Hablan mucho del sufrimiento y lo presentan como algo horrible, absolutamente inconcebible e insoportable, denigrante y, sobre todo, absurdo. Pero cuando un sufrimiento parece originar un bien, deja de ser absurdo.
La periodista Claire Cretien cree que el valor del sufrimiento debe tenerse en cuenta en el debate sobre la eutanasia (y en cualquier visión seria de la vida) y expone en un artículo de LifeSiteNews algunas enseñanzas del diácono católico y psicoterapeuta Bob McDonald. Cree que también personas sin fe pueden aprovecharse: lo que en lenguaje cristiano llamamos "abrazar la cruz que Dios nos da" puede ser "aceptar los desafíos que la vida nos plantea". La aceptación de la realidad siempre es el primer paso para la superación y el crecimiento.
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por Claire Cretien
Filósofos, teólogos y las distintas religiones han debatido a lo largo de la historia acerca del misterio del sufrimiento.
¿Por qué sufren los humanos?
Si Dios existe, ¿por qué permite que gente inocente sufra?
¿Por qué Dios permite un sufrimiento que parece tan injusto?
¿Cómo puede Dios permitir que gente con enfermedades terribles viva y siga sufriendo terriblemente?
Los defensores de la eutanasia y del suicidio asistido explotan el miedo moderno al sufrimiento para argumentar que la respuesta más compasiva para la persona que sufre es la muerte.
[Lea, por ejemplo: La palabra «sufrimiento»: el coladero para matar legalmente a niños de cualquier edad en Bélgica]
Quienes se oponen (justamente) a la eutanasia y al suicidio asistido resaltan que la mejor solución es aliviar el sufrimiento utilizando los cuidados paliativos y no eliminando a la persona que sufre.
En un nuevo ensayo, The Splendour of Suffering (El esplendor del sufrimiento), el diácono y psicoterapeuta católico Dr. Robert McDonald indica seis componentes que pueden ayudar a la gente a entender el misterio del sufrimiento que -argumenta el autor-, es una parte inevitable de la vida y que, en última instancia, puede ser una bendición.
El sufrimiento, escribe McDonald, tiene varias formas y nadie, no importa lo rico que sea o el éxito que tenga, puede evitar sufrir de algún modo en la vida.
Los componentes de McDonald que ayudan a entender el sufrimiento pueden proporcionar al dolor emocional, físico o de otras formas el consuelo y la fuerza necesarios para aceptarlo, o incluso abrazarlo. Son también una firme refutación al constante retrato que el lobby de la eutanasia hace del sufrimiento como algo sin sentido.
El enfoque que hace McDonald del sufrimiento ilustra también una profunda diferencia entre el punto de vista cristiano y el que no lo es. El primero ve lo positivo que puede surgir del sufrimiento; el punto de vista no cristiano ve el sufrimiento como algo sin sentido.
El sufrimiento con un sentido es muy distinto al sufrimiento absurdo... y lo mismo puede decirse de la vida entera
Hay una mentalidad moderna que, según McDonald, enseña lo siguiente: "Debemos evitar el sufrimiento a toda costa, no debemos enfermar, no debemos aceptar nada que sea un impedimento a nuestra vida confortable y es una locura pensar en sacrificarnos por el bien del otro".
Esta mentalidad es sorprendentemente evidente en los argumentos que esgrimen los defensores de la eutanasia y el suicidio asistido, cuyas definiciones arbitrarias y constantemente cambiantes acerca del "sufrimiento insoportable" están enraizadas en la idea de que no vale la pena vivir la vida si en ésta hay dolor y sufrimiento.
El sufrimiento no era intención de Dios, escribe McDonald, y el hecho de que exista en nuestro mundo es el resultado del pecado que, libremente, el primer hombre y la primera mujer decidieron cometer, lo que desencadenó el sufrimiento y la aflicción en la humanidad.
Sin embargo, los cristianos creen que el Señor sufrió cuando estuvo en la tierra, escribe McDonald. Esto puede ser una gran fuente de consuelo para los fieles; las almas no están solas en su sufrimiento porque pueden unirse a Jesús, que sufrió mucho en la tierra.
Otro elemento positivo del sufrimiento es su utilidad para otras personas, escribe McDonald.
"Muy a menudo nuestro dolor parece no tener sentido ni finalidad; sin embargo, no es así", escribe McDonald. "Tiene un componente redentor, es decir, nuestro sufrimiento… es honrado por Dios en la conversión de los pecadores que, de otra manera, estarían condenados al infierno".
Sigue McDonald: "Como resultado del vínculo de cada persona humana con el resto de personas humanas, los pecados del mundo me afligirán, aunque sea inocente. Por lo tanto, una buena mujer puede ser violada por un marido borracho; un inocente no nacido puede ser arrancado del vientre de su madre; un hermoso niño puede morir de cáncer; un hombre puede cometer un asesinato en un lugar remoto del mundo y, a causa de todos ellos, yo puedo estar debilitado de alguna manera. En una palabra, nuestro sufrimiento no viene de Dios. Viene del peso insoportable del pecado en el mundo y los inocentes son a menudo arrastrados a esta red de maldad. El Cuerpo Místico de Cristo tiene que coger de nuevo su cruz, seguir a Jesús por la Vía Dolorosa hasta su Calvario y, más allá de éste, hasta la alegría de la Resurrección".
