En ese momento, una mujer que pasa por allí se les acerca para transmitirles un dramático mensaje, con la voz entrecortada por el llanto: "Me he parado al verles ahí enfrente [en referencia a los provida, n.n.]. Quería compartir mi historia. ¡Nadie defendió a mi hijo...! Hoy no tengo a mi hijo. Nadie le defendió aquel día. Nadie. Nadie le defendió, así que yo entré y lo hice". Ella abortó allí mismo hace treinta años.
Cuando se aleja del coche, los provida se dirigen a ella para consolarla y recabar su testimonio. La mujer les dice: "Estáis haciendo lo correcto. Hay mujeres de mayor edad que yo y todavía sienten dolor. Da tanta vergüenza... Nadie quiere hablar de ello".
Poco a poco se va agobiando: "Esos demonios cogieron a mi hijo... Esos demonios cogieron a mi hijo... ¡El niño no volverá! ¡El niño no volverá! Ese demonio se rió y aumentó la potencia de la succión. ¡Mi hijo no volverá! ¡Mi hijo no volverá! Y tuve tiempo de decirles que pararan, pero estaba como ida... ¡Mi hijo no volverá! Él lo sajó y lo partió en dos. Y luego me preguntaron si quería un refresco o una galleta. ¡Un refresco o una galleta!".
La mujer baja entonces la cabeza, evocando derrotada aquel momento, y se abraza a la mujer de Created Equal a quien contaba la historia, mientras le lamenta en voz baja: "Nadie les defendía entonces".
"Continuad con lo que estáis haciendo", concluye al separarse de ella: "Continuad con lo que estáis haciendo. Si una sola madre os escucha, habréis hecho un buen trabajo".
Y lo hicieron. La pareja que acababa de concertar su cita para el aborto, volvió después para decirles que lo habían cancelado.