El Proyecto Amor Conyugal, que desde 2016 ha acompañado en lo espiritual y en lo afectivo a miles de matrimonios a través de retiros , se lanza ahora a dar también formación y acompañamiento específicamente para novios.
José Luis Gadea y Magüi Gálvez, los impulsores de Proyecto Amor Conyugal, señalan que los novios necesitan más ayuda que nunca antes porque “el ambiente reinante y la cultura dominante” les impide cada vez más “conocer la maravilla del matrimonio”.
“Nadie les ha mostrado la grandeza de algo tan maravilloso como el matrimonio. Muchos ni siquiera se casan”, constata José Luis Gadea.
Estos jóvenes han crecido rodeados de divorcios en su entorno y en los medios de comunicación, y les han dicho muchas veces que el matrimonio es “como una simple firma”.
“Para muchos, el miedo a casarse les viene de la experiencia del matrimonio de sus padres. Y ellos no quieren eso”, explica a Religión en Libertad. “Esto les lleva a tomar la decisión de `probar antes´, de convivir o de ni si quiera plantearse el matrimonio. No tienen esperanzas de que sea real y posible”, lamenta.
El último retiro para matrimonios organizado por Amor Conyugal en Córdoba, el 11 y 12 de diciembre, al que asistieron un centenar de personas.
Un retiro para conocer la grandeza del matrimonio
Por el momento, los primeros retiros para novios de Amor Conyugal se ha llevado a cabo en Pamplona y Talavera. Pronto se extenderán por toda España, como ya ha ocurrido con los de matrimonios.
“No solo reciben la doctrina y formación, sino que también viven experiencias entre los propios asistentes que les ayudan a asentar el mensaje que transmitimos. Y al experimentarlo, les convence”, observa José Luis.
El objetivo es ambicioso. En tan solo 48 horas que dura cada retiro, sus promotores son conscientes de que no se puede profundizar mucho.
Por ello, lo contemplan como “un anuncio”. Quieren despertar el interés en los jóvenes “para conocer a fondo la grandeza del sacramento”.
Concluido el retiro, todos los novios que quieran pueden seguir un itinerario de formación específico sobre “las verdades y la belleza del matrimonio y se les ofrece colaborar con el proyecto para que otros lo conozcan”.
“Es muy llamativo que muchos se ofrecen a ayudar, porque valoran tanto lo que han recibido que consideran que todos sus amigos y familiares necesitan vivirlo”, explica. “La mayoría de ellos se ofrecen voluntarios tras la experiencia”, añade.
Ilusión, esperanza y aprender a renunciar a uno mismo
En los tres retiros que se han organizado hasta ahora, José Luis está impresionado ante la cantidad de testimonios y frutos.
Especialmente destaca tres. “Por una parte, descubren que sus padres también han sido víctimas del mal y de las tentaciones del ambiente y del demonio y se compadecen de ellos”, declara.
“Al enseñarles el matrimonio como Dios lo ha pensado se ilusionan ante una manera de amar que sí les convence, y se van con mucha esperanza”, añade.
Y en tercer lugar, “también aprenden a vivir el noviazgo como un tiempo de espera para el gran día, en el que preparar sus corazones para amar en cualquier circunstancia y renunciar a sus propios gustos, apetencias y costumbres por el otro”.
Ser novios en una cultura hostil - foto de Heather Mount en Unsplash
El noviazgo: objetivo de la “cultura dominante”
“Muchos novios vienen heridos por su desconocimiento y por la experiencia que han vivido del matrimonio de sus padres”, advierte Gadea.
Se han formado en "la cultura dominante, basada en la búsqueda rápida del bienestar personal, del placer y la diversión. Una cultura que invita a centrarse en cosas de las que inmediatamente recibimos un aparente bien”, observa.
En vez de basar nuestros deseos en "lo que viene de Dios", la sociedad nos enseña a basarlos en "lo que viene del mundo y en el orgullo". Y eso es es “lo contrario que requiere el matrimonio”. Al hacerlo “es fácil caer en el egocentrismo, que en vez de espíritu de entrega, tengamos uno de dominio mutuo”, añade Gadea.
Muchos jóvenes han "cortado la comunicación con Dios. El demonio, a través de las distracciones de las redes sociales, la diversión con amigos o la bebida les dispersa del sentido de su vida, que es vivir para alguien”.
Explica que, en este contexto, “solo un buen noviazgo puede ayudarnos a enfrentarnos a un matrimonio real”.
Dios y un buen noviazgo, las claves del matrimonio
“La clave tanto del noviazgo como del matrimonio está en la relación con Dios. Si no contamos con Él, es imposible. Se trata de prepararnos para estar dispuestos a renunciar a lo que haga falta y dejar que el Espíritu Santo construya una unión de dimensiones increíbles”, comenta.
Y para ello, los novios requieren de una formación que pueden encontrar en este nuevo retiro. “Van a vivir la experiencia del amor verdadero que muchos no han tenido oportunidad de conocer y que por mucho que se echen a soñar no se imaginan lo que puede llegar a ser si lo viven como Dios lo pensó. Si lo que buscan es vivir algo grande, necesitan conocerlo bien y es lo que van a recibir en este camino de Amor Conyugal”.
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