“El aborto legal le ha causado a la población afroamericana un daño con el que el Ku Klux Klan y todos sus seguidores solo llegaron a soñar. Desde 1973, 14 millones de niños negros han sido abortados en EE UU”, aseguró Alveda King durante el Congreso Mundial de Familias que se celebró en Madrid el pasado mes de mayo.
Para ella, la defensa de los derechos de los no nacidos es la continuación de la lucha del Movimiento por los Derechos Civiles de los años sesenta, por la cual dieron la vida su tío, Martin Luther King Jr., en 1968, y su padre, el reverendo A. D. King, un año después.
“¡Qué cantidad de señales confusas le damos a nuestra sociedad hoy en día!”,se lamenta Alveda King. “Animamos a las personas a tener relaciones sexuales promiscuas, luego, cuando su pecado se torna en un embarazo, les decimos: ‘No matéis a vuestros hijos; dejad que nuestros abortorios lo hagan por vosotros’”.
Como madre de seis hijos vivos y dos abortados, la sobrina de Martin Luther King Jr. ha llegado a entender que si su tío viviera se dedicaría a defender los derechos de los no nacidos, pues el vientre materno se ha convertido en el lugar más peligroso para un niño de color.
En otras palabras, los no nacidos son las víctimas actuales de la misma segregación que ella padeció de niña. Por eso, ha dedicado sus esfuerzos para que el mundo entero vea la conexión: “La cultura global de la muerte y la cultura de racismo están trabajando juntos por un objetivo común”, afirmó durante su intervención en la sesión plenaria sobre Cultura de la vida vs. cultura de la muerte que tuvo lugar en el Congreso Mundial de Familias celebrado en Madrid a finales de mayo.
En los años setenta ella misma se sometió a dos abortos con los que carga en su corazón: “Uno por elección y otro que me practicaron sin mi consentimiento”, relata.
Todo comenzó cuando acudió a su médico privado para preguntarle por qué su ciclo no se había reanudado después de dar a luz a su primer hijo. El médico le dijo: “Usted no tiene por qué estar embarazada, veamos lo que pasa...”, y procedió a realizarle un aborto sin su consentimiento.
Al poco tiempo, se quedó embarazada de nuevo. En aquel entonces sufría amenazas violentas por parte del padre del bebé, y debido a la facilidad con que le habían practicado el primer aborto, no le costó demasiado decidirse a abortar a su hijo. El médico que la atendió en esta ocasión le aseguró que el procedimiento era tan sencillo como “sacarle un diente”. Al día siguiente, fue ingresada en el hospital y abortó a su bebé.
“Tan pronto me desperté, supe que algo iba mal. Me sentí muy vacía. Traté de hablar con el médico y las enfermeras acerca de mis sentimientos, pero me aseguraron que ‘en pocos días desaparecería el malestar’. Me mintieron”, recuerda.
Después de encontrar en Jesucristo el consuelo para su irreparable pérdida, ha hecho de esta vivencia su fuente de inspiración para trabajar por la cultura de la vida. Creó la fundación King for America, y coopera con otras organizaciones provida como Priests for Life, The Howard Center for Marriage and Family y The National Black Prolife Coalition. Pero dejemos que sea ella quien nos cuente cómo descubrió el nexo entre el aborto y la discriminación racial que tiñe los recuerdos de su infancia.
-¿Cómo le marcó la segregación racial que experimentó de niña?
-Cuando era pequeña, mi abuela me llevó un día de compras a Rich’s, una tienda con distintos departamentos. Allí, había una sala de té muy bonita, la Sala de Magnolia. Los afroamericanos (a quienes entonces se denominaba “negros”) no podíamos comer en ese restaurante. Pero había otro restaurante en el sótano, muy lúgubre, donde sí podíamos comer. Recuerdo que le pregunté a mi abuela, Mama King, por qué nosotras no éramos dignas de comer arriba, en el restaurante bonito. Ella me dijo que sí éramos dignas, pero que la gente todavía no lo entendía. Después de esa experiencia me puse muy triste, pero me alegró saber que mi tío, Martin Luther, mi padre, A. D. King, y otras personas estaban luchando por nuestra libertad.
-¿Qué legado recibió de su tío Martin Luther King Jr.?
-Su amor por Jesucristo y por la humanidad. Él fue un profeta de Dios y por eso pudo liderar el Movimiento por los Derechos Civiles.
