Como muchas otras, la colombiana Andrea Catalina tuvo la oportunidad de "quitarse de encima" las dificultades derivadas de su juventud. Embarazada con 19 años, su novio la presionó para que abortase, no tenía trabajo y acababa de empezar sus estudios. Nada le era favorable para tenerlo, pero desde entonces sabe que aquel momento fue "una prueba" de Dios. Nunca pudo prever las consecuencias de su decisión.
Educada en una familia católica pero no practicante, recuerda como su abuela Flor fue siempre su único enlace firme con la fe. Algo que comenzó a olvidar cuando empezó sus estudios de Medicina en México, sola y lejos de su hogar.
"Empecé a tratar de comerme el mundo, conocer y vivir experiencias, fiestas… y quedé embarazada", relata al canal de El rosario de las 11 pm. La propuesta -y presiones- del padre para que abortase no tardaron en llegar y a las 16 semanas le dio el ultimátum: "Mi respuesta fue clara: el bebé nacería, con o sin él".
Y su primer hijo nació. Desde entonces, pese a que su vida ha tenido multitud de momentos difíciles, expresa que ha sido recompensada por Dios a lo largo de su vida y la primera vez fue en el nacimiento de Andrés.
La primera recompensa
"Me alejé de toda la fiesta y obtuve mis mejores notas de la carrera durante el embarazo [y después]. No hablaba con nadie salvo con Dios y mi bebé. Ese fue mi primer acercamiento real a Dios", relata, segura de haber recibido "un montón de gracias y bendiciones por haber apostado por la vida".
Aunque era una madre feliz, no estuvo exenta de dificultades, pues tuvo que terminar sus estudios a miles de kilómetros de su hijo, que se quedó con los padres de Andrea en Colombia después de que estos le diesen a elegir entre la crianza de sus hijos o terminar sus estudios.
Antes de terminar la carrera, el padre de Andrés había abandonó definitivamente a la familia. Pero una nueva "recompensa" de Dios llegaría cuando, meses después, conoció a Carlos Trelles.
"Me invitó a una heladería para dar helado al niño y me pareció bonito porque significaba que me aceptaba a mí con mi bebé. Incluso cuando le pidió mi mano a mi padre pidió también la mano de Andrés, porque se enamoró de los dos", relata.
Carlos y Andrea se casaron y pronto llegó su segundo hijo, Juan Diego.
Pero igual que llegaron los momentos de recompensa, las pruebas no tardaron en aflorar. Trasladaban a Carlos a Perú, y le acompañó toda la familia.
Y llegaron las pruebas: quiebra, soledad, aborto y depresión
"Fue terrible. Quebramos económicamente, no podía aportar económicamente porque me estaban convalidando el título de Medicina de Colombia, nos robaron y además perdí un bebé. Estaba deprimida", relata. Tanto que solo quería irse, hasta el punto de plantearse el divorcio o incluso irse sola con los niños de vuelta a Colombia.
Fue en plena tormenta cuando una pregunta comenzó a invadir cada día los oídos de Andrea: "¿Por qué no nos acercamos un poco más a Dios? Creo que es lo que nos hacía falta", pensaba.
Decidida, le pidió a su marido buscar una Misa a la que ir los domingos. "Encontramos una congregación donde cuidaban a nuestros niños, volví a confesarme tras muchos años y empecé a sentir que esa era la respuesta", relata. Perú, que comenzó como una experiencia "terrible", acabó siendo el lugar donde recuperó su fe y donde comenzó a labrar "una familia a conciencia".
Pero la luz al final del túnel parecía no llegar y tuvieron que regresar a Colombia, quebrados por completo, "pero juntos". Y, de nuevo, "apareció un ángel" que les propuso impulsar la que hoy se ha convertido en su principal forma de vida y en la de cientos de familias que pueden "encontrar a Dios en su trabajo", Axon Marketing & Communications.
Pero en aquel entonces la empresa distaba de ser la gran multinacional en la que se ha convertido en el presente.
