Darlene Pawlik, norteamericana, está casada desde hace 24 años y es madre de cinco hijos. Es enfermera, activista en defensa de la vida y vicepresidenta de Save The 1 (Salvar El 1), la plataforma de personas provida que conocen de cerca el trauma de la violación.
Darlene Pawlik ha sido víctima por partida doble: fue engendrada en una violación, fue abusada por su padre y un tío materno, y luego fue vendida y usada prácticamente como esclava sexual durante varios años en su adolescencia.
"Me concibieron en una violación brutal y me enteré de ello cuando era muy pequeña. El conocimiento de este hecho y el abuso sexual infantil del que fui víctima por parte de mi propio padre y, más tarde, por un tío materno me hicieron sentir que no valía nada y era una niña muy vulnerable", recuerda.
Saber desde pequeña que era fruto de violación y ser objeto de abusos en su propia familia habían hundido su autoestima.
"Tenía 12 años cuando mi madre se divorció por segunda vez. Desde los trece años, estuve metida metida en drogas y alcohol, vagando por el vecindario y saliendo con un fisicoculturista que conducía un Cadillac negro. Me cortejó y fue muy paciente mientras me manipulaba para meterme en su cama".
"Él me vendió por primera vez el día que cumplí 14 años. Yo estaba de pie sobre tres pulgadas de lodo congelado, con las zapatillas de tenis llenas de agua helada, tiritando delante de una farmacia local al final de la calle donde vivíamos, esperando a que me recogiera. El comprador estaba encantado de saber que yo era tan joven, inexperta y miedosa".
"El proxeneta me vendió por sexo cientos de veces. Luego me vendió a otro hombre que, a su vez, me vendió por sexo también", recuerda.
Darlene resume así esos años: "Era un círculo vicioso de abusos, violación en grupo, intento de suicidio, insomnio, acurrucarme en puertas y escalinatas de iglesias, drogas, alcohol, arrestos y huir de nuevo".
¿Qué la mantenía tan sometida? La combinación de miedo y falta de esperanza. "Yo me sometía a ese tráfico sexual por miedo, no porque me encerraran o amenazaran. No tenía esperanzas de que las autoridades me ayudasen".
Ella veía que las "autoridades" no parecían pdoer ayudarla. "Un apartamento en el que me alojé fue alquilado al candidato a sheriff de esa pequeña ciudad. Algunos de mis clientes eran hombres de negocios, un concejal de la ciudad, profesionales, y algunos amantes de la violencia y mal".
Darlene Pawlik hoy, madre y esposa feliz
"A los diecisiete años, me vendieron a un hombre como una "mascota". Pensé que estaría más segura, al menos tendría que servirle solo a él. Me vestía bien y me llevaba a cenas agradables. Obtuve un trabajo y finalmente sentí un poco de estabilidad, era casi normal".
Pero había una condición para esa "normalidad": nada de bebés. "Él me había dicho que si me quedaba embarazada tendría que abortar. Me asustó, pero no sentí que tuviera elección".
"Después de cuatro meses, quedé embarazada. Mientras golpeaba su puño en el brazo de madera del sofá, me gritó: "¡No quiero vida!". Era aterrador - su voz se disparó a través de mí".
"Este hombre era un jefe del crimen organizado. Dijo que me haría un aborto o me mataría y yo sabía que esto era cierto. Uno de sus agentes había sido mi traficante y me había golpeado y violado en numerosas ocasiones. Concerté la cita para abortar en su presencia".
"Esa noche alcé las manos al cielo mientras lloraba y rezaba: “¡Dios, si eres real, por favor, ayúdame!". De alguna manera, me quedé dormida y soñé con un aborto con todo detalle desde la perspectiva del interior de la matriz. No tenía conocimiento del aborto en ese momento, pero hoy sé que era preciso por el nivel de desarrollo gestacional en gran detalle. Esas pequeñas manos y pies, ese rostro diminuto, las costillas y la sangre... ¡Era horripilante! Yo siempre había querido ser mamá desde que tenía uso de razón".
"Cuando desperté, llamé a todos los que se me ocurría que me podrían ayudar. Busqué entre las tarjetas de presentación que la gente me había entregado en algún momento y di con una trabajadora social que había tratado de ayudarme una de las veces que me fugué. Ella me encontró un hogar para chicas embarazadas al que me llevaría. Algunos amigos llevarían mis cosas. Pero, ¿cómo me escaparía?"