-Su padre, el reverendo A. D. King, también luchó en el Movimiento por los Derechos Civiles, junto a su tío. ¿Qué supuso esto para su familia?
-Nuestra casa, en Birmingham, Alabama, y su iglesia en Louisville, Kentucky, fueron bombardeadas. Mi padre tuvo que acudir al amor de Dios para superar el miedo que sentía al ver amenazada la seguridad de nuestra familia.
-Usted explica que la lucha por los derechos civiles y el movimiento pro-aborto están intrínsecamente ligados. ¿En qué consiste este vínculo?
-En ambos casos, las personas que son oprimidas son consideradas seres humanos incompletos. Al igual que los negros no eran plenamente amparados por las leyes antes de que los derechos civiles fueran aprobados, los no nacidos hoy en día no gozan de la misma protección que cualquier otro ser humano mientras están en el vientre materno. Esto tiene que cambiar y esta es nuestra lucha. El aborto no es un derecho civil, el derecho a la vida sí lo es. Cada persona merece que se le proteja su vida, sin importar lo pequeña que sea o la etapa en que se encuentre.
-Cuando usted se quedó embarazada por tercera vez, acudió a Planned Parenthood. Le dijeron que si abortaba a su bebé su vida seguiría igual. Sin embargo, tras dos abortos, nunca volvió a ser la misma. ¿Cómo cambió su vida?
-Experimenté problemas médicos, me costó mucho crear un vínculo afectivo con mis hijos, y comencé a sufrir trastornos alimentarios, depresión, pesadillas, disfunciones sexuales y muchos otros problemas relacionados con el aborto. Me sentía muy enojada por los dos abortos que había tenido, y muy culpable por el aborto que yo misma había elegido. Pero gracias a la curación que experimenté en el Proyecto Raquel (Rachel’s Vinyard), y a mi aceptación del amor y el poder sanador de Jesús, he podido sanar las relaciones con mis hijos.
-Su madre también quiso abortarla a usted para poder continuar con sus estudios universitarios, pero su abuelo no la dejó. ¿Cómo le afectó conocer su secreto?
-Yo no sabía que mi madre me había querido abortar hasta hace poco, cuando ella le dio su testimonio a Janet Morana, en la campaña Silent No More (www.silentnomoreawareness.org), pero en ese momento ya era mucho más fácil para mí afrontarlo. Hoy en día mi madre es activista provida.
-¿Cuál será el punto de inflexión para acabar con el aborto en el mundo?
-Necesitamos un renacimiento del amor y el poder sanador de Dios. El aborto es un mal intrínseco y el mal solo puede ser vencido por la oración y el ayuno. Desde luego, también tenemos que poner de nuestra parte, cambiando la visión de la gente a través de la educación y cambiando las leyes a través del activismo legislativo. Creo que un día las mentiras de la industria del aborto se destaparán y la gente verá la verdad y se arrepentirá.
-¿Cuál ha sido su mayor logro en el movimiento provida?
-Siempre hablo del amor de nuestro Señor Jesucristo y de cómo debemos amarnos los unos a otros. Es el mismo mensaje que mi padre y mi tío quisieron transmitir. Mucha gente que me ha escuchado me dice que ha captado el amor de Dios a través de mis palabras, y ese es mi mayor logro, aunque en realidad es obra de Dios y no mía.
-Después de su visita a Madrid el pasado mes de mayo, ¿cuál cree que es el principal desafío para la promoción de una cultura de la vida en España?
-El mismo que en cualquier lugar del mundo: la cobertura que le dan al aborto los medios de comunicación, pues lo enfocan como un derecho que no existe. Si la cobertura incluyera todos los aspectos negativos del aborto, la gente no lo elegiría como opción. Un ejemplo es Tonya Reaves, una mujer que murió después de que Planned Parenthood le practicara un aborto D y C (por dilatación y curetaje). Los medios de comunicación prácticamente no le dieron cobertura a pesar de todos los comunicados de prensa enviados por los grupos provida pidiéndole al presidente una investigación de Planned Parenthood.
-¿Podría España ser líder en Europa para la protección de la vida?
-Al estar el mundo interconectado gracias a Internet, cualquier país puede desempeñar un papel fundamental para ayudar a poner fin al aborto. Por mi trabajo con distintas organizaciones provida sé que lo importante es lograr que nuestro mensaje le llegue a la gente.