"El caso de Ana Obregón es horrible. Ella, de 68 años, usó el esperma de su hijo difunto para tener una hija por vientres de alquiler. ¿Pensamos aquí en el mejor interés del niño? ¿Puede el dinero comprarlo todo? ¿No es algo incestuoso?", se pregunta Olivia Maurel. Quien así expresa su indignación no es "una más" de la cohorte de los llamados "haters". A sus 31 años, fue una vez una niña que no sabía nada de su familia biológica ni de sus orígenes, raíces o si quiera de qué país eran sus abuelos. Su condición de hija por vientres de alquiler determinó buena parte de su vida y motivó varias afecciones y perjuicios que la acompañarán para siempre.
En el mismo mensaje de X -antes Twitter- comenzaba presentándose como testigo de lo mucho que esto afectó su vida. También se muestra al mundo como opositora y luchadora frente a la gestación subrogada, así como activista por la Declaración de Casablanca, firmada por 100 expertos de 75 nacionalidades en la ciudad marroquí en marzo de 2023 "para la abolición mundial" de esta práctica.
Expertos como Jennifer Lahl, enfermera pediátrica y presidenta de la asociación internacional Stop Surrogacy Now, contempla la ruptura del vínculo maternofilial como uno de los principales daños para los hijos nacidos por vientres de alquiler.
Del mismo modo opina la psicoterapeuta belga Anne Schaub, que ha investigado como la base de la identidad del niño "se arraiga" en el apego que desarrolla el niño durante el embarazo. "Ningún niño permanece indiferente ante la ruptura definitiva con la madre biológica. La angustia o la búsqueda de identidad son consecuencias muy frecuentes", menciona Schaub.
Entre otros muchos aspectos, Lahl también observa que la primera foto de los niños "es de cuando su madre de alquiler la entrega a los padres en la oficina de un abogado donde se finaliza el contrato y se le entregan 10.000 dólares". Al ver la foto, esta persona se considera un producto por encargo. Además, agrega Lahl, el niño al crecer se preguntará: `¿Quién fue la mujer que me entregó? ¿Cuántos niños más como yo gestó? ¿Quizá murió en un encargo posterior? ¿Quizá es muy pobre en un país muy duro?´".
Sin fotos de su madre embarazada, ni de ella recién nacida
Y ese es exactamente el caso de Maurel. Como declaró recientemente ante el parlamento de República Checa, siempre supo que algo no había sido normal en su nacimiento, especialmente por las reservas que mostraba siempre la mujer que la crió, y que creía su madre.
"No había fotos de mi madre embarazada. En las primeras fotos mías tengo 5 días", explica.
Maurel, nacida en Kentucky y criada como hija única en una familia acomodada, asegura que tuvo una vida cómoda, una buena educación y la "mejor ropa".
Pero esa suficiencia material contrastaba enormemente con el vacío interior que siempre la persiguió.
"Fue difícil para mí crecer en una familia en la que se hablaba poco de emociones y sentimientos", relata.
Un aspecto que tiene incluso derivadas a día de hoy.
La ponencia de Maurel ante el parlamento de República Checa.
"Mi marido me dice a veces que casi nunca le abrazo. A mí nadie me enseñó nunca a abrazar", comenta.
Un mar de preguntas sin respuesta
Maurel se acostumbró a convivir con ese "pequeño y desagradable sentimiento" en su interior "que no sabes dónde buscar, pero sabes que está".
Comenzó buscando el documento de identidad de su madre, que "siempre había sido reservada sobre su edad". Al conocer este dato, supo que no podía ser su madre biológica.
"Tenía cincuenta años y me di cuenta de que no podría haberme tenido a esa edad, hace ya treinta años. Aparte de eso, también había diferencias físicas. Soy alta y rubia, y mi madre es baja y morena", comenta Maurel.
Desde entonces su vida fue un mar de preguntas. ¿Quién era su madre biológica? ¿Por qué aceptó entregar a su propia hija? ¿Por dinero? ¿Qué aspectos del carácter, del físico o la personalidad heredó de ella?
Temor al rechazo, dificultad para socializar, dudas genéticas...
Las preguntas no fueron lo único que la persiguió de por vida. También padece problemas psicológicos, un temor desmedido al rechazo o dificultades para socializar con mujeres mayores, además de un trastorno bipolar que le produce episodios de depresión.
Y aunque matiza que esto último no puede achacarse en sí mismo a la gestación subrogada, si lo considera un daño colateral.
"Lo heredé de mi madre biológica, que no es mentalmente estable. La agencia de gestación subrogada debería haberla rechazado por eso, pero no lo hicieron", comenta.