Carlos Trelles y Andrea Catalina Parada dirigen hoy una consagrada multinacional del marketing, Axon Marketing & Communications, que han dedicado a la promoción de la fe, la vida y la familia desde el ámbito empresarial.
Tomando las riendas de su familia
Mientras el matrimonio y sus dos hijos hacían de la fe un pilar cada vez más central de su familia y asistían puntualmente a Misa cada domingo, Andrea supo que esperaba su tercer hijo, Felipe, y veían como Axon daba cada vez más beneficios, lo que ella valora como "otra" de las muchas recompensas que le fueron dadas por seguir adelante con su primer embarazo.
La familia había delegado la educación religiosa de sus hijos en los colegios católicos a los que asistían en Colombia, donde los pequeños aprendían a santiguarse antes que las letras. Algo que cambió al trasladarse a Miami, donde la educación religiosa brillaba por su ausencia.
"Ahora nos tocaba a nosotros. La misa de los domingos se volvió innegociable, iríamos fuese como fuese todos los domingos y nos empezamos a dar cuenta de que nos tocaba fortalecer lo más importante que teníamos que dejarle en esta vida a nuestros hijos, la fe", afirmó. Algo que cobró mayor relevancia cuando, en Estados Unidos, supo que un cuarto hijo, Nicolás, venía en camino.
De vuelta en Colombia y con Andrea dedicándose por entero a Axon, estaba reunida con una cliente que pidió al matrimonio que le acompañase a Montserrate, en Bogotá, ciudad a la que se quería mudar y especialmente conocida por un milagroso santuario mariano.
Virgencita, ¿me regalas una niña?
Cuenta que, cuando entró al santuario y vio a la Virgen, salió de ella una espontánea oración "del corazón": "Virgencita, ¿me regalas una niña? No me importa que sea adoptada o de mí, pero hazlo, por favor. Si lo haces, te prometo que le pondré tu nombre".
Visitaron el santuario en marzo de 2013. Por eso quedó sorprendida cuando el 10 de mayo supo que venía su quinto hijo.
"Estaba segura de que era niño, se iba a llamar Tomás Francisco, pero como había tenido muchos problemas con mis embarazos, me hicieron unas pruebas y en la semana 8 me enteré de que venía una niña, un regalo de la Virgen, porque Jesús siempre escucha a su Madre. Es mi única hija, y se llama Montserrate", relata.
La relación de esta familia numerosa con la Virgen no terminó ahí. Conforme más practicaban su fe, veían cómo se acrecentaba en número, pues exactamente un año después de que naciese Montserrate, la familia esperaba el nacimiento de Tomás Francisco. Venía con serios problemas, fue prematuro, y los médicos no tenían muchas esperanzas en su vida cuando Andrea supo que el día que nació se celebraba la Virgen de Medjugorje. Tras bautizarle de emergencia, le encomendaron su vida y hoy, a sus siete años, su madre está segura de que "el Espíritu Santo le dio la fuerza".
Respondiendo a una vida "guiada por Dios": "Es nuestro compromiso"
El matrimonio reconoce que si bien nunca buscaron los hijos, siempre recibieron alegres a los que llegaron. Pero ahora, tras años de embarazos y cuatro cesáreas, Andrea tuvo que someterse, no sin dudas, a una histerectomía ante el peligro que corría su propia vida. No pudo creer las palabras de la doctora: "Venías por una histerectomía y resulta que vamos a tener la primera consulta de maternidad".
El nacimiento no fue fácil. Su quinto hijo nació con 34 semanas las dos vidas corrieron riesgo, pero recuerda que tanto en el parto, como en toda su vida, esta familia numerosa "ha estado acompañada y guiada por Dios".
Hoy, Andrea afirma satisfecha que tiene "una familia fuerte en la fe" y junto a su marido ha construido un auténtico imperio empresarial que además de estabilidad económica, les ha proporcionado toda una vía apostólica y de promoción de la vida y la familia, como muestra su propia web.
"Se la hemos entregado a Jesús y queremos que Axon sea suya. Es un compromiso con Dios y desde ella me enfoco en mostrar a la gente que hay mucho más allá de lo material", concluye.