La anunciada reforma de la Ley del Aborto no ha sido acogida por igual por el movimiento provida. Aunque compartiendo el objetivo final -una sociedad libre de abortos-, las entidades provida han acogido de forma diferente los posibles avances y las limitaciones de la nueva ley.
Con el objetivo de clarificar posturas y buscar la unidad de cara a los próximos meses, el Presidente de la Fundación Red Madre, Antonio Torres, explica en esta entrevista la línea de trabajo de dicha entidad
- Como he explicado varias veces, la batalla por recrear un compromiso activo con la cultura de la vida en la conciencia colectiva, en la ciencia, en la conducta personal, en las leyes y en las políticas públicas, me parece uno de los grandes temas de nuestra época, que se caracteriza de forma singular precisamente por la fuerte impronta de la cultura de la muerte en la mentalidad colectiva dominante. Este proceso de recuperación del aprecio y el respeto a la vida será, me temo, necesariamente largo y se producirá paso a paso, pues así es todo lo humano: histórico, arduo, progresivo y siempre inestable. Tanto en la vida personal como en la colectiva de los pueblos, el compromiso con el bien exige esfuerzo, progreso, perseverancia, virtud...; y eso... día a día, una vez y otra, sin desánimo y en permanente rectificación frente a errores y cobardías.
Por ello, mi actitud y la de Red Madre es la de apoyar y animar todo paso que se dé en la buena dirección por pequeño que sea; y eso tanto respecto a los políticos como respecto al voluntariado como en relación a las personas singulares. Siempre animaré y felicitaré a quien se pone en marcha hacia el compromiso con la vida, sea cual sea su pasado y por pequeño o tímido que sea su primer paso en la buena dirección. Y a la vez nunca me daré por satisfecho con los primeros y pequeños pasos y seguiré animando a todos a dar el siguiente y el siguiente y el siguiente. Este criterio me lo aplico a mí mismo, lo aplico en la educación de mis hijos, lo propongo a los voluntarios de Red Madre y a las mujeres que se acercan a nuestra institución y lo aplico en mis juicios sobre las iniciativas de los políticos y los gobiernos sea cual sea su color ideológico.
- En absoluto. Nuestra propuesta, la mía y la de Red Madre, es una sociedad sin abortos y con leyes que protejan siempre y sin excepción alguna la vida del no nacido y apoyen a la mujer en su derecho a ser madre con políticas activas que ayuden a superar cualesquiera obstáculos o dificultades para ello. ¡Ojalá ésta, mi propuesta, fuese la de la mayoría de la sociedad española, la de la mayoría parlamentaria, la del Gobierno, la de la ONU y la del Presidente de los EEUU!
Precisamente por ello el trabajo de Red Madre consiste en apoyar e impulsar todo lo que pueda suponer un avance hacia ese nuestro ambicioso objetivo. Nosotros no somos responsables de lo que hacen los demás, pero sí está en nuestras manos animar a cualquiera que pueda aportar un granito de arena a esta causa. Repito que este criterio es el que aplicamos a cualquier mujer que llama a nuestras puertas, y es el mismo que aplicamos a la hora de juzgar a los políticos: no excluimos a nadie que se acerque con rectitud de intención, animamos a todo el que quiera aportar algo a la causa y -a la vez- no renunciamos nunca a proponer nuestro ideal y seguimos trabajando para que llegue a realizarse sin darnos por satisfechos con éxitos o consecuciones parciales.
- Debo decir, en primer lugar, que no me sorprenden estas críticas, pues doy por supuesto que no todos los que sienten el mismo aprecio por la causa de la vida que yo tienen que ver las cosas como yo las veo. Estamos hablando de juicios prudenciales sobre circunstancias contingentes (lo que uno dice, la credibilidad que nos merece, la fiabilidad de su palabra, el bien que es posible y asequible, etc.) y sobre tales cosas, personas que comparten su amor y compromiso con la vida pueden tener opiniones distintas. El respeto que la vida merece no es discutible, pero cómo conseguirlo es terreno en el que la libertad de cada uno opera, y no todos los que amamos la vida tenemos por qué ver las cosas del mismo modo. Por esta misma razón, no todos los cristianos, por ejemplo, educamos a nuestros hijos de la misma forma ni tenemos porqué votar al mismo partido político, aunque todos nos inspiremos en la misma visión del hombre.
En este terreno, y por lo que a la política se refiere, me parece especialmente ilustrativa la doctrina cristiana tal y como, por ejemplo, la expuso Benedicto XVI ante el Bundestag alemán el 22 septiembre 2011 cuando afirmó que «el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho», idea que también puso de manifiesto ante el parlamento británico un año antes en Westminster cuando con gran fuerza afirmó que el papel de la religión en el debate político no es proporcionar las normas ni las soluciones políticas concretas sino «ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos».
Yo doy por supuesto que quienes me critican desde posturas provida y desde una visión cristiana de las cosas tienen todo el derecho a hacerlo. Eso sí, me gustaría que cuando me critican lo hiciesen desde el mismo honesto respeto a mi libertad y sin pretender poner en duda ni mi sinceridad ni mi coherencia como cristiano o provida.
Por último, sí quiero dejar constancia de que me duelen especialmente las críticas que ponen en mi boca cosas que yo jamás he dicho o infieren de mis palabras lo que no es honesto deducir de las mismas. Y me duelen especialmente, porque quien eso hace está siendo injusto y falta a la verdad.
