En las últimas semanas, las imágenes de Bruce “Caitlyn” Jenner han estado tan omnipresentes como las motas de polvo en el aire.
[Bruce Jenner es un ex-atleta olímpico norteamericano y artista televisivo que ha tenido 3 esposas y ahora, tras una operación de cambio de sexo, se presenta como mujer con el nombre "Caitlyn", con portada en la revista Vanity Fair. Nota de ReL]
Tal vez esto forme parte de la estrategia de la miríada de deconstruccionistas sociales que hay entre nosotros.
Después de ver muchísimas fotos retocadas de este hombre con labios rojos y extensiones en las pestañas, el dolor de muchas familias que han vivido este tipo de trastorno sale a la superficie.
La sociedad se acostumbra rápidamente a imágenes que, como las citadas motas de polvo, solemos olvidar que están allí, hasta que alguien las menciona.
Por lo que aquí estoy yo, mencionándolas - las imágenes, no las motas. Quiero evitar la insensibilización. Quiero que recordemos a la persona detrás de las imágenes. Quiero también que recordemos a las personas cuyas vidas están íntimamente vinculadas a la persona detrás de las imágenes.
Recordarlo es fácil para mí. Cada vez que vea una imagen de Jenner, ya sea nueva o antigua, no puedo evitar recordar a mi propio padre, antes y después.
Cuando yo tenía 9 años de edad, mi padre me llevó aparte e hizo de mí la confidente de su profundo y oscuro secreto. Él quería y había planificado “convertirse en una mujer”.
Mi mente pre-adolescente era incapaz de procesar esta revelación. Durante años estuve emocionalmente bloqueada. Sólo a través de la fe en Cristo, inculcada primero por mi madre y luego por mi marido pude encontrar el camino y empezar a crecer de nuevo.
Cuando veo las historias de las hijas e hijastras de Bruce Jenner - historias tan difundidas como las historias e imágenes de su padre - las veo pasando por lo que yo pasé. Pero me temo que no tengan amigos en la fe como yo tengo.
Cuando era adolescente me sentía culpable de haberme desarrollado de manera natural y de tener el cuerpo que mi padre tan desesperadamente deseaba para él.
Durante un tiempo intenté convivir con la culpa y la confusión con la ayuda de borracheras y otros comportamientos autodestructivos.
Puedo prever la posibilidad de que las hijas de Bruce intenten vivir con esta situación con comportamientos autodestructivos similares.
A través de todo el proceso mi madre se esforzó en ser exteriormente aún más fuerte por el bien de sus hijos.
Pero las mentiras, la decepción, el rechazo y el desamparo le causaron dolor y minaron su salud, además de tener que atravesar una terrible situación financiera.
Del mismo modo que yo sentía que había perdido a mi padre, ella sentía que había perdido a su marido, el hombre que se había comprometido, años antes, a estar a su lado, en la fortuna y en la adversidad, hasta la muerte.
Tal vez, de una modo retorcido, él mantuvo su promesa, porque en lo que respecta a él y a su familia Harold efectivamente murió.
Y dejadme que os diga que, por muy duro que sea perder a un esposo o a un padre, es aún más duro cuando ese esposo o ese padre elige morir para su familia.
Y los vecinos bienintencionados no ayudaban cuando nos los encontrábamos en la frutería y preguntaban: "¿Cómo está Harold… o Becky? Quiero decir, él… ella, ¿cómo está?".
Yo quería gritarles: “¿Qué pasa con mi madre, conmigo, con mis hermanos y hermanas? ¿Os preocupáis de cómo estamos? ¿Os preocupa el hecho de que el padre que conocía está muriendo, por su propia elección, y nos está abandonando? Mi padre está consiguiendo lo que quiere, o lo que piensa que quiere, y nos ha dejado recogiendo los pedazos. ¿Os importa esto?”
Papá obtuvo lo que quería. Harold se convirtió en “Becky” y abandonó a mi madre para tener relaciones con hombres.
Años más tarde, cuando mamá le preguntó si su elección le había hecho feliz, él respondió candidamente: “No me ha dado la satisfacción que yo pensaba”.
Me he preguntado a menudo si, en el caso de que él hubiera podido vivir su vida de nuevo, hubiera hecho la misma elección. Vivió una vida triste, confusa y solitaria tras abandonar a su familia por una ilusión que no podía convertirse en realidad.
Familias como la mía sienten que han sido arrolladas emocionalmente por un camión y que se han quedado como atontadas. Sus cuerpos sienten el dolor.
Las esposas lloran profundamente la pérdida de su esposo. Los niños lloran la pérdida de su padre. Los padres lloran la pérdida del hijo al que dieron la vida y los nietos pierden también. Algunas familias sufren de agotamiento emocional, que se expresa con ataques de pánico y pensamientos suicidas.
Y sin embargo la cultura insinúa que los miembros de la familia están siendo egoístas por no abrazar al ser amado que está haciendo la transición de su sexo biológico, el que Dios le dio, al otro.
Entre los numerosos artículos recientes sobre Bruce/Caitlyn, he leído uno en el que se escribe que “Caitlyn ya ha admitido que, después de la cirugía de ´feminización facial´, él tuvo un ataque de pánico cuando se vio al espejo. Se preguntó ´¿Por qué me he hecho esto?´”.
El sujeto de estas difundidas imágenes e historias está profundamente confuso. Necesita ayuda para superar su confusión, no incitadores que le ayuden a satisfacer sus caóticas fantasías.
Necesita oír la verdad. Superar sus fantasías no será fácil. Pero es posible con Jesucristo. Dios sana a las personas heridas como Bruce. (Sí, él es Bruce. La cirugía puede alterar su carne, pero dentro será siempre Bruce Jenner, el hombre que Dios creó para que él fuera).
Normalmente, durante nuestra rutina diaria las motas de polvo pasan desapercibidas a nuestros ojos. Pero no debemos pasar por alto las motas culturales que, cada vez más, llenan nuestro campo visual. Hacerlo es pasar por alto el desmoronamiento de la familia como la base de nuestra sociedad.
La humanidad se está mofando del Creador. En lugar de aceptar los designios de Dios, el hombre está decidiendo por él mismo cuál será su sexo. En el fondo, él hombre está intentando convertirse en su propio creador. Es un acto de rebelión en lo más profundo. Estamos siendo testigos de un cambio cultural que está resuelto a destruir la imagen de Dios del hombre y de la mujer. Es un asunto que afecta al corazón.
Denise Shick es autor de My Daddy’s Secret, When Hope Seems Lost (El secreto de mi padre, cuando la esperanza parece perdida, ndt) y Understanding Gender Confusion (Comprender la confusión de género, ndt).
Forma parte de la junta académica del International Children´s Rights Institute y es coautora de un amicus brief contra el "matrimonio" entre personas del mismo sexo. Denise dirige el Help 4 Families Ministry.
(Traducción del inglés del NCRegister por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)