A pesar de las proclamas del gobierno central, que en días pasados ha pregonado el relajamiento de la ley de planificación familiar, los médicos de la prefectura de Hotan han inyectado a las mujeres una medicina para inducir al parto y al mismo tiempo envenenar al niño. Una de ellas logró escapar, mientras otra está aún en el hospital.
Eniver Momin, vice síndico de la ciudad de Arish, confirma todos estos hechos. "Habían planificado el aborto para 6 mujeres. Cuatro de ellas lo han realizado, una escapó y la última está esperando para iniciar la tramitación". Awat, jefe del Departamento planificación familiar de la zona, dice a la radio Free Asia que las "cuatro intervenciones fueron llevadas a término por orden de las autoridades centrales".
El pasado noviembre, el Plenario del partido comunista anunció reformas en el campo de la planificación familiar. Según el nuevo proyecto, aprobado formalmente por el Comité permanente de la Asamblea nacional del pueblo el pasado 28 de diciembre, a las parejas que tienen un hijo único se les permitirá tener hasta 2 hijos. No cambia, en cambio, la política en relación con las minorías, a las que en algunos casos no se les aplica esta disposición y en otros sí.
Memettursun Kawul, marido de una de las mujeres obligadas a abortar, cuenta: "Mi mujer dio a luz a nuestro hijo, pero este murió una hora después del parto. Yo quería muchísimo a este niño: tenemos 3 hijas pero estábamos dispuestos a pagar la multa. Las autoridades han rechazado nuestra oferta, entonces nos escondimos en la casa de un pariente. La semana pasada llegó Awat Han con dos policías y se llevaron a mi mujer. Cuando nació mi hijo lloraba. Los doctores han intentado salvarlo pero no lo lograron. Me dijeron que murió por el veneno que le habían dado durante el aborto".