrollo del centro de Ritz, Cheryl Herzog, quedó tan emocionada por la generosidad de Cummins y explicó que "estaba tan conmovida de que Sarah, al tener una dolorosa experiencia, la convirtiera en una joya para las familias necesitadas". "Es realmente un gesto muy amable de su parte", afirmó.