En 1988 el sociólogo estadounidense Jeffry H. Larson publicó "The Marriage Quiz" ("La encuesta del matrimonio: las creencias de los estudiantes universitarios sobre algunos mitos del matrimonio"). En este libro, a partir de diversos estudios, mostraba que muchos matrimonios se rompían o eran más infelices de lo que cabría esperar porque los jóvenes se casaban con una serie de expectativas no realistas que, al no cumplirse, consideraban señales de desastre y causas para desistir del esfuerzo que significa convivir.
Eran "razones para desertar". Razones malas, razones irracionales... pero que culturalmente consideraban que prácticamente les obligaban a romper su familia, o a desistir de intentar mejorarla.
Los años han ido reforzando las tesis de J.H. Larson y otros libros y estudios lo han constatado ampliándolo a otros ámbitos. Así, se ha publicado el ensayo Las creencias de la pareja sobre el matrimonio, volverse a casar y ser padres (Universidad de Tenessee), de Susan Alford Carter, El apoyo de los mitos sobre el matrimonio de los terapeutas familiares, de Benjamin E. Caldwell y Scott R. Woolley, o los trabajos de D. Popenoe. Todos ellos recogen y denuncian esas ideas derrotistas, "pro-divorcio" y "pro-ruptura", tan dañinas como extendidas. Aunque se trata de datos recogidos en Estados Unidos, en otros países con divorcio extendido no deben ser muy distintas.
He aquí una selección de 10 de estas ideas derrotistas y equivocadas.
Mucha gente cree que si el sexo falla, todo fallará, la felicidad será imposible, etc... No es cierto, porque aunque la relación sexual es un elemento importante del matrimonio no es el único. Los problemas sexuales de pareja se pueden mejorar, tratar, llevar a terapia, y al final lo verdaderamente importante es el trato interpersonal.
Hay parejas que se rompen ante la dificultad para engendrar, y las hay que creen que hay que engendrar a toda costa para lograr unir a la pareja. Lo cierto es que los hijos son fines, no medios. Son frutos de la relación, pero no los únicos. Es sano y normal tener hijos, la fertilidad no es una enfermedad, la infertilidad sí es un fallo en la salud. Pero un matrimonio puede ser fértil de muchas formas sin tener hijos: puede adoptar, puede volcarse en ayudar a los niños necesitados del mundo, puede ser fértil en obras solidarias, artísticas, educativas y en amarse el uno al otro. El matrimonio es superior y anterior a los hijos: está ahí antes de que lleguen los niños, y ha de seguir cuando los niños se van de casa.
Estadísticamente se ha demostrado en EEUU que los hombres tienden a evitar casarse con mujeres que ganan más o tienen más estudios que ellos, y es cierto que cuando se casan así puede haber más rupturas. Pero que se dé este hecho estadístico no significa que los matrimonios con mujeres con estudios y buenos salarios deban verse como antesalas de la ruptura. Los cónyuges son los que deciden que su relación va a ser de compromiso de por vida.
Este mito hace que algunos casados fantaseen con su juventud soltera (aunque en realidad era más hermosa por joven que por soltera) y con las proezas sexuales que cuentan otros solteros... Pero que las cuenten no significa que las vivan. Las personas casadas con una vida sexual magnífica y plena no suelen hablar de ella, precisamente porque es algo precioso pero también cotidiano para ellos; presumir ante los demás es cosa más frecuente de solteros.
No es cierto. Las estadísticas en EEUU hace años que tienen bien establecido que las principales causas de divorcio son las infidelidades, las adicciones (drogas, ludopatías, alcoholismo) y el derroche de dinero (ligado a menudo a las adicciones). Hay parejas muy dadas a comentar las cosas "con fuerte voz" y apasionamiento, pero que no se separarán nunca. Por otra parte, siempre es posible ir a una terapia de pareja para aprender hábitos de diálogo, resolución de conflictos en pareja, cómo abordar las discusiones, etc...
Cada pareja es un mundo, pero los estudios demuestran que es más frecuente que sean las mujeres las que cambien de costumbres para adaptarse a diversas circunstancias de sus maridos. De todas formas, como tantos otros temas, la pareja debe hablarlo y solucionarlo, no romper.
Un mito que creen muchos es que "mi pareja ha de saber todo, todo, todo lo que pienso de ella". La realidad es que demasiada sinceridad no solicitada en vez de ser edificante puede ser desestabilizadora. Una pareja funciona mejor insistiendo en resaltar lo que nos gusta del otro, hacer muchos más comentarios positivos y limitar mucho los negativos.
El romanticismo acaba desapareciendo tarde o temprano, pero ello no significa que la relación este destinada al fracaso. Cuando éste desparece hay que luchar por mantener otros valores como el compromiso, el cariño, la complicidad, el compañerismo, la acción y proyectos conjuntos y otras mil cosas compartidas por dos que se aman.
No hay ningún estudio en ningún país, después de décadas de investigación, que demuestre esto, que relacione el sexo prematrimonial o el vivir juntos antes de casarse con mejores matrimonios. Por el contrario, hay infinidad de estudios en numerosos países, todos en la misma dirección: el sexo prematrimonial y la cohabitación o irse a vivir juntos sin casarse aumenta (y mucho) las posibilidades de divorcio.
Chesterton comentaba que la mujer "emancipada" sustituía los mandatos de su marido (que le amaba y amaba el hogar común) por los del jefe (que no la ama a ella ni a su hogar). Pero estadísticamente no parece haber relación entre que la esposa trabaje fuera de casa y el éxito matrimonial. Esto es un tema que cada matrimonio debe gestionar según sus valores, deseos, posibilidades económicas, vocación, etc... Además, en el siglo XXI hay muchos grados de "trabajo en casa" (con internet, etc...) y de hecho el peligro es que ambos cónyuges estén "secuestrados" por su trabajo en su propio hogar.