La doctora describió la escena como "entrañable": iban a matar a la mujer de 74 años, víctima de Alzheimer, sin haberla avisado, basándose en un genérico consentimiento previo, tras tomarse un café con ella y en presencia de su esposo y de su hija. Al cabo de unos minutos estaban sujetándola entre todos para vencer su resistencia y ponerle la dosis letal.
La médico ha terminado convirtiéndose en el primer profesional sanitario juzgado en Holanda desde la aprobación en 2002 de la ley permisiva de la eutanasia, a pesar de que las denuncias por una aplicación fuera del reglamento son continuas.
El juicio ha sido en este final de agosto y se espera sentencia para dentro de dos semanas. Todo ello, en un entorno protector para la acusada: se encubre su nombre y el de su paciente, e incluso los fiscales anticipan que no buscan la cárcel para ella (quien ha recibido el respaldo de los familiares de la víctima), sino solamente verificar la correcta aplicación de la ley en pacientes con demencia. En cualquier caso, el ministro de Sanidad, Hugo de Jonge, democristiano, ya dejó claro al inicio del proceso que no considera que la ley deba modificarse a la luz de casos como éste.
Los hechos
¿Qué sucedió en este caso? Cuando a la paciente se le diagnosticó Alzheimer, en 2012, dejó escrito que quería ser eutanasiada antes de perder totalmente el normal funcionamiento de sus facultades mentales. Pero añadió: "Quiero ser yo quien decida, estando aún en mis cabales, cuándo creo que ha llegado el momento".
Es momento pareció llegar el día de autos, en 2016, pero no porque lo decidiese ella, sino porque así lo decidieron la médico y los familiares. Sin su conocimiento ni consentimiento, consideraron que ese momento de pérdida de facultades ya había llegado. Durante ese café "entrañable" que compartieron, la doctora deslizó un sedante en la taza de la mujer, con idea de aplicarle la inyección letal cuando estuviese dormida.
La anciana se durmió... pero, inopinadamente, se despertó y se puso en pie al sentir el dolor de la aguja fatal. Se dio cuenta de que querían matarla y le dijo a la doctora que parase. Pero ni ella paró ni su marido e hija pararon. Lo que hicieron fue sujetarla para que la tarea prevista llegase a su fin. La mujer tenía todas las de perder, y perdió.
"Buenas intenciones" y "mejor interés"
La acusación sostiene ahora que no duda de las "buenas intenciones" de la médico ni de que actuó teniendo presente el "mejor interés" del paciente, pero, según Sanna van der Harg, portavoz de la fiscalía, "la cuestión crucial en este caso es durante cuánto tiempo debe un médico consultar a un paciente con demencia, cuando el paciente ha pedido anteriormente la eutanasia".
En este caso hay constancia de que la mujer pedía la muerte en unas ocasiones, y en otras pedía seguir viviendo, aunque nunca revocó su petición inicial de eutanasia. Lo cual no habría resuelto el problema, porque, como se ha señalado para otros ejemplos que no llegaron a juicio, ¿cuándo se podría considerar que un paciente con demencia está capacitado para dar o revocar un consentimento? En cualquier caso, la hija de la víctima ha mostrado su agradecimiento a la doctora: "Libró a mi madre de la cárcel mental en la que había acabado recluida", dijo.
Desde el punto de vista práctico, la trascendencia de este juicio es que marcará una jurisprudencia decisiva en Holanda en cuanto al caso de pacientes con sus facultades mentales limitadas.
Si la doctora es absuelta, significará que, en casos de demencia o Alzheimer, el deseo actual de vivir de un paciente explícitamente formulado (como expresó esta mujer minutos antes de ser eutanasiada) podrá ser desatendido alegando una voluntad anterior. Años anterior, incluso, como los cuatro de este proceso.
Si es condenada, la sentencia probablemente se limitará a ratificar la vigencia de un reglamento que ha permitido muertes que no se sustanciaron en denuncias -entre otras cosas, porque la comisión técnica que las examina la forman los médicos eutanasiadores- donde la naturaleza del consentimiento de la víctima resultó irrelevante: un alcohólico, una adolescente con depresión, la previsión del dolor futuro o de las dificultades de la vejez...
"Una sociedad corrompida"
"Los médicos, y lo que es más horroroso, la familia de la mujer, tenían una decisión básica que tomar en esta situación. Tenían que elegir entre atenerse a unas palabras escritas en un papel tiempo atrás cuando la muerte de su esposa y madre era una mera abstracción, o escuchar las protestas, el miedo, el dolor y la lucha de alguien que, enfrentado a la muerte, quería desesperadamente vivir. Eligieron, y fue una elección indefendible", opina John McGuirk, director de la campaña provida durante el referéndum irlandés que aprobó el aborto en mayo de 2018.
John McGuirck, durante la campaña Salvar el 8 del referéndum irlandés del aborto, lema referido al artículo de la constitución que protegía la vida del no nacido.
"Soy agnóstico", añade, "y no sé si Dios existe o no. Pero sí sé que existe una moralidad humana instintiva y básica intrínseca a todos nosotros. Sabemos cuándo estamos haciendo el bien o el mal. Y cuando tu madre te dice que no quiere morir, y te pide que la ayudes a vivir, la moralidad instintiva debería decirte que la ayudes. No debería decirte que la sujetes para matarla. Una sociedad en la que sucede lo contrario ha sido profundamente corrompida".