Como Cherri, también Robin, embarazada del cuarto hijo poco después de haber dado a luz al tercero, sentía el peso de sentirse juzgada como una “estúpida”: «Encontré el sitio y escribí. Me respondió Kelly, que me ayudó escuchándome. Decidí no abortar, aunque hasta el final estuve llena de dudas», explica la mujer.
«Pero cuando mi hija nació me di cuenta de que había hecho la mejor elección de mi vida. Kelly me ha ayudado a combatir contra las presiones de la sociedad, contra la mentalidad de la mayoría. ¡Quiero dar las gracias y decir a las mujeres que busquen ayuda, que allí fuera existe gente dispuesta a ayudaros!».
Jeff Bradford, antes de socorrer tantas vidas, había sacrificado una, la de su hijo. Era el año 1993: él y su novia, que en esa época tenían veinte años y estaban a punto de casarse, descubrieron que esperaban un hijo, pero el miedo al juicio de los demás los empujó al aborto.
Y aunque ambos sentían que algo no estaba bien en esta decisión, no se dijeron nada el uno al otro. El día en que su novia abortó, Bradford se quedó en la sala de espera. Tricia salió y los dos volvieron a casa en silencio. Después se casaron y del matrimonio nacieron cuatro hijos. Sin embargo, durante 15 años, los cónyuges no hablaron nunca de lo que había sucedido, «pero había siempre algo que no iba bien», ha contado Bradford.
Los primeros años de matrimonio fueron muy duros, después «la herida del aborto se gangrenó», hasta la crisis de hace cinco años que los empujó a pedir ayuda a un centro de terapia matrimonial. Por primera vez marido y mujer hablaron del aborto de su hijo: «Viendo lo que habíamos hecho surgió toda la amargura y la rabia que teníamos dentro. Mi mujer lloró todas las lágrimas que tenía, buscamos perdón y por primera vez lo encontramos».
Bradford entendió entonces que no hubo nadie sosteniendo a su mujer: «Yo el primero». La relación entre él y Tricia volvió a florecer. Tres años después Bradford decidió dejar su trabajo de director de una empresa para trabajar junto a otros amigos en el proyecto Online for Life: «Quiero impedir que otros cometan mi error».
¿Por qué de este modo? En el sitio internet se lee: «¿Dónde buscan las personas la información para abortar? En internet seis millones de personas al mes buscan online los centros abortivos. Pero hay también 2.500 centros de ayuda a la vida dispuestos a socorrer a 1.300.000 mujeres que abortan cada año. Lo que hacemos es poner en contacto a los unos con los otros».
Explica Bradford: «Es exactamente lo que habría deseado para mí. Encontrar casualmente algo a lo que asirme, en alguien que me dijera: “Es tu hijo, no temas, estoy contigo”. Si hubiera muchos hombres así no creo que tantas mujeres abortaran. Estamos llamados a ponernos en marcha, a marcar la diferencia».
(Traducción de Helena Faccio Serrano, Alcalá de Henares)