El Instituto de Estudios para la Familia (IFS, por sus siglas en inglés) ha publicado recientemente un informe en el que se alerta de los cada vez mayores riesgos comprobados por el uso de las redes sociales y tecnologías entre jóvenes.
Unos riesgos que además se ven retroalimentados entre estos últimos en caso de sufrir la desestructuración familiar. En este sentido, el estudio Adolescentes y tecnología: ¿Cómo influye la estructura familiar? trata de emitir una triple alerta: frente al uso de las tecnologías, frente a las consecuencias de la desestructuración familiar y, especialmente, a ambas situaciones dadas simultáneamente.
En uno de los últimos artículos del IFS, sus integrantes Bradford Wilcox -uno de los autores del informe- y Riley Peterson corroboran cómo la inestabilidad emocional, social y económica son fenómenos con una probabilidad de incidencia mayor en jóvenes que se crían al margen de la unidad familiar. Según el último informe, los riesgos producidos por el uso de las nuevas tecnologías agravan aún más este cuadro.
El informe muestra cómo en los jóvenes y adolescentes con familias desestructuradas se incrementa en gran medida la probabilidad de pasar un mayor tiempo ante las pantallas y tecnologías en todas sus variantes como redes sociales o juegos.
Un dato representativo al respecto es que los jóvenes de entre 11 y 18 años hijos de familias desestructuradas pasan casi dos horas más al día ante las pantallas que jóvenes de la misma edad que pertenecen a familias unidas.
Esto tiene, a su vez, otra serie de consecuencias negativas. Según el informe, pasar tiempos excesivos ante las pantallas no solo ha mostrado que contribuye a un mayor estrés al incrementar los niveles de cortisol, sino que también tiene serios efectos perjudiciales de cara al sueño al disminuir la producción de melatonina, la hormona relacionada al sueño.
Son solo dos conclusiones que hacen afirmar a los autores del informe que el uso de las tecnologías parece estar relacionado con la creciente crisis de salud mental que se está desarrollando entre jóvenes y adolescentes.
Otros elementos que están directamente asociados a la combinación de los factores familia desestructurada y uso cada vez mayor de las tecnologías son:
Depresión: el estudio muestra como los adolescentes que más usan los medios digitales (más de 8 horas al día) y pertenecen a familias desestructuradas corren un mayor riesgo de sufrir depresión.
Privación del sueño: junto con la depresión, la privación y reducción del sueño es el otro riesgo principal que se observa entre jóvenes pertenecientes a familias desestructuradas que más usan las nuevas tecnologías. Mientras que el 24% de los adolescentes con mayor uso de las tecnologías afirmaron haber sufrido este aspecto, la cifra se incrementa al 35% en el caso de los hijos de matrimonios separados o familias desestructuradas.
Soledad: la misma conclusión se desprende en torno a la soledad, especialmente reportada por integrantes de hogares marcados por la ruptura (un 18% la sufrió en los casos de menor intensidad de uso de tecnologías y un 32% en los de mayor uso) frente a los jóvenes pertenecientes a hogares con estabilidad familiar, que si bien la sufrían, lo hacían en menor grado (un 14% y un 28%, respectivamente a los mismos parámetros de intensidad).
Los índices de satisfacción con la propia vida son el último de los aspectos que contempla el estudio como riesgos de ambos factores: En este sentido, el parámetro que mayor insatisfacción vital reporta es el que concuerda con el adolescente con un alto uso de redes sociales y perteneciente a hogares desestructurados (un 16%), frente al que muestra un menor uso de redes y pertenece a hogares estables (9%).
Como muestra la gráfica 6 del estudio de IFS, los trastornos y riesgos mencionados aumentan considerablemente en los jóvenes que sufren la desestructuración familiar e intensifican el uso de las redes sociales y las tecnologías (los puntos y porcentajes inferiores y en rojo)