"Mi vida cambió para siempre a los 19 años, cuando me quede embarazada de forma imprevista": no es una historia excepcional, ni tampoco lo es la solución que encontró Hannah Rose Allen. Abortar.

Aunque había nacido en una familia provida, le faltaba información. Agobiada por tener que contar la noticia, por tener un  hijo antes de casarse, por tener que cambiar sus planes de futuro, se sintió "débil y vulnerable" y tomó un camino que luego comprendió equivocado: "Era más sencillo pensar en ello como en un embarazo, que como en un niño. De haber sabido la depresión y la culpa que seguirían, habría elegido otro camino, le habría dado a mi hijo una oportunidad. Ojalá hubiera sabido que su pequeño corazón ya había comenzado a latir", aunque admite que su propio llando delataba que, simplemente, era una madre que llevaba dentro su primer hijo.


A las seis semanas de embarazo, el 6 de febrero de 2009, tomó la píldora RU-486: "Tras una noche de oscuridad, el asunto había concluido. Quise volver a mi vida normal, como si la pesadilla no hubiese sucedido, olvidado aquel inmenso dolor. Me indujeron a pensar que podría olvidarlo. La consejera de Planned Parenthood [la mayor red de abortorios de Estados Unidos] me dijo que una cierta tristeza inicial tras el aborto sería normal, pero que si la depresión me duraba más tiempo no era normal y debía buscar ayuda. ¡Qué equivocada estaba! Pasaba las noches sin dormir, en agonía de mi corazón y mi alma, inquieta. Y no había nada estropeado en mí por sentirme así".

Intentando olvidar lo que había hecho, durante los meses siguientes Hannah entró en una espiral de citas, borracheras y promiscuidad: "Me hundía cada vez más en un abismo de destrucción y desesperación".

Y entonces, cuatro meses después del aborto, se quedó embarazada de nuevo. Volvió a pedir cita en Planned Parenthood para lo mismo, pero...

"Jesús estaba luchando por mi y por mi bebé no nacido. Dios me hizo ver que si elegía un nuevo aborto, seguirían un dolor y una oscuridad inimaginables, pero si elegía la vida, lo inimaginable sería la belleza que traería. En vez de elegir el camino de esas clínicas por segunda vez, elegí el camino de la luz hacia la libertad", cuenta la joven en LifeNews.

El 6 de marzo de 2010, sin embargo, recibió la "devastadora noticia" de que el corazón de su pequeña había dejado de latir: "Lily Katherine había susurrado su adiós antes de decir hola. Tenía que haberla abrazado y besado por una eternidad, pero tuve que contemplar su pequeño ataúd bajar a la tierra bajo una lluvia de flores y lágrimas".

Hannah supo interpretar el sentido de las cosas que le habían sucedido: "Dios salvó a Lily del aborto y destinó su vida para salvar la mía. Destinó su vida para que yo rompiese las cadenas con el pecado y la rebeldía. Destinó su vida para que yo recompusiese mis relaciones familiares y mis amistades. Utilizó a esta dulce niña no nacida para devolver a su madre a Jesús".

"Mi vida entera y mi futuro habían cambiado por dos niños que nunca dijeron una palabra ni respiraron", explica: "Y, sin embargo, Dios habló a través de ellos para reflejar cuán preciosa y valiosa es cada vida. Él tiene un plan y una finalidad padra cada una de las hermosas vidas creadas a Su imagen. Él puede tomar nuestra tristeza más profunda y nuestro pecado y emplearlas para nuestro bien y Su gloria. Escogiendo la vida para mi segundo hijo, Dios le trajo la paz a mi corazón y sanó lo que estaba roto por el aborto del primero"


"Cuando eliges la vida, sea cual sea el resultado, es la elección correcta, una elección que nunca será lamentada", concluye Hannah: "He comprendido que todo lo que me hizo elegir el aborto eran problemas temporales. Ni siquiera las cosas que en ese momento me parecían insuperables lo parecerían siempre".

Hannah llama a su primer hijo Luke Shiloh ("luz y paz"), y Lily Katherine ("pura e inocente") a la segunda, porque "ella es un símbolo de mi redención en Jesucristo". Y a ambos les dice: "Dar a conocer mi historia no es fácil. Pero hubo un día en que quise que nadie supiese jamás de vuestra existencia. Ahora quiero que el mundo entero sepa que sois mis hijos, y prometo ser vuestra voz el tiempo que me quede de vida. Porque el aborto hiere y hay que redimirlo. La cicatriz la llevarás siempre. Pero si eliges la vida, nunca lo lamentarás".