La posición del Colegio de Psiquiatras de Irlanda sobre la eutanasia y el suicidio asistido, adoptada recientemente, es que ambas prácticas no son compatibles con la buena práctica médica y su introducción pone en peligro a los pacientes vulnerables.
Cuatro razones
Según la síntesis del documento ofrecida por BioEdge, los argumentos de los facultativos irlandeses son básicamente cuatro:
-La muerte asistida es contraria a los esfuerzos de los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental, y de la propia opinión pública, para la prevención de las muertes por suicidio.
-Los pacientes vulnerables quedan expuestos a un alto riesgo de solicitar la eutanasia por el temor a ser una carga para sus seres queridos o por el miedo a morir con unos dolores inabordables terapéuticamente, siendo así que existen servicios de cuidados paliativos que pueden hacer mucho más tolerable el periodo final de la vida.
-Aunque la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido siempre empieza por los pacientes con enfermedades teminales, una vez introducidas ambas prácticas lo más probable (y lo que demuestra la experiencia universal en cualquier país o estado donde se han autorizado) es que se aplique a grupos cada vez más amplios, de modo que el número de las personas que piden esa muerte crece considerablemente respecto a las expectativas iniciales.
-La introducción de la eutanasia y el suicidio asistido supone un cambio radical en la milenaria tradición de la práctica médica, que excluye expresamente en sus códigos éticos la muerte deliberada de un paciente.
La auténtica muerte digna
Al valorar esta declaración, el doctor Eric Kelleher, psiquiatra asesor del Colegio, recordó que "morir con dignidad es el objetivo de toda atención médica en el final de la vida", pero que eso se hace posible "reforzando nuestras redes de cuidados paliativos y apoyo social".
"El suicidio asistido y la eutanasia no solo no son necesarios para dignificar la muerte", añadió, "sino que las propias técnicas empleadas para producir la muerte producen un sufrimiento considerable y prolongado".
Allí donde el suicidio asistido está disponible como servicio público y legal, concluyó el doctor Kelleher, "muchas peticiones proceden, no de un dolor intratable, sino de causas como el miedo, la depresión, la soledad y el deseo de no ser una carga para los cuidadores. Con recursos adecuados, entre ellos atención psiquiátrica, psicológica, unidad del dolor y apoyo sociales, es posible una buena atención en el periodo final de la vida".