"Mi captor insistió en salir a cenar después de la cita para el aborto. Llegó el día. Me fui e hice arreglos con la trabajadora social, pero volví y me preparé para la cena. Estaba tan asustada que estaba llorando y casi histérica todo el día. Con mi cara hinchada, ojos inyectados en sangre, temblores y respiraciones superficiales, entré en el coche. Estaba muy intranquila - mi respiración lo delataba. Tartamudeé cuando le dije a él que me quería ir a vivir con una prima que me daría trabajo".
"Algo me pasó en esa mesa", le dije, "ya no quiero estar aquí". Pensé que él lo entendería porque me había hablado de otras chicas a las que había obligado a abortar y las había dejado ir. Toda la noche estuve muy nerviosa, no podía quedarme quieta porque tenía mucho miedo de que me descubriera. Fui al baño con frecuencia y lloré durante toda la cena, fingiendo náuseas y dolor. De camino a casa, me dijo que podía irme, pero si volvía a la ciudad, tendría que encontrarlo".
"Salí de su casa rápidamente al día siguiente. Le prometí a Dios que formaría a mis hijos en el temor y admonición del Señor si mi bebé nacía bien. La niña nació y era perfecta. Y yo cumplí mi promesa. La gente que me conoce hoy, no puede comprender como pude haber vivido una vida así. Y yo les explico: Salvar a mi bebé me salvó la vida".
Hoy Darlene puede hablar a otras muchas mujeres que viven en circunstancias duras y ayudarlas, asegurando que es posible la esperanza, que vale la pena apostar por la vida, que dar vida y cuidarla es sanador y transformador.
(Adaptado de la versión en español de Save The 1, Salvar el 1, salvarel1.blogspot.com.es)
Darlene Pawlik, norteamericana, está casada desde hace 24 años y es madre de cinco hijos. Es enfermera, activista en defensa de la vida y vicepresidenta de Save The 1 (Salvar El 1), la plataforma de personas provida que conocen de cerca el trauma de la violación.
Darlene Pawlik ha sido víctima por partida doble: fue engendrada en una violación, fue abusada por su padre y un tío materno, y luego fue vendida y usada prácticamente como esclava sexual durante varios años en su adolescencia.
Darlene Pawlik ha sido víctima por partida doble: fue engendrada en una violación, fue abusada por su padre y un tío materno, y luego fue vendida y usada prácticamente como esclava sexual durante varios años en su adolescencia.
"Me concibieron en una violación brutal y me enteré de ello cuando era muy pequeña. El conocimiento de este hecho y el abuso sexual infantil del que fui víctima por parte de mi propio padre y, más tarde, por un tío materno me hicieron sentir que no valía nada y era una niña muy vulnerable", recuerda.
Saber desde pequeña que era fruto de violación y ser objeto de abusos en su propia familia habían hundido su autoestima.
Saber desde pequeña que era fruto de violación y ser objeto de abusos en su propia familia habían hundido su autoestima.
"Tenía 12 años cuando mi madre se divorció por segunda vez. Desde los trece años, estuve metida metida en drogas y alcohol, vagando por el vecindario y saliendo con un fisicoculturista que conducía un Cadillac negro. Me cortejó y fue muy paciente mientras me manipulaba para meterme en su cama".
"Él me vendió por primera vez el día que cumplí 14 años. Yo estaba de pie sobre tres pulgadas de lodo congelado, con las zapatillas de tenis llenas de agua helada, tiritando delante de una farmacia local al final de la calle donde vivíamos, esperando a que me recogiera. El comprador estaba encantado de saber que yo era tan joven, inexperta y miedosa".
"El proxeneta me vendió por sexo cientos de veces. Luego me vendió a otro hombre que, a su vez, me vendió por sexo también", recuerda.
Darlene resume así esos años: "Era un círculo vicioso de abusos, violación en grupo, intento de suicidio, insomnio, acurrucarme en puertas y escalinatas de iglesias, drogas, alcohol, arrestos y huir de nuevo".
Darlene resume así esos años: "Era un círculo vicioso de abusos, violación en grupo, intento de suicidio, insomnio, acurrucarme en puertas y escalinatas de iglesias, drogas, alcohol, arrestos y huir de nuevo".
¿Qué la mantenía tan sometida? La combinación de miedo y falta de esperanza. "Yo me sometía a ese tráfico sexual por miedo, no porque me encerraran o amenazaran. No tenía esperanzas de que las autoridades me ayudasen".
Ella veía que las "autoridades" no parecían pdoer ayudarla. "Un apartamento en el que me alojé fue alquilado al candidato a sheriff de esa pequeña ciudad. Algunos de mis clientes eran hombres de negocios, un concejal de la ciudad, profesionales, y algunos amantes de la violencia y mal".
