Hasta que se se difundió el sobrecogedor testimonio de Gianna Jessen, y luego en su adaptación a la gran pantalla con la película October Baby, la realidad de los supervivientes del aborto era prácticamente desconocida, a pesar de existir libros publicados sobre el tema.
Hoy ya no es así, y los miles de víctimas, muchos de ellos con graves lesiones subsiguientes a la agresión, se han asociado y hacen oír su voz.
Recientemente dos adolescentes lo han hecho, con una peculiaridad común: eran gemelos de un hermano que sí murió en el aborto.
"Mi nombre es Courtney y tengo 16 años. Cuando tenia 14 me dijeron que era adoptada. Y también supe que había mucho más en la historia de mi vida": así se presenta esta joven, cuya feliz sonrisa de hoy envuelve unos orígenes trágicos.
"Soy superviviente de un aborto. Mi madre abortó cuando estaba de 7 semanas", explica: "Cinco semanas después acudió al médico para una revisión, y se descubrió que yo estaba ahí, en la barriga. Ella no sabía que estaba esperando gemelos cuando acudió a abortar".
Esta vez la madre de Courtney no quiso hacer con ella lo que había hecho con su otro hijo y le buscó una familia de adopción. Pero el 19 de junio de 1996, cuando el embarazo sólo llevaba 27 semanas, la niña nació, casi sietemesina y con problemas de salud. El pronóstico fue muy malo y no se pensaba que fuese a sobrevivir mucho tras el parto.
Lo hizo, sin embargo, y a tras tres meses de incubaora llegó por primera vez a su casa, aunque los médicos seguían pensando que no pasaría del invierno. Padecía la rara enfermedad de Crohn con graves inflamaciones intestinales, una hidronefrosis derecha con hinchazón del riñón y tuvo que someterse a cuatro operaciones de pies.
Pero Courtney superó todo eso, y desde enero del año pasado ha empezado a compartir públicamente su historia para ayudar a quienes pueden estar pensando abortar: "El aborto, sí, es una elección", dice (choice [elección, en inglés] es el mantra de los abortistas y su derecho a decidir): "Una elección entre la vida y la muerte de un niño. Un niño es un regalo de Dios y nunca es un error. Yo soy un milagro y creo que Dios me puso aquí por muchas razones. Creo que dos de ellas son cambiar vidas y ayudar a quienes lo necesitan".
La historia de Josiah Presley, de 15 años, guarda muchos puntos en común. Su madre acudió a abortar en Corea del Sur cuando estaba de dos meses. Al cabo de un tiempo, se dio cuenta de que llevaba un niño dentro, gemelo del anterior, y como la madre de Courtney no quiso darle el mismo destino. Cuando nació los médicos comprobaron que tenía el brazo izquierdo deformado como consecuencia del aborto sobre su hermano. Ya tenía un destino en una familia norteamericana de adopción, y así comenzó a vivir en Estados Unidos.
Así que tiene clara la respuesta a la pregunta de qué pasaría si naciesen los niños que ahora son abortados: "Creedme, les adoptarían. Mi familia de adopción tiene doce hijos, ¡diez de los cuales son adoptados! Así que, sí, les adoptarían, aunque, claro para eso tendríamos que dejar de financiar abortos y dedicar ese dinero a favorecer la adopción, abaratándola: hay muchos que adoptarían si pudiesen hacer frente a los gastos".
Para Josiah no hay que distinguir entre las personas nacidas y las no nacidas: "¿Qué diferencia a los no nacidos de nosotros, salvo el hecho de que son inocentes y no pueden defenderse contra esos grandes abusones (bullies) del aborto que quieren matarles?".
Y para quienes creen que lo que crece en el seno materno no es un ser humano que merezca protección, tiene una respuesta muy evidente: "Ésa es la forma de pensar que casi acabó con mi vida hace quince años".