- Sí; así es. Yo jamás he dicho que el PP sea un partido provida, ni jamás he animado a votar a este partido ni a no votarle, entre otras cosas porque no es mi papel como Presidente de Red Madre hacer tales juicios. Yo he dado una opinión sobre el compromiso manifestado por Ruiz Gallardón en nombre del Gobierno en materia de la Ley del Aborto, y ya he recordado esa opinión en esta misma entrevista. Cualquiera puede coincidir o disentir de mi opinión al respecto, pero no me parece intelectualmente honesto ni justo atribuirme juicios u opiniones distintos de los que he expresado intentando llevar mis pronunciamientos a debates o cuestiones distintas por interesantes que puedan ser. En todo caso, sé que cuando uno participa en el debate público sobre cuestiones como ésta queda sometido también a ese tipo de manipulaciones; y asumo esa carga con paz.
- Con sumo gusto. Como he dicho al principio de esta entrevista, creo que la defensa de la vida es uno de los temas de nuestro tiempo, un ámbito de responsabilidad irrenunciable para todos los que vivimos hoy por el hecho de vivir en una época en que la defensa de la vida se ha oscurecido en la conciencia de muchos de nuestros contemporáneos.
Por eso me parece que la mera denuncia de lo que otros no hacen o de lo que hacen mal no es suficiente, sino que es necesario un compromiso personal activo con la vida que nos obliga a todos a trabajar en positivo por ella sin limitarnos a la crítica de lo que los demás dejan de hacer. Esta consideración me parece que adquiere aún más fuerza si tenemos en cuenta que la cultura de la muerte crece no solo en las leyes, los parlamentos o los laboratorios sofisticados, sino también en el día a día de las personas que nos rodean: abortan o se plantean abortar mujeres de nuestro entorno y el de nuestros hijos, se rechaza como inadmisible la enfermedad y el dolor entre nuestros amigos y colegas, se exalta una concepción de la sexualidad incompatible con la vida en los ambientes en que nos movemos todos, se generaliza una visión positiva de determinadas técnicas de reproducción o selección genética en nuestro entorno más inmediato. Nadie puede decir que es ajeno en su ámbito de relaciones personales o influencia a las tentaciones intelectuales o prácticas de la cultura de la muerte.
Por eso, porque estamos ahí, en la primera línea de fuego, todos somos responsables -en mi opinión- de aportar nuestro granito de arena en positivo para recrear la cultura de la vida. Y por eso mismo, defiendo que no agotamos nuestro ámbito de responsabilidad con la crítica a terceros, sino que debemos -¡todos!- dar el paso de hacer cosas en positivo.
Esta es mi opinión y la línea de trabajo que seguimos en Red Madre, aunque comprendo que pueda haber otras personas, de espíritu provida, que piensen de forma diferente.
- En absoluto. La colaboración con esos grupos es una de las posibilidades de trabajar a favor de la vida pero hay muchas más. Cada uno según sus habilidades y capacidades, su tiempo, su disponibilidad y sus gustos deberá elegir cómo coadyuva a la causa de la vida. Y yo no juzgaré a nadie nunca por lo que deja de hacer sino que siempre alabaré a todos por lo que hacen. Es más, creo que más importante que pertenecer, por ejemplo, a Red Madre es crear cada uno una mentalidad redmadre en su ambiente: preocuparse con cariño de quienes a su alrededor sufren o pasan por situaciones problemáticas; ofrecer cariño, atención y ayuda a quienes a nuestro alrededor puedan necesitarlo para no atentar contra la vida; recibir con alegría las nuevas vidas; aceptar con normalidad la enfermedad, el declive por edad y la muerte; etc. A veces una sonrisa, un: ¿necesitas algo?, hace más por la vida que una gran ONG; y esa es responsabilidad de todos. A esto me refiero cuando digo que no basta con acusar con dedo justiciero a otros, aunque esos otros se lo puedan merecer. Y con eso tampoco estoy criticando la crítica pues ésta también ayuda a construir la cultura de la vida. Solo estoy diciendo que la crítica no es suficiente, en mi opinión, ante un desafío tan serio y en el que tanto nos jugamos.
- Me parece importantísimo el activismo provida en el mundo político, como me lo parece en el mundo científico y en el periodístico y en el campo de la reflexión bioética y en la preparación al matrimonio y en la educación y en el ámbito de las organizaciones internacionales y en el de la formación religiosa y... Lo que sucede es que yo hablo de lo que tengo más cerca y conozco un poco mejor; pero nadie puede interpretar que el resto de ámbitos a los que yo no llego o sobre los que no tengo especial información me parezcan menos interesantes o relevantes.
Esta es una batalla polifacética y omnicomprensiva en ámbitos de lo más variado, en la que cada uno debemos implicarnos según nuestros gustos, capacidades y posibilidades. Por eso los que trabajan en la política no deberían descalificarnos a quienes trabajamos en otro ámbito, acusándonos de lo que usted denomina apoliticismo provida; ni al revés. Tal actitud me parecería tan injusta como si yo criticase a los que defienden la vida en la política o en la prensa o en la cátedra porque a la vez no están en la sede de Red Madre atendiendo embarazadas con problemas.
Por otra parte, pienso que nadie tiene derecho a usar la común sintonía en la causa provida para exigir a otros que deben apoyar sus particulares iniciativas en cualquier campo, sea el asistencial, el del activismo social o el de la política. Quienes tal cosa pretendiesen demostrarían escasa -y poco cristiana, dicho sea de paso- comprensión de la libertad personal.
-Son expresiones muy utilizadas por Juan Pablo II que reflejan muy bien el problema de nuestra época; que no es solo el de una ley o práctica social contraria a la ética de la vida, sino el de toda una civilización que se pone al servicio de una visión de la realidad incompatible con la dignidad y el respeto que merece el ser humano. Por eso me parecen expresiones muy acertadas para analizar con grandeza de espíritu y de miras el debate de la vida en nuestra época y evitar reducir todo a pequeñas polémicas e intereses circunstanciales, sean estos personales, políticos o intelectuales.