Al negocio del vientre de alquiler le sucede como a los antiguos piratas que hacían prisioneros para venderlos como esclavos, o cobrar rescates: se basa en una situación internacional, aprovecha los resquicios legales. En esa época, se secuestraba en un lugar, se vendía en un segundo, se usaba al esclavo en un tercero...
Hoy, con el vientre de alquiler, sucede lo mismo: en un lugar se contrata, en otro se insemina, en otro se gesta, en otro se entrega el bebé. Igual que la esclavitud debe prohibirse en todo el mundo, para impedir su viabilidad, lo mismo sucede con el vientre de alquiler.
Que la lucha es internacional y requiere leyes internacionales es una de las conclusiones del reciente Congreso Internacional en Roma para abolir la Gestación Subrogada. Otra conclusión es que es un negocio en auge, muy lucrativo, que en tres años triplicará su facturación.
Abolir el vientre de alquiler, como la esclavitud
La Conferencia Internacional por la abolición universal de la gestación subrogada concluyó el sábado por la tarde con un discurso del coordinador Bernard García en Roma, en la sede de la Universidad católica Lumsa. Decenas de expertos y activistas de numerosos países se reunieron durante dos días.
Recordaron la importancia de la Declaración de Casablanca, documento firmado en 2023 en Marruecos por 100 expertos de 75 nacionalidades, que pide que el vientre de alquiler se prohíba en todo el mundo. La Declaración de Casablanca también pide que no se homologuen automáticamente las partidas de nacimiento expedidas en otro país, porque es una forma de facilitar la compra-venta internacional de bebés, y su gestación por dinero. El vientre de alquiler convierte a los bebés y a las embarazadas en mercancías alquilables y vendibles.
Entre las voces que resonaron en Roma estaban:
- Olivia Maurel: hija de madre de alquiler, activista contra esta práctica; en su testimonio, las heridas de un secreto familiar, y la herencia de la enfermedad de su madre biológica;
- Jennifer Lahl, impulsora de Stop Subrogation Now: llegada desde California, insistió en que el glamour de la práctica esconde horrores y pidió la abolición mundial. "Las leyes nacionales no son suficientes", afirma Lahl. Muchos extranjeros contratan gestantes en EEUU (es famoso en España el caso de Ana Obregón) porque además el bebé podría luego reclamar la ciudadanía estadounidense. Lahl cuenta otro caso, con compradores asiáticos: encargaron gemelos, luego se divorciaron, pidieron a la embarazada contratada que abortara, la chica se negó, la demandaron. Al menos, tras una negociación y mediación, un bebé fue dado en adopción y el otro se la quedó el "cliente".
-La periodista Birgit Kelle, alemana de origen rumano, que escribió el libro "Voy a comprar un niño" (I'm Buying a Child: The Ignoble Business of Surrogacy). Fue a una feria de empresas de vientre de alquiler en Berlín como si fuera una aspirante a madre soltera. "Me ofrecieron la posibilidad de tener un hijo por vientre de alquiler por 52.000 euros, que bajaban a 36.000 si elegía la opción online. El embrión se produciría en Ucrania, la madre sustituta vendría de Bulgaria o Kazajstán y daría a luz en Chipre, donde yo estaría registrada como madre. Al regresar a Alemania habría tenido todos mis derechos como madre soltera". La guerra no ha parado el negocio en Ucrania, país que vende hoy 3.000 bebés al año. El negocio requiere que el bebé nazca en Ucrania, mientras los compradores esperan en la frontera de Eslovaquia y Hungría.
- Kajsa Ekis Ekman, activista sueca, autora del libro Ser comprado: prostitución, gestación subrogada e identidad dividida. Denuncia el lavado de imagen de esta industria. "Las divas de Hollywood nos muestran su felicidad mientras esperan un hijo de una madre de alquiler, para no deformar sus cuerpos. Pero es falso: es otra mujer la que espera un hijo, no ellos. Quienes dan a luz ni siquiera tienen derecho a ver a su propio hijo: esto es una mercantilización, una poligamia moderna. Alquilar el útero no es un trabajo, la verdad es que los clientes son dueños de la mujer. El producto es el niño, que se convierte en mercancía de intercambio. Pero las mujeres no son robots", protesta.
Invisibilizar las mujeres heridas
Para que prospere el negocio hay que esconder e invisibilizar a las mujeres víctimas, incluso víctimas mortales, como Lydia, Brooke, Crystal o Michelle: mujeres jóvenes que murieron en California en los últimos años gestando o pariendo bebés por encargo de otros. Embolia de líquido amniótico, complicaciones durante un embarazo gemelar... la mayoría eran mujeres pobres que tenían sus propios hijos, a los que dejaron huérfanos pensando en lograr un dinero para ellos.
Herveline Urcun, analista del Observatorio Francés de la Procreación Asistida, habla de un negocio en auge:
- 3.800 millones de dólares facturados en 2016;
- 11.000 millones facturados en 2022 (estimación);
- 33.000 millones se espera que se facturen en 2027.
Con tanto dinero por medio, hay detrás sobornos, políticos y funcionarios comprados, lobbies, agencias de comunicación, marketing online, etc... Mucho maquillaje para un negocio tan feo como producir, comprar y vender bebés; a veces, desecharlos cuando no cumplen los requisitos del cliente.
En Francia, Alemania e Italia el vientre de alquiler está prohibido, pero hay todo tipo de trucos para saltar las dificultades legales. Dieron este ejemplo: comprar óvulos en España, comprar esperma en bancos daneses que garantizan el anonimato del "donante", o bien comprar embriones directamente en Ucrania, donde se puede elegir el sexo y la apariencia física del bebé. Los más ricos contratan a la gestante en EEUU (de 120.000 a 300.000 dólares, sólo una parte va a la mujer); por menos dinero, una ucraniana -o búlgara o moldava en Ucrania- se arriesga por 10.000 dólares (y 40.000 más para la empresa mediadora).
Como en la lucha contra la piratería o contra el blanqueo de capitales, los expertos piden una prohibición global y sostenida.
Olivia Maurel y su marido, activistas contra el vientre de alquiler, en visita al Papa Francisco.
El Papa recibió a los activistas: hay apoyo diplomático
El pasado jueves, el Papa Francisco recibió a algunos de los asistentes del congreso en Roma. Ya el día 8 de enero, en su habitual mensaje de inicio de curso a embajadores, el Papa lamentó que "la práctica de la gestación subrogada perjudica gravemente la dignidad de las mujeres y de los niños".
Olivia Maurel, que precisó que es atea, declaró que encontró al Papa "muy bien informado científicamente", y que, por ejemplo, el Pontífice sabía que las gestantes llevan siempre en su cuerpo, de forma natural, células madres de los bebés que han gestado. Añadió que en el Papa buscan no tanto una voz religiosa, sino una voz moral y también de diplomacia internacional.
Además de la audiencia papal, los miembros de la Declaración de Casablanca mantuvieron extensas conversaciones con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, quien les aseguró que la Santa Sede trabajará en favor de un tratado internacional para abolir el vientre de alquiler, "en el mismo espíritu que el que prohíbe, por ejemplo, la proliferación nuclear". "Ya hemos sido invitados por la Santa Sede a las Naciones Unidas, hace tres semanas, en el marco de la comisión sobre la dignidad de la mujer", explicó Bernard García-Larrain.