“Las parejas rompen porque no tienen saldadas sus cuentas emocionales. A la ofensa le sigue la revancha, devolver lo mismo que uno recibió. La comunicación está bloqueada porque el agravio se hace presente en todo momento, se actualiza con fuerza, y es así como la pareja entra en una dinámica en la que ambos cónyuges asumen los papeles de víctima y agresor, o bien los dos agresores o los dos víctimas, en un círculo vicioso que al final les conduce a la ruptura”, aseguran José Ángel de Francisco y María Dolores Canet, autores de una novedosa terapia con la que cientos de matrimonios están sanando sus heridas y recuperando su relación.
El método De Francisco-Canet, que ya está implantado en España en Albacete, Madrid, Murcia, Sevilla y Valencia, consiste en un proceso en el que “se conduce a la pareja herida a un punto en el que son capaces de madurar en el perdón y ver que es posible una vida matrimonial diferente, basada en valores conyugales esenciales como la confianza, la lealtad, la paciencia, el perdón, el respeto, que son valores que todo el mundo puede aprender, sin forzar, poco a poco, de manera que se pueden trabajar desde la inteligencia emocional”, afirman. En este proceso hay que tener en cuenta “tanto la parte emocional como la voluntad de amar, para lo que el camino a recorrer es el trabajo sobre los valores conyugales”.
De esta manera, en los últimos siete años, el porcentaje de casados que ha podido sanar su relación en una terapia de diez sesiones llega hasta el 80 %, mientras que en el caso de parejas sin compromiso matrimonial este porcentaje llega casi al 100 %.
Para el doctor De Francisco, “lo más grave para perdonar son las infidelidades, porque eso supone que ha habido un momento en que uno ya no es para el otro lo primero en su vida. Se introduce a un tercero que viene a romper su intimidad, que era el tesoro que tenían, y así rompe el compromiso. Es el agravio más profundo que uno puede tener, y acarrea una pérdida de confianza difícil de restaurar”.
Sin embargo, la sanación de estas heridas “no es del todo imposible, porque aun en estos casos se puede trabajar el perdón, dejando claro que el amor es generosidad, que el perdón no se puede otorgar desde la soberbia sino desde la humildad de sabernos frágiles y que todos podemos errar”.
El perdón exige “una maduración interior. La herida y el dolor están presentes en los primeros momentos y no somos capaces de aceptarlo, pero debemos asumir sin remordimientos que nos cuesta perdonar, que necesitamos tiempo para elaborarlo y cada uno tiene su tiempo, nadie reacciona igual”.
Aun así, “no se puede seguir pasando factura a la persona que ya hemos perdonado. Queda zanjado el asunto, hay que mirar hacia el futuro como si fuera una vacuna, procurar que no vuelva a ocurrir lo mismo. Las parejas que salen triunfadoras de este reto han tenido una experiencia de la que saldrán fortalecidas y tendrán un punto de vista diferente de lo que es el amor en la pareja. El perdón, al final, da la medida del amor”.