Una vez que se acepta la eutanasia el problema pasa a ser cuándo se aplica. En Holanda, por ejemplo, se han inventado la eutanasia preventiva. A veces tiene lugar tras el diagnóstico de una enfermedad degenerativa, pero mucho antes de su desarrollo total. Como en la historia de Annie Zwijnenberg, que recoge Tommaso Scandroglio en La Nuova Bussola Quotidiana:
En Holanda, tierra de tulipanes y de crisantemos, se han inventado la eutanasia preventiva, es decir, se quiere evitar que el paciente sufra poniendo fin antes de tiempo a su existencia. Mejor prevenir que curar. Traducido: mejor anticipar la muerte que curar. En este caso la enfermedad se llama vida y la cura, muerte.
Una vez que se acepta la eutanasia el problema pasa a ser el cuándo. Dicho en otras palabras, pongamos que sea justo matar a una persona para no hacerla sufrir, tanto física como psicológicamente. ¿Cuándo es el momento de matarla? ¿Antes de que sufra de una manera indecible, antes de que empiece a sufrir de manera incluso soportable, antes de que pierda la conciencia, la lucidez? Esta pregunta se la han planteado en Holanda, sobre todo en relación con este último aspecto. De hecho, para acceder a la eutanasia en los Países Bajos hace falta que la decisión del paciente sea plenamente libre, que se dé una condición de "sufrimiento insoportable sin perspectiva de mejorar" o también que se prevea qué pasará (requisito, el de la imposibilidad de mejoría, que atañe a todos los mortales) y que no exista "ninguna alternativa razonable" (también éste, un requisito que está presente en la existencia de todos nosotros, porque la muerte es inevitable para todos).
Evolución de las muertes por eutanasia en Holanda.
Detengámonos en el primer aspecto: la libre decisión de acabar con todo. ¿Y si el paciente ya no es él mismo y sufre de una patología neurodegenerativa? Desde el punto de vista del Derecho su consentimiento no sería válido (pero el pragmatismo holandés a menudo resuelve eficazmente las rigideces legales). Por lo tanto, es necesario actuar a tiempo.
La muerte de Annie
Es por esto por lo que Annie Zwijnenberg, de 81 años, decidió hacerse matar después de que su médico le comunicara que estaba enferma de Alzheimer. "Después de cinco segundos de duda dijo: 'OK, ahora sé lo que quiero'", cuenta su hija Anneke. Se narra la historia de Annie en el documental Antes de que sea demasiado tarde, del director holandés Gerald van Bronkhorst. La película recuerda que Annie amaba la montaña, los paseos, esquiar; después, llegó el diagnóstico de la enfermedad y con él la decisión de cerrar los ojos para siempre. Cuenta la hija: "Le pregunté, '¿Qué quieres hacer antes de morir?'. Hicimos una buena comida, reímos y lloramos. Esa noche no había un mañana, era tan especial..." La noche antes de la ejecución, la madre le escribió una carta a Dios "pidiéndole que cuidara de sus hijos. Sabía que si había un Dios sería un Dios verdaderamente amoroso y tolerante". Una bendición de la eutanasia desde lo alto.
Llegó el último día. "¿Estás segura de querer beber la mezcla que te daré?", le preguntó el doctor a Annie: "¿Sabes que te dormirás y ya no te despertarás?". Ella responde: "Reflexioné de nuevo sobre ello ayer por la noche, desde el principio al fin, y en definitiva esto es lo que quiero, lo hago por mí misma, esto es lo que quiero para mí". Y después hay quien dice que hablar de egoísmo en la eutanasia es de personas insensibles.
El doctor desea un "viaje seguro" a Annie antes de matarla.
Annie no vacila cuando le dan el vaso con el líquido transparente que contiene una dosis letal de sedante. Lo bebe, quejándose sólo del gusto amargo. Annie se duerme profundamente, tanto que empieza a roncar. En un cierto punto alguien, ante esta mujer que se está muriendo, dice: "Tengo hambre, ¿nos hacemos un bocadillo?". La banalidad del mal, diría Hannah Arendt. Annie sigue durmiendo y los médicos, preocupados ante la posibilidad de que no muera, le ponen la inyección letal, como el disparo en la nuca asestado a los condenados a muerte después del fusilamiento, para asegurarse de que hayan muerto de verdad.
Crecimiento exponencial
En 2002, en Holanda se declararon a las autoridades 1882 casos de eutanasia. En 2017 subieron a 6585. En el mismo año, 166 pacientes con demencia en fase inicial murieron por eutanasia y sólo tres con demencia en estado avanzado.
Evolución de los casos de eutanasia por demencia en Holanda.
La tendencia ya es esta: si se prevé que la vejez o cualquier otra patología te puede quitar la lucidez, es mejor eliminar el problema con antelación. Es decir, nos mantenemos en vida sólo si estamos sanos, conscientes, brillantes y no tenemos ninguna discapacidad. Y aun así, hay quien tiene el valor de estigmatizar las teorías arias sobre la pureza de la raza.
Casos como los de Annie son más frecuentes de lo que se piensa, tanto que para indicar esta tipología de eutanasia preventiva se usa la siniestra expresión: "Cinco minutos antes de medianoche". Como Cenicienta, se quiere abandonar el baile de la vida solamente en el último momento, cuando ya la fiesta ha acabado, porque estamos en esta tierra sólo para disfrutar, no para sufrir.
Traducción de Elena Faccia Serrano.