No soy una gurú en temas de noviazgo y relaciones interpersonales, pero desde lo que he podido vivir y desde experiencias cercanas de amigos y familiares, puedo enumerar 12 señales que nos indican cuándo hay que ponerle un alto a la relación o simplemente ponerle punto final. ¡Ojo! con esto no estoy diciendo que no vale la pena intentar y buscar madurar juntos, haciendo todo lo posible para que las cosas vayan bien, pero es necesario discernir en qué momento la relación debe tomar otro rumbo si después de haberla luchado la cosa no va para ningún lado y menos para dónde Dios quiere…
Puede que esa mujer o ese hombre sea todo lo que has soñado físicamente. Además de eso es inteligente y sus chistes son buenos, pero ¡ups! sumado a que no cree en Dios, se opone a todos los mandatos de la Iglesia. En este caso lo más aconsejable es acercarlo a Dios, guiarlo y motivarlo; pero si la persona con la que estás (además de no ser creyente) lleva una vida de locos, te aleja de Dios y no tiene mucho interés en cambiar, es mejor que reflexiones y tomes una decisión sabia pidiéndole luces al Espíritu Santo.
Cuando eres verdaderamente creyente también debes ser coherente con lo que permites y no permites. Tu pareja no debe hacer comentarios ofensivos o irrespetuosos cuando se trata de religión. Como católico debes ser firme, no permitir chistes o bromas “inocentes” o mucho menos prohibiciones que afecten tu relación con Dios. “No vayas a misa”, “no reces el rosario”, “¿de qué te sirve rezar tanto?” Esto puede llevarte a darle más importancia a él o ella y menos a Dios.
Cuando esto sucede no hay marcha atrás, es como cuando un plato se rompe, podemos juntar las piezas y volverlo a pegar pero nunca quedará como era antes. Cuando en una relación tu novio o novia te insulta o usa constantemente palabras y frases agresivas se pierde el respeto y se pierde para siempre. Si permitimos que esto suceda una y otra vez y nos quedamos callados, será muy difícil dar marcha atrás.
Mentir se puede convertir en un hábito. Algunas personas se escudan tras mentiras “piadosas”. Estas no existen, pues una mentira pequeña lleva a otra más grande. Las consecuencias de mentir son fatales pues la verdad siempre sale a la luz, tarde o temprano. La relación de pareja debe ser siempre transparente. Si a tu pareja le gusta mentir, no te la recomiendo…
¡Basta de promesas rotas! Si sabes que no puedes cumplirlas simplemente no las hagas. Jugar con los sentimientos de los demás no es sano y al final terminarás rompiendo la confianza de la persona que más quieres. Llegará el día en que tal vez prometas de verdad, pero ya nadie estará ahí para creerte.
Como buenos católicos conocemos la importancia del sacramento del matrimonio. Para llegar a él obviamente hay que ser novios primero, y si tu pareja hace constantes comentarios como: “el matrimonio es para bobos”, “para qué casarnos si así estamos bien”, o llevan 7 años de novios y él te sigue diciendo “no hay afán”. Invita a tu pareja al diálogo, no hagas suposiciones, ni guardes falsas esperanzas, estos temas no son muy fáciles de tocar pero es importante discutirlos y saber con certeza qué es lo que busca tu pareja en la relación.
El noviazgo es un compromiso, una unión voluntaria y por tanto voluntaria también es tu salida. Si tu pareja te es infiel o simplemente ya te “acostumbraste”, ponle fin, corta de una vez por todas. No hay razón alguna por la que debas consentirle la infidelidad constante. Si él o ella no están seguros de lo que sienten pueden ponerle punto final a la relación antes de dejarse llevar por la tentación. Lo que ocurrió una vez, sino se le da la importancia debida y se corrige, puede repetirse mil y un veces.
¿Cuál es el misterio con conocer a los padres? ¿Acaso ellos no fueron alguna vez novios? Ese primer encuentro genera bastante expectativa en ambas partes, pero no hay nada mejor que andar con la verdad. Si tu pareja de verdad te ama no tendrá jamás inconveniente alguno en conocer a las dos personas más importantes de tu vida. Papá y mamá en ocasiones parecen hacernos la vida imposible pero siempre lo hacen pensando en nuestro propio bienestar.
¿Quiénes han estado contigo desde el principio? ¿Quiénes te conocen de pies a cabeza?: tu familia y tus amigos. No debes alejarte o mucho menos abandonarlos a petición de tu pareja, no es sano de ninguna manera. Claramente debe haber espacio y tiempo para cada cosa por separado, pero si a tu pareja NUNCA le agrada la idea de tener que pasar tiempo con tu familia o amigos, ¡NEXT!
Todos soñamos con tener una casa grande, una carrera, un carro… pero también debemos apuntar a las metas espirituales: a ser mejores seres humanos, a ayudar a otros, a ser el bastón de los que más lo necesitan. Si tu pareja solo habla de dinero, dinero, dinero y más dinero, tal vez le haga falta un poco de humildad. Tu deber como novio/a debe ser cambiar su panorama. Puedes hacerlo ver la realidad que muchas otras personas viven: aquellas que sufren, que pasan hambre o que no tienen donde refugiarse. Si a pesar de ello sus metas no cambian y solo apuntan a tener más y más, reevalúa tu relación de noviazgo.
Menospreciar a los demás no te hace mejor persona. Tu pareja debe estar ahí para alegrarse de tus triunfos y tus hazañas. No se trata de competir para ver quién llega más lejos, sino de ir juntos, de la mano, por el mismo sendero. Debes darle ánimo a tu pareja cuando sienta que la meta está muy lejos y contribuir a la construcción de sus objetivos. Están juntos para ayudarse, amarse y apoyarse; no para humillar al otro o sentir envidia por sus logros.
Los momentos de dificultad suelen ser perfectos para conocer mejor a nuestra pareja. La muerte de un ser querido, la enfermedad, la inestabilidad económica, una mala racha en los estudios o el trabajo son oportunidades para fortalecer la relación. Ser novios no es tarea fácil cuando se toma en serio a la otra persona. No se quiere a la pareja solo en momentos de alegría y gozo sino también en aquellos de incertidumbre y tristeza. Si tu pareja es la primera en salir corriendo cuando hay dificultades, no es buena señal.
La mayoría de veces nos llenamos de excusas con nosotros mismos para no terminar una relación, pensamos que esa persona puede cambiar, que las cosas van a estar mejor o que va a ocurrir un milagro. Lo que no sabemos es que la soledad puede ser el regalo perfecto que Dios nos ha estado preparando, no solo para conocernos mejor a nosotros mismos, sino para estar más cerca de Él. ¡No tengamos miedo de rezar, pidiéndole a Dios que nos dé un hombre tal como lo fue San José y una mujer como María Santísima!
Publicado en Catholic Link