Ya están prácticamente aquí las Navidades y con ellas la llegada de los Reyes Magos y a buen seguro los móviles, tabletas o los videjuegos serán algunos de los regalos estrella que reciban miles de niños este año.
El abuso de esta tecnología está generando un fuerte debate en la sociedad ante los efectos que pueden tener en los menores, tal y como alertan numerosos expertos. Sin embargo, ¿son los padres un ejemplo para sus hijos o son ellos los primeros que acaban abusando de estos aparatos?
Un estudio realizado por dos universidades estadounidenses recogido en un reportaje de ABC, que les mostramos a continuación, muestra qué opinan precisamente los niños sobre el uso que hacen sus padres de la tecnología. Y por lo que se ve en las respuestas de los hijos, éstos utilizan el viejo dicho contra sus padres: “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago":
Guillermo Cánovas, director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología EducaLIKE, asegura que los alumnos con los que trabaja sobre la necesidad de respetar una serie de normas básicas relativas al uso de los teléfonos móviles, suelen mostrarse bastante receptivos: “a unos les cuesta más y a otros menos, pero por lo general aceptan que deben establecerse unos horarios, lugares y normas básicas de educación en relación al uso de estos dispositivos. Entienden que hay momentos, como las comidas y las cenas con la familia, en los que no es posible estar contestando mensajes mientras tus padres te están preguntando por las vicisitudes del día, por ejemplo”.
Lo bueno de trabajar en colegios e institutos muy dispares, prosigue este experto, es que puedes deducir cuáles son las preguntas o dudas que más se repiten entre los propios menores, independientemente de la procedencia y características de cada sitio. Y una de las cuestiones que suele salir a relucir, con menos frecuencia entre los niños pero con mucha entre los adolescentes, es el papel que juegan los padres en esta cuestión. Y más en concreto, el tema del ejemplo. Pocos son los grupos de alumnos, revela Cánovas, en los que al plantearles esta cuestión, no surge finalmente algún comentario o pregunta directa del tipo: "¿y si mis padres son los primeros que contestan los Whatsapp durante la comida…?".
Los hijos quieren que sus padres les hagan caso, jueguen con ellos, que les escuchen pero la realidad es que cada vez más adultos son adictos al móvil y a las redes sociales creando un mal precedente para sus hijos
"Resulta complicado trasladar a los menores de edad la necesidad de plantearse estas cuestiones si no las observan entre sus mayores. Es contraproducente que observen a sus padres anteponer la respuesta a un WhatsApp ante cualquier otra cuestión, y más cuando supone interrumpir una conversación cara a cara, dejar de prestar atención a algo que te están contando, o simplemente llevar a cabo una actividad como el juego con sus hijos. Creo que muchos de los mensajes que recibimos pueden y deben esperar ante determinas situaciones. Tanto mayores como menores debemos aprender a priorizar, a relacionarnos de forma saludable con la tecnología, y a ser considerados con los demás. Todos hemos experimentado lo que es realizar un trayecto en tren, metro o autobús, escuchando las voces de una persona que parece tener la necesidad de que todos se enteren del contenido de su conversación», recuerda el director de EducaLIKE.
Tal vez sea el momento de plantearnos también qué es lo que los niños y adolescentes esperan de sus padres, en relación al uso de los teléfonos móviles y la tecnología en general. Algunas normas no debieran respetarlas solo ellos. El reciente estudio Not at the Dinner Table: Parents’ and Children’s Perspectives on Family Technology Rules, realizado conjuntamente por la Universidad de Michigan y la de San Francisco, pone de manifiesto las demandas de los más jóvenes en relación al uso que sus progenitores hacen de los teléfonos móviles.
“Tal vez muchos padres y madres no se hayan planteado esta cuestión, pero sus hijos también tienen cosas que decir al respecto. Tanto niños como adolescentes demandan más atención cuando están contando algo en casa, piden que sus padres les consulten antes de publicar fotografías suyas y, por supuesto, no quieren que sus padres utilicen el móvil mientas conducen”, advierte el también autor del blog Kids and Teens online.
Estas son algunas de las cuestiones que muchos menores manifiestan en el estudio:
-No quieren que sus padres utilicen la tecnología en determinados contextos sociales y, sobre todo, demandan de sus padres que les presten atención cuando están intentando contarles algo que consideran importante.
-No quieren que sus padres compartan información sobre ellos sin consultárselo primero y sin su aprobación. Hay comentarios que un menor nunca haría sobre sí mismo en internet, o imágenes que no publicaría, pero puede encontrarse con que sean sus propios padres quienes lo hagan.
-Piden que les dejen tomar decisiones respecto al uso que hacen de la tecnología. Quieren más autonomía a la hora de disponer de su propio tiempo, y privacidad en las conversaciones que mantienen con sus amigos.
-Demandan que sus padres utilicen también la tecnología con moderación, y que no se convierta en su principal forma de ocio.
De padres enganchados al móvil probablemente saldrán hijos igualmente adictos. El ejemplo es clave en la educación y más aún cuando se trata de las nuevas tecnologías
-Piden que sus padres establezcan normas relacionadas con el uso de la tecnología, y en especial que les protejan de los contenidos no deseados con los que en ocasiones se encuentran. La mayoría de los niños agradecen tener unos parámetros que les sirvan de referencia.
-No les gusta que sus padres utilicen sus móviles durante la conducción, ni que aprovechen los semáforos en rojo para contestar a sus mensajes.
-Esperan que sus padres cumplan las mismas normas que establecen para sus hijos.
En definitiva, concluye Cánovas, “las demandas que plantean muchos niños y adolescentes no parecen injustificadas ni poco razonables. Muchos solo piden lo mismo que pediríamos nosotros. Tal vez el tema de la privacidad sea lo más discutido por algunos progenitores, en función de la edad que tengan los niños, pero sus planteamientos generales tienen todo el sentido”.
Es un buen momento para plantearse no solo la necesidad de establecer unas normas básicas sobre el uso de la tecnología en la familia, sino también para tener en cuenta lo que ellos demandan y aplicarnos nuestras propias recetas. El ejemplo en la educación sigue siendo fundamental, y ser incongruentes con lo que intentamos transmitirles no aportará nada bueno.