"Y, sin embargo, Dios es un Dios misericordioso. El sufrimiento de los inocentes, siendo en sí y por sí mismo algo malo, es transformado por Dios en una acción poderosa de redención continua en la vida de los hombres. El mal es el mal y los hombres no pueden sacar el bien de él, pero Dios sí puede. 'Nada es imposible para Dios' (Lc 1, 37). Dios es capaz de sacar lo bueno de lo que parece oscuro y demoledor. Permite que Satanás haga el mal y éste el misterio del mal que nosotros no podemos entender, porque Él revierte sobre Satanás el mal que éste ha hecho".
"Cuando los inocentes sufren, Dios responde salvando sus almas, mientras que Satanás, que al principio disfruta viendo el sufrimiento de los inocentes, acaba rechinando los dientes, frustrado. Cuando todo se ha dicho y ha sido realizado, sus peores esfuerzos sólo consiguen dar gloria al Señor".
"Dios… permite nuestro sufrimiento para perfeccionarnos y ponernos a prueba", escribe McDonald acerca del cuarto componente, la obediencia, gracias al cual se puede entender el sufrimiento. "Del mismo modo que el oro es purificado en un crisol, nosotros somos purificados por el sufrimiento y porque nuestra fe es puesta a prueba. Dios convierte, con amabilidad, el mal de nuestro sufrimiento para que sea beneficioso espiritualmente".
La historia de Santa Rita de Casia es un gran ejemplo de esto, escribe McDonald. El marido de Santa Rita era un hombre cruel y violento. Sin embargo, Santa Rita soportó todo por amor a Jesús y rezó por el alma de su esposo. Éste tuvo una profunda conversión al catolicismo y se convirtió en un marido devoto.
El quinto componente de McDonald es que el sufrimiento puede reducir el tiempo que un alma debe pasar en el Purgatorio. Según creen los católicos, algunas almas entran en este estado para ser purificadas antes de entrar en el Paraíso.
"Es un hecho bien conocido de la teología católica que es mucho mejor sufrir aquí, en la tierra, incluso durante mucho tiempo, que pasar un solo día en el Purgatorio", continúa McDonald. "Nuestro sufrimiento terrenal es, por lo tanto, preferible a cualquier experiencia en el Purgatorio. Esto puede ser difícil de entender para nosotros, aquí en la tierra, pero las almas santas que están en el Purgatorio seguramente lo entienden".
Esto lleva a otra diferencia en la visión que tienen del mundo los cristianos respecto de los no cristianos. Si la muerte no tiene significado, o si cada persona automáticamente va al Cielo y el infierno no existe, entonces tiene sentido que se prefiera la muerte a un sufrimiento prolongado. Pero si la visión del mundo cristiana es correcta, entonces el sufrimiento puede ayudar al destino eterno de la persona y, en última instancia, llevarla a que se encuentre cara a cara con la visión beatífica.
"El sexto y último componente es que el sufrimiento es una especie de centro de adiestramiento espiritual", continúa McDonald. "Es valioso en cuanto entrena nuestros músculos espirituales haciéndolos más aptos para la gran batalla entre las fuerzas del bien y las del mal… El punto es que no estamos en posición de regatear con Dios sobre las dimensiones exactas de nuestra cruz. El hecho de que sea siempre tan difícil de soportar es lo que hace que sea una cruz. Todo lo que podemos hacer es pedirle al Señor la gracia de soportarla y de hacerlo con amor y también con alegría. Naturalmente, es bueno y santo rezar para que el sufrimiento sea más llevadero, pero mientras esperamos la respuesta de Dios, será más fácil de llevar si lo abrazamos".
Si volviéramos a escribir este pasaje para una audiencia no religiosa, podría decir algo así: "El punto es que no estamos en posición de regatear con la vida sobre las dimensiones exactas de nuestros desafíos. El hecho de que sean tan difíciles de soportar es lo que hace que sean desafíos y forman, simplemente, parte de la vida. Obviamente, es bueno esperar que los desafíos disminuyan, pero mientras esperamos que esto suceda será más fácil para nosotros si los abrazamos y aceptamos la realidad".
Éste no es necesariamente un concepto cristiano; es un concepto que la psicología moderna abraza. La negación dificulta, si no imposibilita, el ir hacia adelante en una situación desagradable.
Tal vez los argumentos de McDonald y el testimonio valiente de los cristianos que sufren terriblemente, pero que saben que Dios puede sacar lo bueno de su sufrimiento, puede ser una inspiración para quienes ven el sufrimiento como algo sin sentido, haciendo que se replanteen su concepto del mismo y permitiendo así que los defensores de la vida utilicen el sufrimiento en sus argumentos contra una cultura de muerte.
(Traducción del inglés por Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)