Cuando Holanda aprobó la eutanasia en 2002 dijo que sería sólo por petición del enfermo grave y con estrictas garantías, pero con el paso del tiempo ni la petición ni las garantías han sido tan estrictas (ni es necesaria ya estar realmente enfermo).
El Tribunal Supremo de los Países Bajos acaba de mostrarlo con un caso elocuente.
En 2012 a una mujer se le diagnosticó Alzheimer: ella escribió entonces que quería ser eutanasiada antes de perder totalmente el normal funcionamiento de sus facultades mentales. Pero añadió: "Quiero ser yo quien decida, estando aún en mis cabales, cuándo creo que ha llegado el momento".
Pero en 2016, su doctora y sus familiares decidieron matarla mediante eutanasia, sin su conocimiento ni consentimiento: ellos habían decidido que había llegado esa "pérdida de facultades" aunque no hubiera llegado la decisión ni petición de ella. (Se puede deducir que si la hubiera querido "estando en mis cabales" la habría pedido).
Un café "entrañable"... y sujetarla para matarla
Durante un café "entrañable" que compartieron, la doctora deslizó un sedante en la taza de la mujer, con idea de aplicarle la inyección letal cuando estuviese dormida. La anciana se durmió... pero, inesperadamente, se despertó y se puso en pie al sentir el dolor de la aguja. Se dio cuenta de que querían matarla y le dijo a la doctora que parase. Pero ni ella paró ni su marido e hija pararon. Lo que hicieron fue sujetarla e inyectarle el veneno.
Ahora, en abril de 2020, el Tribunal Supremo de Holanda ha dictaminado que la doctora hizo bien en matar en 2016 a la mujer escudándose en su documento de 2012 (o su interpretación), despreciando la resistencia que opuso la enferma.
Como consecuencia, se entiende que los médicos pueden matar con eutanasia a las personas con demencia avanzada aunque el enfermo se oponga, o aunque no lo confirme: basta con mostrar alguna petición del pasado al respecto. «Un médico puede llevar a cabo un solicitud escrita (anterior) de eutanasia de personas con demencia avanzada», dijo la Corte Suprema en un resumen de su decisión.
Es decir, si alguien con demencia insiste en que quiere vivir, basta que el médico decrete que ya no está en condiciones mentales suficientes para que su nueva decisión de vivir supere a su antigua decisión de ser eliminado. Así, las promesas de 2002 de que solo se matará a quien lo pida pasan a incorporar la coletilla "y si cambia de opinión o no lo pide, también lo matamos".
El cardenal de Utrecht protesta
El cardenal Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht, que es además médico, ha criticado el fallo del Tribunal Supremo holandés. Hablando en nombre de toda la conferencia episcopal holandesa, señaló las perplejidades que suscita un dictamen así.
«En 2016, un médico de un asilo de ancianos realizó la eutanasia a una mujer que tenía una declaración de eutanasia escrita, firmada cuatro años antes. Esto en sí mismo plantea la cuestión de si tal declaración escrita, firmada hace años, todavía expresa la voluntad real del paciente», dijo el cardenal.
Eijk dijo que a los expertos les preocupa que el proceso legal deja mucho que desear en el caso. «¿El proceso legal contra el médico del asilo de ancianos conduce a la claridad deseada por el colegio de abogados? Los médicos de los asilos piensan que no es así», dijo.
«En lugar de establecer criterios para interpretar las declaraciones escritas de eutanasia de los pacientes con demencia avanzada, el Tribunal Supremo deja esto al juicio de los médicos implicados, por lo que su incertidumbre no hace sino aumentar», dijo.