Dennis Christensen practica abortos en diversas ciudades de Estados Unidos. Se dedica al negocio desde hace cuarenta años, y muy seguro debe verse en su actividad cuando accedió a ser filmado en su abortorio de Madison (Wisconsin). La grabación que pretendía ser justificadora de su actividad, pero se convierte en un raro y valioso documento a favor de la vida humana destruida en el seno materno por parte de uno de sus más célebres matarifes.

La justificación empieza a fallar porque los cinco testimonios de mujeres que ocultan su rostro y acuden a abortar no responden al típico "caso extremo lacrimógeno" habitual de la propaganda abortista, sino a un patrón de mera conveniencia personal, por más que pueda entenderse la angustia de las afectadas ante su difícil situación y el abandono de sus parejas. En todo momento son conscientes de que van a deshacerse de un hijo.

Madre 1: "Es una decisión dura. Estoy en el instituto y no puedo tener un niño justo ahora".

Madre 2: "[Lo hago] por la edad que tengo y las cosas que quiero hacer antes de tener un niño, como acabar el colegio, tener un buen trabajo, casarme".

Madre 3: "Mi novio vivía fuera, vino un fin de semana y yo no le esperaba. Usamos un condón, pero no fue tan eficaz como esperábamos".

Madre 4: "Nuestra relación estaba en el aire, no iba a tener confianza ni apoyo".

Madre 5: "Él no se hace cargo, así que discutimos. A él le da igual si lo tengo o si aborto al niño".


Seguidamente vemos la escena de la limpieza final tras uno de los abortos. Primero, con la mujer tumbada durante la intervención.

Luego, sólo con Christensen, que se explica ante la cámara a partir del minuto 1:50, mientras con total indiferencia lava los restos para comprobar que no se ha quedado dentro ninguna parte esencial del cuerpo de la víctima. Es así como se adivina en la bandeja una mano del feto, y luego él mismo muestra una piernecita y el cráneo deforme del niño asesinado.

Las palabras del abortero son reveladoras de su mecanismo autojustificativo: "La atención de los medios se centra en el feto y en parte sangrienta del procedimiento, cuando lo realmente importante es que hemos conseguido ayudar a esta chica a continuar con su vida, seguir yendo al colegio y no asumir la responsabilidad de ser madre. Aquí, en pocos minutos, hemos conseguido facilitar su decisión de no ser madre en este momento. La mayor parte de nuestras pacientes están en el primer trimestre, y sólo un 1% estarían en este estadio del embarazo [en referencia al que está mostrando]".

En los últimos segundos vemos al abortero decirle a la chica (la Madre2) que todo irá bien. Su "responsabilidad" ya es historia.

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