Ella veía que las "autoridades" no parecían pdoer ayudarla. "Un apartamento en el que me alojé fue alquilado al candidato a sheriff de esa pequeña ciudad. Algunos de mis clientes eran hombres de negocios, un concejal de la ciudad, profesionales, y algunos amantes de la violencia y mal".
Darlene Pawlik hoy, madre y esposa feliz
"A los diecisiete años, me vendieron a un hombre como una "mascota". Pensé que estaría más segura, al menos tendría que servirle solo a él. Me vestía bien y me llevaba a cenas agradables. Obtuve un trabajo y finalmente sentí un poco de estabilidad, era casi normal".
Pero había una condición para esa "normalidad": nada de bebés. "Él me había dicho que si me quedaba embarazada tendría que abortar. Me asustó, pero no sentí que tuviera elección".
"Después de cuatro meses, quedé embarazada. Mientras golpeaba su puño en el brazo de madera del sofá, me gritó: "¡No quiero vida!". Era aterrador - su voz se disparó a través de mí".
"Este hombre era un jefe del crimen organizado. Dijo que me haría un aborto o me mataría y yo sabía que esto era cierto. Uno de sus agentes había sido mi traficante y me había golpeado y violado en numerosas ocasiones. Concerté la cita para abortar en su presencia".
"Este hombre era un jefe del crimen organizado. Dijo que me haría un aborto o me mataría y yo sabía que esto era cierto. Uno de sus agentes había sido mi traficante y me había golpeado y violado en numerosas ocasiones. Concerté la cita para abortar en su presencia".
"Esa noche alcé las manos al cielo mientras lloraba y rezaba: “¡Dios, si eres real, por favor, ayúdame!". De alguna manera, me quedé dormida y soñé con un aborto con todo detalle desde la perspectiva del interior de la matriz. No tenía conocimiento del aborto en ese momento, pero hoy sé que era preciso por el nivel de desarrollo gestacional en gran detalle. Esas pequeñas manos y pies, ese rostro diminuto, las costillas y la sangre... ¡Era horripilante! Yo siempre había querido ser mamá desde que tenía uso de razón".
"Cuando desperté, llamé a todos los que se me ocurría que me podrían ayudar. Busqué entre las tarjetas de presentación que la gente me había entregado en algún momento y di con una trabajadora social que había tratado de ayudarme una de las veces que me fugué. Ella me encontró un hogar para chicas embarazadas al que me llevaría. Algunos amigos llevarían mis cosas. Pero, ¿cómo me escaparía?"
"Mi captor insistió en salir a cenar después de la cita para el aborto. Llegó el día. Me fui e hice arreglos con la trabajadora social, pero volví y me preparé para la cena. Estaba tan asustada que estaba llorando y casi histérica todo el día. Con mi cara hinchada, ojos inyectados en sangre, temblores y respiraciones superficiales, entré en el coche. Estaba muy intranquila - mi respiración lo delataba. Tartamudeé cuando le dije a él que me quería ir a vivir con una prima que me daría trabajo".
"Mi captor insistió en salir a cenar después de la cita para el aborto. Llegó el día. Me fui e hice arreglos con la trabajadora social, pero volví y me preparé para la cena. Estaba tan asustada que estaba llorando y casi histérica todo el día. Con mi cara hinchada, ojos inyectados en sangre, temblores y respiraciones superficiales, entré en el coche. Estaba muy intranquila - mi respiración lo delataba. Tartamudeé cuando le dije a él que me quería ir a vivir con una prima que me daría trabajo".
"Algo me pasó en esa mesa", le dije, "ya no quiero estar aquí". Pensé que él lo entendería porque me había hablado de otras chicas a las que había obligado a abortar y las había dejado ir. Toda la noche estuve muy nerviosa, no podía quedarme quieta porque tenía mucho miedo de que me descubriera. Fui al baño con frecuencia y lloré durante toda la cena, fingiendo náuseas y dolor. De camino a casa, me dijo que podía irme, pero si volvía a la ciudad, tendría que encontrarlo".
"Salí de su casa rápidamente al día siguiente. Le prometí a Dios que formaría a mis hijos en el temor y admonición del Señor si mi bebé nacía bien. La niña nació y era perfecta. Y yo cumplí mi promesa. La gente que me conoce hoy, no puede comprender como pude haber vivido una vida así. Y yo les explico: Salvar a mi bebé me salvó la vida".
Hoy Darlene puede hablar a otras muchas mujeres que viven en circunstancias duras y ayudarlas, asegurando que es posible la esperanza, que vale la pena apostar por la vida, que dar vida y cuidarla es sanador y transformador.