Misterio tremendo que fascina. Así definía el pensador Rudolf Otto "lo sagrado".

Como la vida de un niño. Como la muerte de un niño.

El misterio se contempla, más que se entiende. Y a veces se fotografía, para poder seguir contemplándolo.

Walter Joshua Fretz nació prematuramente a las 19 semanas de ser concebido. Vivió sólo unos minutos fuera del seno materno. Lexi, su madre, fotógrafa, quiso contar con imágenes de su hijo. Y publicó su testimonio y su fotorreportaje en su web.

"Tened en cuenta que las fotos de este post son emocionalmente difíciles de manejar. Yo creo que son hermosas y muestran que a las 19 semanas mi hijo estaba plenamente formado", escribe Lexi una semana después de los hechos, cuando muchos miles de personas las han visto y reenviado.




Walter vivió sólo unos minutos tras el parto, y apenas hizo nada: respirar un poco, y recibir amor. Pero ha tocado muchos miles de vidas y corazones.

Lexi describe aquellos minutos extraños en los que la vida y la muerte caminaron juntas en el abrazo a un bebé. «Lo alcé, lo abracé, mientras su corazón latía. Lo mantuve cerca de mi corazón, conté sus dedos de los pies y le besé la cabecita. Siempre guardaré los cálidos recuerdos que tengo de él». 



Sucedió a finales de junio de 2013, en Indiana (EEUU). Lexi Fretz estaba preparándose para hacer fotos en una boda al día siguiente, cuando empezó a perder sangre. 

Fue al Hospital de Kokomo donde las contracciones se hicieron cada vez más fuertes. En recepción y las primeras fases de emergencias la trataron con frialdad. Le hablaban de "el feto". Pero en ginecología fue acogida con cariño, y todos hablaban de "el bebé".

Lexi vivió el parto acompañada de oración. El doctor y las comadronas y enfermeras rezaron con ella y su familia antes de parir. Unas señoras vinieron a rezar con ella después, en el momento de expulsar la placenta.   

Así nació Walter, con 19 semanas y 3 días, acompañado por su madre Lexi y su padre Joshua.

«Estoy muy contenta de que Joshua fuera al automóvil a buscar mi cámara. Al principio no quería fotos, pero son la única cosa que tengo para recordarlo ahora», comenta Lexi. 



Son fotos que tenemos todos para contemplar el misterio de la vida, la paternidad, la maternidad, la fraternidad... Nacemos. Morimos. Nos acompañamos. Nos perdemos unos a otros. Muchos esperamos un reencuentro.

A la mañana siguiente, sus hermanas, Michayla y Emma fueron al hospital a conocer al pequeñín. Lexi advierte que los padres deben ver estas fotos y reflexionar antes de mostrárselas a un niño pequeño, no porque sean peligrosas, sino porque "suscitarán un montón de preguntas".



“Yo no dudé de que necesitaba que las niñas vieran a su hermano. Michayla, sobre todo, había estado tan emocionada con el bebé, quería tanto un hermano... A Emma le costó un poco comprender lo que le estaba explicando, cuando le dije que Jesús se llevó al bebé al Cielo con Él. Pero lo entendió. Le dice a algunas personas al azar que nuestro bebé murió, pero no habla mucho de ello. Michayla es otra historia: quedó devastada y lloraba y lloraba, y hacía muchas preguntas, y es duro para ella cuando le respondemos que ‘no sabemos’”, explica Lexi.




¿Qué pasa cuando el "misterio tremendo que fascina", lo sagrado, sale de la estricta intimidad y llega a las redes sociales? Todas las culturas han tenido ritos y protocolos para tratar la muerte y el duelo. En cualquiera de ellas se castigaría o despreciaría a quien acudiese a insultar o despreciar el dolor de una familia en duelo por la muerte de un hijo. Pero en Internet el insulto y el comentario grosero es fácil, frecuente y gratuito. 



"Yo no he colocado estas fotos o nuestra historia en un post para conseguir ´likes´ en Facebook ni comentarios. Esas cosas no me interesan. Compartí las fotos para que mis amigos y mi familia pudieran ver a mi niño perfecto. Nunca pensé que pudieran difundirse así por el mundo, Lo siento si alguien piensa que busco fama o potenciar mi negocio. No es el caso", responde Lexi después de una semana de recibir comentarios de todo tipo, la mayoría emocionados y agradecidos; otros, groseros y crueles.


"Los que me conocen también conocen mi corazón y mi amor por el Señor. Desearía que esto no hubiese pasado, pero sucedió por una razón. Quizá esa razón era compartir con el mundo lo perfecto que es un bebé al cual es legal abortar en muchos estados. No lo sabré en esta vida. Sé que el Señor tiene un plan perfecto y que volveré a ver a mi hijo", expresa Lexi.



Y con respecto a los comentarios molestos, da una regla básica de "etiqueta de internet": "Si usted tiene algún problema con mi fe, o mi postura respecto al aborto, simplemente no comente", propone. 


Los embarazos son iguales en la especie humana en todo el mundo; el ser humano prenatal se desarrolla igual en cualquier país. Todos hemos sido como Walter. Y la medicina prenatal consigue cosas asombrosas: hay prematuros de 20 semanas que han sobrevivido. Ya se realizan muchas operaciones fetales que corrigen malformaciones antes del parto.

Pero las leyes son arbitrarias a la hora de establecer quién puede ser legalmente abortados y quien no.

Walter, a sus 19 semanas, habría estado protegido por la ley en muchos países, pero no en EEUU ni en Holanda, por ejemplo. Así, los límites varían:

-Holanda: aborto libre hasta las 24 semanas.
-Suecia: libre hasta las 18 semanas
-Rumanía: libre hasta las 14 semanas.
-Italia: aborto libre los primeros 90 días (casi 13 semanas)
-Alemania, Francia, Grecia, Bélgica o Bulgaria: libre hasta las 12 semanas.
-Portugal: aborto libre las 10 primeras semanas
-EEUU: sin límite



En España, desde 2010, la vida de Walter estaría desprotegida hasta las 14 semanas; luego, la ley protegería al bebé... a menos que se alegase un vaporoso "riesgo para la salud" de la madre o del feto antes de las 22 semanas. Para abortar pasadas las 22 semanas se exige detectar "anomalías en el feto incompatibles con la vida" o "una enfermedad extremadamente grave e incurable en el feto". O, simplemente, viajar a Francia.

El "misterio tremendo" de lo sagrado, de la vida, es igual para todos los hombres y países. Las leyes que regulan quien puede vivir y quien no, son distintas de país en país, de legislatura en legislatura. A veces, de hospital en hospital.