Familiares y amigos dieron recientemente el último adiós a Francesco Ederle en la iglesia de San Mattia sulle Torricelle, entre las colinas cercanas a Verona, dónde había vivido mucho tiempo, regentando un hotel rural.

Se ha cerrado así su agonía, que ha durado 24 años y 7 meses: ese es el tiempo que este hombre, con casi sesenta años, ha transcurrido en coma, tras haber sufrido en 1989 un ictus que le obligó a estar en la cama inmóvil.

Ahora su historia abre el nuevo año, 2014, recogiendo el testimonio de sus familiares que, durante casi un cuarto de siglo, han estado cerca de él, asistiéndolo y ocupándose de él.


Francesco era un empresario veronés de una familia muy conocida de la zona, famosa por las tierras compradas por el padre Giuseppe y por el Hotel Rural San Mattia que había creado a finales de los años Ochenta.

Después llegó el ictus que lo llevó al coma, la familia que lo cuidaba, el alimento y el agua a través de las sondas.

«Para mí, mi padre era ese hombre que dormía», cuenta al Corriere del Veneto el hijo de Francesco, Giovanni, de 26 años: no ha podido conocer a su padre porque en la época en que sucedió el dramático hecho él era muy pequeño.



«La de mi padre y la nuestra es una historia de esperanza. La esperanza que era, sobre todo, mi abuela, la cual tenía una fe inquebrantable: “Pongámonos en las manos del Señor”, decía. Pero sobre todo era una persona que no se planteaba grandes preguntas y no buscaba grandes respuestas. Hacía lo que se tenía que hacer, también con mi padre».


Esto es lo que recuerda también el hermano de Francesco, Andrea. Entrevistado por L’Arena cuenta de Doña Annamaria, que ha fallecido el año pasado, casi centenaria.

A su hijo en coma «iba a verle cada día y estaba cerca de él, también en su casa en el stradone San Fermo. Ha vivido tanto tiempo por él».

El dolor de tener en casa un familiar en esas condiciones ha cambiado lentamente a los familiares, transformando las fatigas en serenidad: «Siempre me he preguntado qué sentido tenía un sufrimiento tan largo, de veinticuatro años», sigue explicando Andrea. «Pero en este largo periodo he visto como él ha luchado y como los han asistido sus familiares».


Mientras tanto el Hotel Rural sigue adelante. Lo dirigen sus propios hijos, Giovanni y Camilla, junto a Francesca, esposa de Francesco Ederle.

«De él no tengo recuerdos», explica el primogénito: «Él “dormía”. Pero de él siempre me han hablado ella (la abuela, ndr) y mi madre. Y aunque no he tenido una relación directa, ahora hay mucha gente que me dice que hago las cosas como las habría hecho él».

Y sobre la pérdida de su padre: «Ha sido un momento triste. Pero también sereno. Y de alivio. Más de uno me ha preguntado en estos años cómo se vive con un padre así y si no he pensado nunca que sería mejor que hubiera muerto antes. Si esta elección tuviera que concernirme, sabría qué hacer. Pero con él ha sido una experiencia impagable. Él no hablaba, dormía. Y sin embargo, si no hubiera estado no habría aprendido tantas cosas».

(Traducción de Helena Faccia Serrano.)