Cincuenta líderes e intelectuales católicos y evangélicos de Estados Unidos impulsan el documento "Los dos serán una carne: reclamando el matrimonio". El texto (aquí en inglés) es una iniciativa de la plataforma "Evangélicos y Católicos Juntos", fundada en 1994 en EEUU por el ex-pastor luterano y luego sacerdote católico Richard John Neuhaus y por el creador de Prison Fellowship, el evangélico Chuck Colson, que se convirtió a Cristo en la prisión. Ambos murieron ya, pero su legado de amistad entre católicos y protestantes se mantiene firme.
"En esta declaración hablamos como cristianos para cristianos, usando el lenguaje de la fe", explica el documento.
El documento no minimiza las diferencias que hay entre la doctrina católica y los distintos enfoques de las comunidades protestantes, incluso las más o menos conservadoras. Pero busca un trabajo sincero unido en defensa del matrimonio.
Por ejemplo, se asegura: "Mantenemos visiones algo distintas sobre la moralidad de la contracepción, la legitimidad del divorcio, y el celibato clerical. Pero en la verdad crucial y fundamental de que el matrimonio es una unión estable basada en la complementariedad de hombre y mujer, estamos plenamente unidos", afirma el texto.
El tema de la anticoncepción y el divorcio (cuya práctica permiten incluso los protestantes conservadores) y el valor del celibato clerical (que critican como antinatural algunos grupos protestantes fundamentalistas) se presentan en una línea común exigente.
"Una mentalidad contraceptiva incentiva la noción del sexo como algo puramente recreativo, un asunto de placer privado. El divorcio generalizado y la cohabitación en serie socavan nuestro sentido de estabilidad y compromiso en las relaciones humanas", afirma el documento, firmado por intelectuales católicos, evangélicos, luteranos y anglicanos conservadores.
"Más aún, los cristianos han adoptado en no poca medida la mentalidad contraceptiva que en la sociedad ha separado el sexo de la reproducción y así ha debilitado la centralidad y atracción del matrimonio", continúa el texto.
Sobre el celibato, y para escándalo de algunos grupos protestantes fundamentalistas que consideran el clero célibe como una "perversión romana", estos líderes cristianos aseguran, recordando el elogio de Jesús a quien se hace "eunuco por el reino de los Cielos" (Mat 19,12): "Con dos mil años de tradición cristiana, afirmamos que el desarrollo integral de la persona es posible sin intimar sexualmente; en los primeros siglos de historia de la Iglesia, la presencia dehombres y mujeres comprometidos en una vida célibe ya fue una marca distintiva de la comunidad cristiana".
Y sobre el divorcio se lee: "Como la Gracia de Dios actúa en el matrimonio, Jesús nos enseña que nuestras uniones maritales son capaces de fidelidad toda la vida, señalada por el uso que el profeta da al matrimonio como imagen de la alianza perdurable de Dios con israel: Con amor eterno te he amado (Jeremías 31,1). Aunque la disolución de los matrimonios se tratan de forma distinta en las diversas iglesias cristianas, juntos declaramos que el matrimonio fue originariamente ordenado por Dios que fuese indisoluble".
Los firmantes animan a todos los cristianos a defender el matrimonio frente a los ataques que sufre en nuestra época.
"Los cristianos celebramos el matrimonio -la unión de un hombre y una mujer en un lazo de apoyo mútuo- como una de las glorias de la raza humana. El matrimonio es la institución humana primordial, una realidad que existía mucho antes de establecerse lo que hoy llamamos Estado".
La lista de peligros la enumeran con rapidez
- divorcio generalizado
- aumento dramático de nacimientos fuera del matrimonio
- aceptación del sexo premarital y la cohabitación
- una mentalidad contraceptiva que insiste en que la relación del sexo con la procreación es arbitraria.
"En ese ambiente las familias se fragmentan, los pobres sufren y los niños son especialmente vulnerables y corren más riesgo", asegura el documento, que incluso detalla algunas estadísticas, sobre todo en las clases sociales con menos estudios y menos dinero, mucho más vulnerables a la ruptura, la ausencia de padres y la crianza disfuncional. Por ejemplo, casi la mitad de los niños con menos estudios y recursos carecen de al menos uno de sus padres en casa.
El texto insiste después en un concepto: la complementariedad hombre-mujer. La palabra "complementariedad" sale 6 veces en el texto: es la clave del matrimonio, y queda ilustrada incluso en el Arca de Noé: lo que salva al mundo, simbólicamente, es que los animales subieron de dos en dos, macho y hembra, con su complementariedad.
Después insisten los autores en que el sexo no es una mera función corporal sino que tiene efectos espirituales y recuerdan las palabras de Cristo: "Todo aquel que mira a una mujer con lujuria ya ha cometido adulterio con ella en su corazón" (Mateo 5,28). "Así, los cristianos, instruidos por el Señor, desde los primeros días de la Iglesia enseñaron una ética de autodisciplina sexual, reconociendo que el sexo implica a nuestras almas tanto como a nuestros cuerpos".
