Donald Trump sabe que se queda muy lejos de lo que pide la moral cristiana sobre el aborto y la defensa de la vida, pero hay un tema que le indignó sinceramente y en el que no ha dejado de insistir, también en el reciente debate con su oponente Kamala Harris el 10 de septiembre: las leyes, tramposas o directas, que permiten dejar morir al feto que nace vivo en abortos chapuceros, impiden que se le atienda, o incluso permiten que se induzca un parto destinado a que el niño muera por falta de atención.
La buena ética médica tradicional, además de prohibir el aborto desde Hipócrates, pide atender al bebé prematuro, intentar salvar su vida aunque sea frágil: la medicina moderna salva bebés con 21 semanas de gestación. Pero al técnico abortista eso le molesta: necesita que el bebé desaparezca. Los "supervivientes del aborto", cuando crecen, cuentan historias desagradables para este negocio (un ejemplo es la popular oradora Melissa Ohden).
Un tema que cambió la actitud de Trump
Joseph Grogan, que fue director de Domestic Policy con Trump, explicó en Madrid en 2023 que Trump antes era completamente prochoice, pero en 2019 en Virginia, se empezó a debatir una ley en la que los demócratas, con un gobernador, Ralph Northam, que además era pediatra, dejaba a la elección de la madre (y de su médico abortista) el cuidar o no a bebés supervivientes de un aborto.
En realidad, la norma legalizaba el dejar morir a bebés ya nacidos sin cuidarlos, en nuestra época de cuidados neonatales modernos y eficaces. Northam decía en la prensa que se refería a casos gravísimos de bebés que no podían sobrevivir, pero en la ley que proponía no se especificaba nada de eso.
Trump al principio no entendía lo que le estaba diciendo el Gobernador de Virginia, pero cuando lo entendió, explica Grogan, "le impresionó sinceramente, se disgustó de verdad, yo lo vi en persona, lo contaba al día siguiente. Eso le convenció y eligió jueces provida de verdad [para el Tribunal Supremo de EEUU], no como otros antes". Ese tema fue un cambio de dirección para él.
El aborto post-parto: tema electoral
Y en el debate con Kamala lo volvió lo sacar, sabiendo que muchos norteamericanos que aceptan el aborto en varios casos o etapas no aceptan las leyes y prácticas de "aborto post-parto".
Trump dijo que los demócratas apoyan los abortos después del nacimiento de los bebés, mostrándolos a ellos y a Kamala Harris como extremistas.
Kamala Harris respondió diciendo que eran "mentiras" y que "en ningún lugar de Estados Unidos hay una mujer llevando a término un embarazo y pidiendo un aborto, eso no pasa. Es insultante para las mujeres de América [mencionarlo]", dijo. Era una forma de tirar balones fuera en un tema muy desagradable, por no decir enfermizo.
Kamala anunció que piensa restaurar las "protecciones" que había antes de la sentencia Roe vs. Wade (la sentencia, simplemente, devolvía a cada estado la capacidad de legislar restringiendo el aborto).
En este vídeo, a partir del minuto 1:44, hablan del aborto Donald Trump y Kamala Harris:
Buena parte de la prensa generalista está publicando que "no hay ningún estado del país en el que lo que asegura Trump sea legal", pero eso depende de las trampas que se hagan con las palabras.
No hay leyes que digan "cuando se haga un aborto y el niño nazca vivo se le debe matar". Simplemente, hay leyes que no piden atender a esos niños, que impiden vigilar que se haga y que dejan al albur de cada madre y médico (médico abortista, que no valora la vida ni quiere líos) hacer lo que quieran, sin vigilancia ni rendición de cuentas. Nadie habla por el más débil.
Probablemente el mejor análisis sobre el aborto post-parto en EEUU en nuestros días lo hace el Lozier Institute, dando matices y haciendo cálculos estadísticos, recordando el famoso coladero que ya se usó en España: cuando un médico dice que el aborto se hace por razones de "salud de la madre" (incluyendo riesgo de depresión, o salud 'psicosocial', que vale para todo) en muchos estados no hay límite al aborto.
Lozier Institute calcula en EEUU unos 10.000 abortos de bebés de más de 21 semanas de gestación (siendo estas 21 semanas el límite en que por ahora sobreviven los bebés fuera del seno materno cuando reciben ayuda médica moderna).
