Pincha aquí para adquirir ahora La educación sexual de los hijos.
El objetivo es claro: ayudar a los padres para que sean ellos quienes eduquen a sus hijos en este tema, en vez de dejar esa formación en manos menos responsables... y que les aman menos.
Pedro Pérez Cárdenas, doctor en Psicopedagogía y Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Valladolid, ha dedicado veinte años a la enseñanza de adolescentes y jóvenes y desde hace quince preside el Comité Independiente Antisida.
-Así como es importante la educación vial de los hijos para que sepan conducirse por las calles y carreteras, o el educarles en la conservación del medio ambiente, tanto o más importante se hace educarlos en su afectividad, en sus sentimientos, en su atracción sexual. No queremos que vivan en la selva y con la ley de la selva, dejándose simplemente llevar por unos instintos.
-Abordar un tema, una explicación, debe comenzar, se ha dicho siempre, por llamar a las cosas por su nombre. Usar palabras sinónimas también es correcto, para ajustarse a la edad de los hijos, o para no caer en la incomprensión o en la zafiedad.
-Si algún contenido educativo debe acoplarse a la edad y desarrollo psicológico del receptor, este es el de la educación sexual. Son muchos componentes los que se deben integrar armónicamente.
-Necesario que vayan juntos es poco decir, es algo imperativo. La falta de un aspecto, y en la proporción adecuada, hace que el producto sea imperfecto y, a veces, incluso perjudicial, indigesto.
-No debemos generalizar a una escuela u otra, privada o pública: allí donde se vea una carencia, hay que hacerlo notar. Una educación sexual reducida a lo biológico, que por indiferencia, olvido, cobardía u otras razones olvidara, por ejemplo, los sentimientos y afectos de las personas, sería tan peligrosa como enseñar en las escuelas todo tipo de armas de fuego y su empleo.
-Que si no toman ellos las riendas, otros lo harán por ellos manipulando a sus hijos. Son frecuentes los lamentos de padres que no hablaron a tiempo.
-Es una realidad evidente, se fije uno en las modas, en canciones, en películas, en propagandas, en diversiones, etc. Todo está bañado de componentes y reclamos sexuales de los que no están exentos los menores.
-Algo parecido a lo que nos sucede a los adultos cuando vamos conduciendo un coche por la noche y otro auto nos deslumbra. Los menores tienen unos reclamos deslumbrantes por todos los lados y ello los desvía y accidenta con mucha frecuencia.
-Hay muchos consejos que se podrían dar. Me quedo ahora con uno muy simple, como es que los hijos tengan acceso a internet en lugar público de la casa; eso, unido a que no usen a cualquier edad un móvil de última generación, les haría mucho bien. El que los propios hijos tengan recursos personales para rechazar los peligros queda ya al resultado de una lenta tarea global en la educación de madurez y responsabilidad.
-Yo nunca me había encontrado con un libro tan accesible, práctico y fácil de leer sobre la materia. Los grandes tratados que se quedan entre especialistas no llegan, por ejemplo, al padre o madre que se ven en un aprieto ante una preguntita de su hijo o hija.