Humanos de usar y tirar... una historia tan vieja como la esclavitud, la tiranía y la prostitución. Quizá tan vieja como la humanidad. Pero la tecnología hoy no sólo permite "poseer" humanos, sino "producirlos" (en vez de concebirlos), elegir sus características y, con las promesas de clonación, hacer "copias genéticas".
Donde haya el deseo de una copia (un bebé que sustituya a un pariente que murió... o un clon para extirparle órganos compatibles) surgirá el negocio.
Pero respecto al anunció en la revista científica "Cell" de que un equipo investigador en Oregón ha conseguido realizar una clonación humana, el doctor José María Simón Castellví, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas, pide ante todo, prudencia.
"Si es ciencia de verdad, el experimento o hallazgo ha de poder ser reproducido en otros laboratorios, y eso está por ver; recordemos que ya hubo una estafa sobre el tema hace unos años", señala refiriéndose a los anuncios del surcoreano Woo Suk Hwang, que se mostraron falsos.
Simón Castellví recuerda además que "muchos equipos investigadores necesitan publicidad para financiarse; una cosa es la ciencia, y otra cosa los anuncios con despliegue mediático que atraen atención y financiación".
Por otra parte, añade, "incluso si el equipo de Oregón ha conseguido lo que dice que ha conseguido, lo cierto es que esas células obtenidas por clonación no superarían la eficacia de las IPS, las células adultas pluripotenciales inducidas, que es desde hace años la vía más eficaz y prometedora de obtener células madre útiles, y además es la vía ética".
El doctor Simón Castellví matiza que "lo que el equipo de Oregón describe no es todavía fabricar embriones humanos clonados, pero está muy cerca y parece hacerlo más fácil".
Además, puntualiza que tanto la Iglesia como la ética más sana distinguen hoy por hoy entre un ser humano en fase de blastocisto (engendrado de forma natural o producido por fecundación in vitro, algo que la Iglesia y la ética lamentan) y un posible blastocisto producido por un mecanismo de clonación o transferencia nuclear.
"En este segundo caso, aún no hay una prueba experimental de que se active todo el genoma y de que ahí haya realmente un ser humano. Ante la duda de que esto suceda, lo ético es abstenerse, no jugar con ello, porque es arriesgarse a jugar con un posible ser humano", explica el doctor Simón.
Además, recuerda que las células obtenidas de blastocistos (sean producidos en fecundación in vitro o con esta nueva técnica de clonación) son "células difíciles de controlar, que tienden a multiplicarse caóticamente, lo que pasa con el cáncer. De hecho, la oveja Dolly, que es el caso exitoso, estaba muy mal de salud, y sus hermanas posteriores también".
Por último, el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas, que hace unas semanas tuvo una reunión con el Papa Francisco, señala que "el Papa tiene una gran sensibilidad por todo lo relacionado con la trata de seres humanos: la trata de mujeres y niños para abusos, para trabajo esclavo, para usar sus órganos... y este tema va ligado".
Como han señalado muchos bioeticistas, la base económica de la clonación es la idea de producir
Pero, más adelante, cuando la técnica y el mercado lo permitan (y siempre habrá un país que ofrezca ese mercado) para generar seres humanos, quizá clonados, quizá cerebralmente modificados, clasificados como "productos", cuyos órganos puedan ser cosechados y trasplantados, para alargar la vida de sus dueños.
Y antes de llegar a esa fase, se necesitarán muchos millones de óvulos para investigar y producir... y miles de mujeres pobres hiperestimuladas químicamente para producir esos óvulos y cosecharlos. El hombre, convertido en engranaje productivo, otra vez.