«Los partidarios del aborto nunca admitirán que una mujer que ha abortado es una madre, porque admitirlo sería reconocer el hecho de que una vez hubo un niño. No era un montón de células, sino un bebé vivo muy real». Así comienza la dura historia de Katrina, que tras guardar silencio durante quince años, ha reconocido finalmente que abortó no una, sino dos veces cuando era joven.
«Cuando las niñas tienen su primera regla no se llaman madres de un grupo de células, y precisamente por eso mucha gente realmente cree que el aborto es como tener una regla abundante o expulsar un gran coágulo menstrual. Exactamente así fue como me lo describieron cuando fui a la clínica hace quince años. Dos años más tarde, cuando fui para abortar por segunda vez, la mentira no había cambiado», explica Katrina en su blog personal The Crescat.
Como ella misma explica, no hay consuelo para una madre que pierde a un hijo: estará de luto en su corazón durante el resto de su vida. Sin embargo, el aborto no sólo priva al niño de la vida y a la madre de su hijo, también priva a la madre de su luto: «No estás autorizada a estar de luto, porque no puedes reivindicar públicamente el título de madre», se lamenta.
Katrina sufrió el síndrome post-aborto que la literatura médica ha descrito y probado ampliamente: «Durante quince largos años he vivido con el dolor, la vergüenza y la culpa asociada con mi pasado. En ese momento sentí la negación de la realidad, la ira y la depresión».
El punto de inflexión, de cambio, para Katrina fue el descubrimiento de la fe: «Sólo con mi conversión al catolicismo busqué la reconciliación que mi alma necesitaba. Una vez que hube recibido la gracia del perdón, se me confió la tarea más importante de mi vida: contarle a todas las mujeres que pueda por qué el aborto es horrible, malo y despreciable».
Sin embargo, Katrina necesitó otros seis años para encontrar la valentía necesaria: «Para contar honestamente la verdad tenía primero que reconocer mi pasado, y para hacer eso me faltaban las palabras», admite la bloggera. «Hoy escribo sobre este pasado para poder admitir finalmente lo que he hecho, y para poder reparar mis crímenes, de manera que otros puedan saber que el aborto destruye fundamentalmente el alma de la persona».
«Aquí está la verdad que durante muchos años he negado y ocultado: Yo maté a dos de mis hijos, despojé a mis padres de sus nietos y maté a los hermanos de mi hijo», escribe Katrina con toda la crudeza.
Además de las secuelas psíquicas producidas por estos abortos, la blogger acarreó consigo otra terrible consecuencia, una condición médica conocida como «cuello uterino incompetente», que dio lugar al nacimiento prematuro de otro hijo, que murió en la unidad de cuidados intensivos neonatales en 2001 después de una semana de lucha: «El sufrimiento que he padecido y que he causado a los demás es inconmensurable y la culpabilidad casi me empujó al suicidio. Soy un cobarde en todos los sentidos».
«Era un cobarde en mi juventud, incapaz de asumir las responsabilidades de mi conducta sexual y soy una cobarde porque no he hablado con honestidad en contra del aborto durante muchos años».
Más aún, Katrina intentó ayudar a un amiga cuando estaba planteándose abortar, «pero entonces sólo podía hablar en tanto en cuanto no revelara mi horrible secreto. Finalmente, por haberme reservado esta información, no pude convencerla y abortó. Con mi silencio la he traicionado también a ella».
Para Karina, la verdad habla por sí sola cuando se mira de frente a la propia palabra «madre»: «Es una palabra realmente potente. Evoca muchos significados, y cuando una mujer se convierte en madre, cambia de modo fundamental. ´Madre´ como sustantivo significa una persona de sexo femenino que está embarazada o da a luz a un niño, o una persona de sexo femenino cuyo óvulo se une con un espermatozoide, y de ello se produce la concepción de un niño. De acuerdo con esta definición, si alguna vez has estado embarazada eres madre. Incluso si has abortado aún eres madre... una madre de luto», argumenta.
Y concluye: «Es el momento de levantarse y compartir con honestidad, con absoluto detalle y sin censura, lo que sucede cuando las mujeres abortan y cómo se cambia de manera fundamental. He estado callada durante demasiado tiempo».