El contenido del nuevo cortometraje está sintetizado en el título “Breeders: a subclass of women?” (“Madres de alquiler: ¿una subclase de mujeres?”).
También en este trabajo emerge un cuadro de dolor análogo al de las dos películas anteriores:
- hijos entendidos como “derechos” de los padres;
- un mercado que las trata como mercancía;
- mujeres destruidas, convencidas de que hacían algo bueno;
- prácticas ilegales y descontroladas; una industria en expansión.
«No soy una subrogada – explica una mujer llorando – sino su madre, pensaba que habría podido permanecer vinculada a ellos pero…»
«Creía que era una cosa hermosa pero… estaban a punto de salir de la habitación y les dije: “¡Por favor, dejádmelo ver!”».
En el documental intervienen también expertos, médicos y juristas. Entre estos últimos hay quien explica la gravedad de episodios que suceden en claro contraste también con la ley. Una mujer explica cómo la práctica ya está tolerada: «Una de las voluntarias del hospital llegó y dijo: “Aquí tenemos un caso de maternidad subrogada”». Por último, una pareja desvela con tristeza que «intentar formar una familia fuera de la norma es algo que realmente desgasta…»
El equipo de rodaje, dirigido por Lahl, intentó también ir a la India para enseñar la explotación de las mujeres más pobres de los países del tercer mundo.
Pero durante el rodaje las entrevistas fueron interrumpidas bruscamente cuando la agencia que recluta a las muchachas entendió que la finalidad era mostrar la verdad: «Todo nuestro equipo fue dañado y la película fue secuestrada. Estamos ante un negocio poderoso y rico que no quiere desvelar toda la historia. Las mujeres son tratadas como animales de cría» ha explicado Lahl.
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)