Un ejemplo de las leyes de ·cuidado de nacidos vivos" que los demócratas bloquean se encuentra en Dakota del Sur, donde el senador estatal republicano John Thune pedía en junio de 2024 "el consentimiento unánime para aprobar mi Ley de Protección de Sobrevivientes del Aborto Nacidos Vivos".
Explicaba que su propuesta "no debería ser controvertida, simplemente dice que un bebé nacido vivo después de un intento de aborto tiene derecho a la misma protección y atención médica a la que tiene derecho cualquier otro bebé recién nacido. Eso es todo. No limita el aborto. No hace que el aborto sea ilegal. Simplemente establece que un bebé nacido vivo después de un intento de aborto tiene derecho a atención médica. Y, sin embargo, de alguna manera, este proyecto de ley es demasiado para mis colegas demócratas".
Pero el tema del aborto post-parto no es un tema moderno ni "de Trump". Los obispos católicos de Estados Unidos han hablado de las prácticas de abortos post-parto al menos desde 2002, sobre todo a partir de las denuncias detalladas de la enfermera Jill Stanek (aquí su declaración al Senado) y otros informe y testimonios. No son rumores confusos.
Vídeo de 2014 de Jill Stanek hablando de su experiencia como enfermera con abortos de niños nacidos vivos:
¿Qué hará el votante católico?
Mientras tanto, en la revista America, de los jesuitas de EEUU, que tiende a ser muy liberal pero que con el tema del aborto se siente muy incómoda e intenta hilar fino, analizan los cambios recientes en ambos partidos.
Por un lado, hay republicanos que se declaran provida, como el columnista conservador David French, o la exrepresentante republicana de Wyoming, Liz Cheney, pero que son muy anti-Trump y por ello piden el voto para Kamala Harris. Para eso, evitan entrar en el tema provida, porque Trump no es provida 100%, pero Kamala sí es abortista al 150%.
America recuerda que Trump apoya leyes estatales de aborto en los primeros meses de embarazo (pero en cualquier caso, deja que cada estado establezca sus propias leyes, él sólo comenta su propia opinión) y dice que quiere apoyar la fecundación in vitro, incompatible con la buena ética católica.
Pero los votantes piensan más en lo que Trump ya ha hecho, lo que ha demostrado con hechos. "Tanto los partidarios como los opositores reconocen que Trump ha puesto fin a Roe. Nombró a tres de los jueces que revocaron la sentencia en el caso Dobbs", admite el reportaje de America. Y en 2018, Trump se convirtió en el primer presidente en funciones en asistir a la Marcha por la Vida.
"Los defensores de la vida nunca olvidarán eso, y tampoco lo hará la campaña de Harris. Recientemente, Harris lanzó anuncios televisivos engañosos que presentan a Trump como provida. (Los anuncios afirman falsamente que Trump aprobará una ley nacional sobre el aborto y planea restringir el control de la natalidad)", denuncia la revista jesuita.
En cuanto al Partido Demócrata, su abortismo es tan fanático, militante e ilimitado que ni siquiera personas de centro o indecisas que no soportan a Trump pueden considerar votarlo. La web del Partido Demócrata, citada por la revista, asegura: "con un Congreso demócrata, aprobaremos una legislación nacional para que Roe vuelva a ser la ley del país".
Así, los votantes católicos y provida, al hablar con la revista dicen que votarán por el bien posible, aunque limitado (Trump) frente a un gran mal (Kamala). "No es que queramos permitir o hacer excepciones, pero siempre hemos tenido este objetivo de querer proteger a la mayor cantidad posible de bebés, lo antes posible", dice a America Carol Tobias, presidenta de National Right to Life .
La población cada vez más polarizada
El tema del aborto en EEUU en 2024 no es marginal en la política. Como señala un análisis de Paolo Alfieri en Avvenire, "el aborto en seis estados clave, entre las mujeres menores de 45 años, tiene mayor importancia que la economía, pero también para todo el electorado se encuentra entre los temas más considerados".
Los demócratas quieren hablar de ello: piensan que les ayudará a movilizar votantes. Pero, a la vez, los demócratas se muestran como abortistas sin límites, de forma dogmática, innegociable, mientras que Trump se muestra como un "moderado" que quiere que elija cada estado.
Avvenire señala que la brecha entre liberales y conservadores en EEUU es cada vez más grande, muchas veces la gente de a pie deja de hablarse por estos temas y "cada vez más frecuentes los casos de ciudadanos que deciden irse a vivir a estados que consideran más afines a su bagaje ético-político-cultural".
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