También se refiere a los efectos nocivos para la tercera generación, es decir, sus propios hijos, hoy de dos y cinco años, pues durante los embarazos estuvo atemorizada ante un 25% de genes que tendrían y cuyo origen desconocía por completo, así como los problemas médicos que podría transferirles.
"La subrogación puede ser mala y es mala"
Quizá menos trascendentales pero con carga existencial resultaron otras preguntas que se hacía Olivia, como el desarrollo de su nacimiento, los motivos que la llevaron a tomar esa decisión o incluso "cosas sencillas pero importantes", como su pasión por el color morado, lo que solo pudo saber tras ponerse en contacto con su madre biológica.
"Nunca supe por qué amaba tanto ese color. Y ahora lo sé porque también es el color favorito de mi madre biológica", comenta.
Hoy, Maurel admite que no tiene por qué ir mal en todos los casos, pero cuestiona que solo se difundan los "aspectos positivos", por lo que ha tomado la resolución de "educar a la gente sobre cómo la subrogación puede ser mala y es mala, tanto para la mujer como para el niño". Los primeros que lo saben son sus hijos, a quienes les cuenta todo "porque se lo merecen" y porque "también es su historia".
Olivia Maurel es una de las miles de niñas que han sufrido los efectos nocivos de los vientres de alquiler.
Adjuntamos seis que destacan los expertos Ibone Olza y Jennifer Lahl.
1º Lo que vivimos en el útero de nuestra madre afecta profundamente a nuestra salud física y psíquica
Si la madre no desarrolla un vínculo con el bebé desde la gestación, se cuidará peor, y el bebé padecerá las consecuencias de esa falta de vínculo y amor. Los que defienden la gestación subrogada dicen que las gestantes no se vinculan con los bebés durante el embarazo, lo afirman como si fuera algo bueno, cuando en realidad eso es un drama para el bebé en el útero. Si la madre no se vincula, el bebé lo percibirá y se sentirá poco o nada querido durante el embarazo: esto afectará a su desarrollo y puede marcar el desarrollo de su personalidad.
La psicología prenatal lleva más de cien años investigando la huella que deja la vida uterina en todo ser humano.
Hay muchos testimonios e investigaciones al respecto: los bebés que no se sintieron queridos durante el embarazo a menudo han arrastrado las consecuencias de esa falta hasta la edad adulta. Otto Rank, Nandor Fodor, Francis Mott, Donald Winnicott, Stanislav Groff, Lloyd de Mause, Alesandra Piontelli, David Chamberlain y muchos más lo han investigado a fondo. El psiquiatra Thomas Verny afirma que el período prenatal es el más importante de toda nuestra vida.
2º Para todos los recién nacidos es altamente estresante ser separados de su madre nada más nacer
Ese estrés de la separación es mayor cuanto más se prolongue la separación y además es neurotóxico, es decir, cuando al bebé le separan de su madre sufre, llora, y libera altas dosis de cortisol que pueden a su vez dañar su sistema nervioso.
3º Hay riesgos extra en la salud, como en una donación de órganos
Un cuerpo femenino no está diseñado para llevar un embrión que no sea engendrado por la mujer misma. Trata al embrión implantado artificialmente (el que quieren los compradores, supuestamente rubio, alto, listo, etc...) como un cuerpo extraño, el sistema inmunológico intenta rechazarlo. Hay que dar dosis de hormonas y medicamentos muy fuertes. Hay más riesgo de preeclampsia, hipertensión, diabetes... También los niños tienen más riesgos a largo plazo.
4º Daña a madre e hijo rompiendo el vínculo materno-infantil
"Fui enfermera pediatra casi 20 años, hay algo llamado el vínculo materno-infantil, que es algo bueno. Pero en la subrogación dicen que no importa. Al nacer el bebé, lo separan de la única persona que ha conocido. Un bebé solo sabe una cosa al nacer, nadie se lo ha enseñado: sabe quién es su madre. Ha estado en su vientre 9 meses. No podemos decir que ese vínculo no importa.
5º El niño, al crecer, sabrá que fue comprado, un producto comercial
Los bebés comprados en vientre de alquiler crecen, y aprenden que fueron encargados como parte de un contrato, entregados y vendidos, adquiridos en un intercambio económico.
"Su primera foto es de cuando su madre de alquiler la entrega a los padres en la oficina de un abogado donde se finaliza el contrato y se le entregan 10.000 dólares". Esta persona ve la foto y se considera un producto por encargo.
Además, el niño al crecer se preguntará: ¿quién fue la mujer que me entregó? ¿Cuántos niños más como yo gestó? ¿Quizá murió en un encargo posterior? ¿Quizá es muy pobre en un país muy duro?