El matrimonio es especialmente valioso, insisten, porque protege tres bienes que ya señalaba San Agustín en el siglo IV: los niños, la fidelidad ("compromiso exclusivo que expresa la más noble aspiración humana a la solidaridad") y la permanencia.
Peor aún que el divorcio es la redefinición del matrimonio para que incluya uniones del mismo sexo.
"La aceptación fácil del divorcio daña al matrimonio, la cohabitación generalizada devalúa el matrimonio, pero el llamado matrimonio del mismo sexo es una amenaza más grave, porque llama matrimonio en la ley a una parodia del matrimonio", señala el texto.
Redefinir el matrimonio, aseguran, es redefinir toda la sociedad e incluso la razón y el poder. "La familia está siendo redefinida como una unidad construída, constituida por nuestra voluntad soberana, no por la naturaleza. Y si cualquier cosa que yo quiera o elija es ´familia´, el individualismo corrosivo que ya deja a muchos solos y desconctados se intensifica en la sociedad occidental del s.XXI".
Los niños, además, se convierten en una mercancía. "A medida que a las parejas del mismo sexo se les otorgue el derecho a casarse, inevitablemente reclamarán el derecho a los niños. Pero los niños son un don, no un derecho. Olvidar eso añade más presión a la expansión de formas de tecnología reproductora radical, como la donación de óvulos y esperma con vientres de alquiler, que implica contratar mujeres que lleven a término el embarazo para los que quieren ser padres".
Por último, queda claro que los que se opongan a la redefinición del matrimonio y la familia serán perseguidos y acosados y los cristianos tienen que estar preparados para ello y para dar testimonio.
"Una vez la oposición al matrimonio del mismo sexo sea clasificada como discriminadora, ninguna institución que se niegue a sustituir la realidad por la irrealidad quedará sin afectar Algunos individuos ya están siendo censurados y otros han perdido sus trabajos por su compromiso público al matrimonio como una unión de hombre y mujer".
Pese a las presiones y el acoso, los cristianos "debemos decir tan claramente como sea posible que las uniones del mismo sexo, incluso si las reconoce el Estado, no son matrimonios", anima el texto.
Para eso, hay que "decir la verdad con amor, debemos encontrar formas de distinguir el verdadero matrimonio de su distorsión, y hacerlo sin abandonar la plaza pública. Le debemos a nuestros compañeros ciudadanos un testimonio socialmente implicado con la verdad sobre el matrimonio", añade el texto.
Finalmente, los firmantes "exhortamos a nuestros compañeros cristianos a estar firmes en obediencia a Cristo, porque esa obediencia es el servicio más compasivo que podemos ofrecer a la sociedad".
Católicos:
Juan-Diego Brunetta, O.P., provincia dominica de San José
Eduardo Echeverria, Sacred Heart Major Seminary
Douglas Farrow, McGill University
Thomas Guarino, Seton Hall University
Matthew Levering, Mundelein Seminary
Francesca Murphy, University of Notre Dame
Russell Reno, First Things
George Weigel, Ethics and Public Policy Center
Robert Louis Wilken, Institute on Religion and Public Life
Protestantes evangélicos
Dale Coulter, Regent University
Joel Elowsky, Concordia Seminary, St. Louis
Robert Gagnon, Pittsburgh Theological Seminary
Timothy George,Beeson Divinity School
Jennifer Lahl
Peter Leithart, Theopolis Institute
Kevin J. Vanhoozer, Trinity Evangelical Divinity School
John Woodbridge, Trinity Evangelical Divinity School
Daniel L. Akin, Southeastern Baptist Theological Seminary
Paul Allen, Concordia University, Montreal
Ryan Anderson, The Heritage Foundation
Foley Beach, Archbishop, Anglican Church in North America
Francis J. Beckwith, Baylor University
Matthew W. Bennett, Christian Union
Ernest Caparros, University of Ottawa (Emeritus)
Bruce J. Clemenger, Evangelical Fellowship of Canada
Christian Elia, Catholic Civil Rights League
Thomas F. Farr, Georgetown University
Maggie Gallagher, American Principles Project
Mark Galli, Christianity Today
Robert P. George, Princeton University
Sherif Girgis, Princeton University
Reinhard Huetter, Duke University
Jim Liske, Prison Fellowship Ministries
Dale A. Meyer, Concordia Seminary, St. Louis
Balázs M. Mezei, Pazmany Peter Catholic University
J. Michael Miller, Archbishop of Vancouver
John J. Myers, Archbishop of Newark
Aidan Nichols, O.P., Blackfriars, Cambridge
J. I. Packer, Regent College
Terrence Prendergast, Archbishop of Ottawa
Robert Reynolds, Christian Legal Fellowship, Canada
Eugene F. Rivers III, Seymour Institute for Black Church and Policy Studies
Jacqueline C. Rivers, Seymour Institute for Black Church and Policy Studies
Brian C. Stiller, World Evangelical Alliance
Mark Tooley, Institute on Religion and Democracy
Olivier-Thomas Venard, O.P., École Biblique et Archéologique Française in Jerusalem
Rick Warren, Saddleback Church
Thomas Joseph White, O.P., Washington, D.C.
Paul Winter, Elder, Bruderhof Communities
John Witte, Jr., Emory University
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