La entrada en vigor de la "ley del latido fetal" en el estado de Texas el 1 de septiembre ha suscitado la indignación de buena parte del establishment abortista estadounidense. Especialmente después de que el Tribunal Supremo rechazase la petición del Centre for Reproductive Rights de bloquear la ley.
Ante el “esfuerzo de gobierno” anunciado por el presidente Joe Biden para revocar la medida, el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, ha hecho público su “deber de enfrentar a los políticos Católicos que apoyan el derecho al aborto” en una carta publicada en el diario Washington Post.
"Inquietante": políticos católicos favorables al aborto
“Como líder de fe en la comunidad católica, encuentro especialmente inquietante que muchos de los políticos que están en el lado equivocado de los derechos humanos se autoproclamen católicos”, expresó el arzobispo.
“No se puede ser buen católico y apoyar la expansión de un derecho aprobado para matar a seres humanos inocentes”, sentenció Cordileone en el documento. Frente a ello, reivindica que “la respuesta a los embarazos en crisis no debe ser la violencia, sino el amor, tanto para la madre como para el niño”.
Obispos valientes, como el obispo Rummel contra la segregación
Cordileone recuerda la valentía del arzobispo Rummel de Nueva Orleans a mediados del siglo XX, cuando la segregación racial y el racismo estaban muy extendidos en Estados Unidos.
“Joseph Rummel no priorizó la comodidad de los feligreses por encima de la justicia racial y comenzó una larga campaña para cambiar las opiniones de los católicos segregacionistas”, señala.
El arzobispo de Nueva Orleans, Joseph Rummel, que fue valiente contra los políticos racistas y segregacionistas, muy poderosos en su época
Como recuerda el arzobispo, la labor de Rummel no se limitó a la emisión de doctrina, y fueron muchas las medidas que empleó para enfrentar este problema: admitió a los estudiantes negros en el seminario de Nueva Orleans, ordenó la eliminación de los letreros de “blancos” y “de color” de las iglesias, incluso llegó a cerrar una iglesia por negarse a aceptar a un sacerdote negro.
“Muchos católicos blancos estaban furiosos, y organizaron protestas y boicots”, explica. La respuesta de Rummel fue paciente pero determinada. “Envió cartas instando a la conversión, pero también estuvo dispuesto a amenazar a los opositores con la excomunión”.
La amenaza se cumplió en tres destacadas personalidades segregacionistas, de los cuales dos se arrepintieron y pasaron sus últimos días dentro de la Iglesia”.
“¿Eso estuvo mal?” se pregunta Cordileone. “[Rummel] reconoció que la defensa del racismo era escandalosa y violaba las enseñanzas católicas fundamentales”, lo que “en nuestro tiempo” es comparable al aborto.
"La sangre de 60 millones de niños clama justicia"
“¿Qué podría ser una negación más atroz de la unidad y la solidaridad humana que el aborto? ¿Podemos callar los pastores cuando la sangre de 60 millones de niños clama justicia? ¿Cuándo sus madres están condenadas a sufrir en silencio?”, se pregunta.
Cordileone destaca, además, que la restricción del aborto no es la única medida adoptada en Texas. “Está invirtiendo 100 millones de dólares para ayudar a las madres, agencias de adopción y hogares de maternidad, brinda asesoramiento gratuito y capacitación laboral para las madres que deseen tener a sus bebes”, enumera.
Defender del aborto supone "un gran mal moral"
Tras afirmar su conformidad con la medida aprobada en Texas, Cordileone concluyó sentenciando que “el aborto mata a un ser humano único e irrepetible que crece en el útero de su madre. Todo aquel que aboga por el aborto, la vida pública o privada, quien lo financia o lo presenta como una opción legítima, participa de un gran mal moral”.
Y esto, afirma, “no es inapropiado que lo diga un pastor”. En todo caso, añade, “la respuesta de los líderes políticos católicos a lo sucedido en Texas destaca la necesidad de que lo digamos más alto”.