Tenía 18 años y vivía en casa de sus padres cuando quedó embarazada. Al ver que el mundo se le venía encima, y comprobar que todos la impulsaban a matar a su hija (desde su novio a sus padres y amigos), concertó una cita con el abortorio para llevar a cabo la intervención.
Pero hubo alguien a la puerta del centro que salvó dos vidas, la de la hija y la de la madre. Una voluntaria de los Rescatadores Juan Pablo II se acercó para hablar con ella.
Y esto fue lo que pasó:
Ahora Michelle ha concluido sus estudios, está trabajando, se ha independizado y utiliza su experiencia al servicio de otras chicas en situación similar a la que ella vivió. Y es feliz porque ya ha conseguido salvar una vida con su primer rescate.