Sandra y Arturo son padres de cinco hijos. La más pequeña, Blanca, hizo en escasos 16 minutos "el recorrido que todos tenemos que hacer" en esta vida.
Ante el evidente dolor de una pérdida -y como padres nada hay más duro (e innatural) que la muerte de un hijo-, este testimonio nos muestra lo evidente: que un hijo es un don desde la concepción y que sólo mirando al Amor, y con la compañía que el Señor nos da para recorrer el camino de la vida, podemos aceptar, no sólo con resignación, sino con alegría y gozo también, cualquier pérdida o sufrimiento.
Agradecemos a Sandra y Arturo y a sus hijos su testimonio.
"Queridos amigos,
»Sois muchos los que me preguntáis cómo estoy en estos días.
»Os puedo decir que estoy contenta, aunque hay momentos en los que la nostalgia por la compañía de mi hija me desborda y no puedo no llorar. Pero empecemos por el principio.
»El viernes 27 de mayo a las 22:14 nació nuestra hija Blanca con un hilo de vida... ¡¡pero nació viva!! Los médicos ya nos habían dicho en enero que Blanca tenía varios órganos mal formados y que no viviría.
»Legalmente me estaba permitido abortar, pero no estaba dentro de mi cabeza poner fin a la relación que tenía con mi hija, y lo mismo pensaba mi marido. Nos habría violentado.
»En abril nos confirmaron que tenía una trisomía 9, un síndrome del que se han dado pocos casos en el mundo y poquísimos de ellos llegaron a nacer, porque lo normal es que se pierdan a lo largo del embarazo.
»El viernes dio la 'casualidad' de que mi ginecólogo estaba de guardia, y cuando llegué al hospital enseguida vio que Blanca tenía muy bajas las pulsaciones y que había que hacerla nacer sin esperar a completar la dilatación y sin esperar al anestesista.
»Lo tuvo claro y en 25 minutos desde que llegué al hospital ya había nacido. La pusieron sobre mi pecho y mi marido la bautizó sin perder un minuto.
»En seguida llegó el capellán del hospital y al decirle que ya la habíamos bautizado nos dijo que fenomenal, que entonces la confirmaba.
»Poco después la neonatóloga nos confirmó que ya no tenía latido. Habían sido 16 intensos minutos de vida, y el mayor don que he recibido nunca.
»Sentí paz y una alegría inmensa porque había tenido otra hija, que está en nuestra existencia y en mi corazón para siempre, nuestra quinta hija, Blanca.
»La oración y la compañía de tantos amigos, algunos incluso en la distancia, nos han permitido vivir estos meses y aceptar esta vida que, aunque no de la forma que yo hubiese querido, se nos ha dado y hemos visto cumplirse. Blanca ha hecho el recorrido que todos tenemos que hacer a una velocidad de vértigo, y conoce ya al Amor que la ha llamado a existir de un modo tan misterioso.
»Un fuerte abrazo,
»Sandra."