Frank Pavone, sacerdote católico presidente de la organización "Priests for Life" (www.priestsforlife.org/spanish/), ha pedido que se dé un "entierro adecuado" a los cuerpos de los bebés encontrados en las neveras de la clínica abortista del doctor Kermit Gosnell, cuyo juicio se está celebrando estos días.
El padre Pavone ha solicitado a las autoridades médicas de Pensilvania los cuerpos de los bebés.
Se trata de unos 45 cuerpos de bebés que Gosnell guardaba congelados en distintos recipientes: tuppers, jarras de leche, latas de comida para gatos...
"No son desechos médicos, son cuerpos humanos", explica el padre Pavone a Fox News. "Se mató a seres humanos reales".
"Hay dos razones para enterrarlos", argumenta el sacerdote. "Una es honrar adecuadamente a estos niños que fueron por supuesto deshonrados por lo que Gosnell les hizo. La segunda es que hay que avisar al público, concienciar de que estamos hablando de auténticos asesinatos aquí".
Pavone explica además que ha contactado con el juez del caso para ver si el doctor Gosnell estaría dispuesto a encontrarse con el sacerdote.
El juicio por el caso del doctor Gosnell (un caso que explicamos con más detalle aquí) se reanuda el lunes. Esta semana, la defensa del doctor renunció a hacer declarar al acusado y a los testigos de la defensa. El juez decidió desestimar algunas de las acusaciones, pero quedan aún muchas de gran gravedad.
Una antigua trabajadora del abortorio, Kareema Cross, declaró en el juicio contra Gosnell, acusado de infanticidio y de provocar la muerte de mujeres, que al menos vio a diez niños que respiraban después de haberles perpetrado un aborto que resultó fallido.
Cross tomó imágenes de niños en el tercer trimestre de gestación arrojados vivos en cajas de zapatos, que respiraban y se movían, según declaraciones del juicio recogidas porLifeNews. La ex trabajadora también declaró que Gosnell manipulaba las ecografías para que estas no revelasen que los niños que iba a abortar tenían más de 24 semanas de gestación.
La droga digoxina que Gosnell aplicaba a los no nacidos para pararles el corazón (el mismo método que usaba su colega el doctor Morín en Barcelona, como él mismo explicó en el documental de la televisión danesa), muchas veces no funcionaba, y los niños sobrevivían al aborto, para luego caer en las manos del abortista que los mataba cortándoles la médula espinal o arrojándoles vivos a contenedores de desperdicios.
Una vez en la ausencia de Gosnell, Cross declaró que vio a un bebé ya muy grande que nació vivo y estaba dentro del inodoro. Vio a sus pequeños brazos y piernas moviéndose en lo que parecía un movimiento de natación mientras luchaba por salir de la taza del inodoro, según publica en otro artículo LifeNews.
Este juicio contra el abortista Gosnell está siendo silenciado en algunos grandes medios de comunicación, pero por el contrario ha despertado mucho interés en Internet y la prensa de papel ha debatido sobre los efectos mediáticos de esta "casa de los horrores".