Era lo que todos los médicos esperaban que se hiciera, el procedimiento lógico en embarazos complejos: estabilizar a la embarazada, esperar a que el bebé crezca, sacarlo por cesárea cuando es necesario. Es decir, salvar a los dos pacientes, como pide la ética médica.
A las 2 de la mañana, hora de El Salvador, se realizaba la cesárea a "Beatriz" en el Hospital de Maternidad, y cinco horas después, la niña, que como se diagnosticó era anencefálica y tenía graves deformaciones, moría de forma natural, tratada con la dignidad humana de cualquier otro pequeño paciente neonatal, sin ser abortada.
Tenía 500 gramos y 27 semanas de vida. Su hermano mayor había nacido también por cesárea con 26 semanas de vida, hace unos 18 meses. Su madre, "Beatriz" (nombre ficticio que salvaguarda su identidad real) permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Según una portavoz ligada a entidades pro-aborto, la madre, de 22 años, no se animó a ver a la bebé porque le producía mucha tristeza.
Algunos medios de comunicación, como El Mundo en España, juegan a la confusión y titulan "Logran interrumpir su embarazo", cuando es evidente que en las cifras de "interrupción voluntaria del embarazo" que cada año se publican en España no se incluyen las cesáreas, en las que se saca vivo al bebé y se le cuida. Una cesárea salva bebés, una "interrupción de embarazo" es un término eufemístico para el aborto, que no salva, sino que mata al bebé.
Los médicos decidieron que era necesario realizar ya la intervención porque Beatriz presentaba contracciones uterinas y el líquido amniótico se había acumulado, detalló la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, quien durante las semanas de polémica que han rodeado al caso se mostró favorable al aborto a pesar de que la Ley defiende la vida desde la concepción en El Salvador y no permite el aborto.
"No se violó la Constitución. También se obedeció la resolución de la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos que ordenaba evaluar hasta dónde podría esperarse", concluyó la ministra de Salud.
Alicia Latorre, en un comunicado de la Federación Española de Asociaciones Provida ya adelantó que éste sería el desenlace del "caso Beatriz", como el de muchas otras madres en situaciones similares.
"Existen unidades de Lupus y embarazo en las que estas embarazadas son cuidadas por equipos multidisciplinares. Beatriz está ahora embarazada de 27 semanas (según calculan los ginecólogos, desde el primer día de la última regla). A partir de la 24 semana de gestación (según ese mismo cálculo ginecológico) puede inducirse el parto, porque con los medios técnicos actuales el feto es viable, puede vivir fuera de la madre. Esto no ofrece ningún problema ético. Sería un nacimiento prematuro, en una edad gestacional en la que el hijo es viable".
Alicia Latorre señalaba la diferencia entre lo que le pasa al bebé anecefálico en una cesárea y lo que le pasa en un aborto: "Morirá por su enfermedad, con la atención médica necesaria y con las condiciones acordes a la dignidad humana, que nadie pierde por estar enfermo. Se morirá, no se le matará troceado en el vientre de su madre o quemado con una inyección salina, sino que morirá cuando llegue el momento de su muerte natural. Evitará además a la madre las frecuentes consecuencias físicas y psicológicas que el aborto provocado ocasiona a las mujeres (especialmente a las que están enfermas) y que no se dan en un parto bien atendido ni en una cesárea".
En Latinoamérica hay 5 países que prohíben el aborto de forma absoluta: El Salvador, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Chile. Los lobbies abortistas usan casos que presentan como extremos, para hacer aceptable el aborto: en el caso de Beatriz, se ha comprobado que el aborto no fue necesario en ningún momento.
Chile, con el aborto prohibido completamente desde 1989, es el país con mejor salud maternal y perinatal de todo el continente americano, superado solo por Canadá. Además, al contrario de lo que sucede en Polonia e Irlanda, en que hay cierto número de mujeres que acuden a abortar a países vecinos, en Chile los países vecinos tampoco practican el aborto: pese a eso, no hay mujeres dañadas o fallecidas en abortos ilegales en Chile, un país de impecables registros sanitarios.
Tampoco las hay en Irlanda, otro país que tiene el aborto completamente prohibido. No es el aborto lo que salva a las mujeres (Estados Unidos o Cuba, con aborto legal, generalizado y medicalizado, tienen peores índices de salud maternal que Chile o Irlanda) sino el acceso a la medicina y la formación.