Justo antes de caer desplomada y quedarse en un coma que ha durado 29 años, tanto ella como su marido Nazzareno Moroni habían decidido dejar todo e irse como misioneros laicos del Camino Neocatecumenal y llevar el Evangelio a donde fuera necesario. Pero este acontecimiento lo impidió.
Su misión pasó de ir por el mundo anunciando el Evangelio a ser testigos del amor de Dios desde la enfermedad y el sufrimiento. Y su muerte ha sido un signo importante en un momento muy delicado en Italia, donde la aprobación de la eutanasia está más cerca que nunca.
Desde hace años, el lobby pro-eutanasia busca la forma de legalizar estas prácticas y no hay nada más efectivo que la “emoción” para lanzar una campaña que conciencie a la sociedad de que no tiene sentido sufrir por sufrir. Y es lo que hizo años atrás en caso Eulana y muy recientemente con DJ Fabo, el músico que quedó tetrapléjico y ciego tras un accidente de tráfico y que pidió al presidente en un vídeo que le permitiese morir.
Estas imágenes fueron promocionadas por todos los medios de comunicación italianos y finalmente este hombre fue a Suiza, donde la eutanasia está legalizada, para morir. Sin embargo, el debate sigue abierto, más que nunca.
El caso de DJ Fabo ha vuelto a reabrir con fuerza el debate sobre la eutanasia en Italia
El caso de Angela, o el testimonio de Antonio Socci no son conocidos ni reconocidos por los grandes medios porque muestran algo que va contra estos grupos, que el sufrimiento tiene sentido, que toda persona tiene dignidad sin importar su estado y que el amor incondicional puede solventar cualquier situación.
La semana pasada Angela falleció y su caso ha sido por fin conocido en toda Italia. Incluso muerta sigue dando testimonio cristiano logrando llevar a los hogares italianos y también a los políticos otra forma de afrontar el sufrimiento. Estos 29 años postrada en una cama en coma, sólo por mostrar su caso en este momento histórico en Italia, ya han merecido la pena.
Así lo ven en su familia. Una familia cristiana que en ningún momento decidió ni pensó en desconectar a su esposa y madre.
Todo ocurrió un 23 de enero de 1988 cuando Ángela cayó desplomada en casa. Rápidamente, Nazzareno acudió en su auxilio, además él había estudiado Medicina. Pese a los intentos de reanimación ella quedó en coma. Aunque los médicos del hospital de Chieti creían que mejoraría se quedó así durante años.
En ese momento, Ángela y Nazzareno tenían cinco hijas, Clara, Benedetta, Stefania, Noemí y Elisabetta, que tan sólo tenía 14 meses. Tampoco es casualidad que la madre tuviera sólo hijas, que durante todos estos años se han volcado para cuidarla.
Al comprobar que la situación se alargaba y parecía irreversible la familia decidió llevarse a Ángela a casa para cuidarla allí. Tal y como explica la familia, durante todos estos años esta mujer ha sido “un faro que ha iluminado el camino para toda la familia”. Durante este tiempo fue una esposa que no hablaba, una madre que no podía acariciar a sus hijos o que no cocinaba pero para todos ella hacía presente el amor de Dios.
Ángela, junto a sus cinco hijas pocos meses antes de que entrara en coma
Lejos de tratarla como un desecho, la habitación de Angela se convirtió en el centro de la casa. Allí se han vivido los momentos más importantes de toda la familia, las comuniones, las bodas, los aniversarios y otras fechas importantes para Angela y Nazzareno.
En todos estos años nunca nadie en la familia ha pensado en desconectar a su madre y dejar que muera, pues veían que servirla era lo mejor que podían hacer. Su marido, diácono permanente y catequista, siempre decía lo mismo: “El Señor decidirá cuándo llegará el momento”. Y así ha sido.
El funeral fue multitudinario y Ángela se ha convertido en un ejemplo de evangelizar desde el silencio y la pequeñez. Ahora está haciendo resonar con fuerza el don de la vida en una sociedad que quiere eliminar a personas como ella.
El marido, que recordaba cómo iban a partir de misioneros cuando enfermó, dijo que “el Señor determinó que este mensaje de amor debíamos darlo en familia. Y no nos arrepentimos de la nuestras elecciones y podemos decir con certeza que estos 29 años han sido para todos nosotros, años de grandes regalos”.