Al noreste de Brighton, en East Sussex (Inglaterra), viven los Douse. Renato Douse, fontanero, está casado con Kate, y esperaban gemelas. Ya les tenían puesto nombre: Maddalena una, Isabella la otra.
Pero, como cuenta The Sun, Kate tuvo hace meses un parto prematuro, y las pequeñas nacieron a las 23 semanas de gestación. Los médicos que atendieron el parto aplicaron entonces el protocolo estándar de atención a prematuros: "Con 22 semanas o menos de 23 semanas o menos de 400 gramos, la mayor parte de las directrices recomiendan aplicar sólo cuidados paliativos, lo cual es consistente con los datos sobre mortalidad, morbilidad e información biológica". Es decir, por debajo de ese peso se considera al feto inviable y se le deja morir, sin iniciar terapias de alto riesgo que pueden producirle daños por intentar salvar su vida. En todo caso, a partir de las 23 semanas se inician esas terapias previo consentimiento paterno.
Así que los facultativos pesaron a las gemelas. Isabella superaba claramente el peso, pero la suerte de su hermana parecía echada porque a ojo de los experimentados sanitarios, aparentaba quedarse por debajo de los 400 gramos. Sin embargo, la báscula marcó 453, así que se iniciaron también con ella los protocolos para conservar su vida.
Poco después, sin embargo, advirtieron que sobre la báscula había unas pequeñas tijeras que alguien había dejado por error y que inexplicablemente no vio la enfermera que depositó en ella el bebé. Volvieron a pesar a Maddalena sin ese peso añadido... ¡y el peso real de la niña eran 382 gramos! Pero ya nadie quiso dar marcha atrás, una vez que estaba entubada en la unidad de prematuros.
La historia de las tijeras salvadoras ha vuelto a cuestionar unos protocolos que muchos consideran que están siendo empleados abusivamente para dejar morir selectivamente, alegando falta de peso, a prematuros que nacen enfermos. Según cuenta Peter Bakliknski en LifeNews, un médico londinense admitió haber dejado morir de hambre y deshidratacion a diez bebés acogiéndose a este criterio.
De haber sido ése el sino de Maddalena, la desgracia de los Douse habría sido absoluta, porque Isabella murió a las pocas semanas de nacer. Maddalena, sin embargo, sobrevivió, y recibió el alta justo en estas fechas, que es cuando ha trascendido la noticia.
"Nunca pensamos que traeríamos a Maddalena a casa", admite Kate, de 31 años: "Pero ahora pesa casi tres kilos y está más fuerte cada día. Es nuestro pequeño milagro y estamos muy felices de tenerla en nuestro hogar justo a tiempo para Navidad".