Verónica Cardona quedó embarazada a los 16 años de edad tras ser violada por su propio padre. Esta joven colombiana optó por defender la vida del bebé y, cinco años después de vivir este drama, exhorta a las mujeres que pasan por casos similares a que “¡no tengan miedo de decirle sí a la vida, no tengan miedo de decirle sí al amor!”.
Hace unos días visitó Ecuador para apoyar una manifestación contra la legalización del aborto por violación. Ahí narró lo que le tocó vivir y cómo Dios le dio fuerzas para continuar.
En una entrevista concedida a ACI Prensa, Verónica confesó que el primer impacto tras saber que quedó embarazada ldespués de sufrir una violación fue devastador.
“Fue un impacto muy grande el darme cuenta de que estaba embarazada. En ese preciso momento sentí que mi vida se había frustrado, más aun porque sabía que el bebé que venia en camino era el ‘producto’ de una violación por parte de mi propio papá”.
Verónica recuerda que el miedo se había apoderado de ella pero no quería someterse a un aborto.
“Caí en depresión unos días, no quería matar a un ser inocente, pero tenía miedo, quizás el mismo miedo que sienten muchas mujeres al enterarse de que están embarazadas”.
Verónica recuerda que temía no ser “capaz de salir adelante, miedo a los prejuicios, miedo a que me vieran con lastima, miedo a afrontar la realidad, miedo a quedarme sola”.
“Naturalmente casi toda mi familia, doctores, jueces, todos querían que abortara y más aún aquí en Colombia se acababa de hacer ‘legal’ el aborto en tres casos: por violación, por malformación y por riesgo de la vida de la madre”, indicó.
La joven madre señaló que ella cumplía todos los requisitos para que se le permitiera abortar de acuerdo a la legislación colombiana: sufrió una violación, existía la posibilidad de malformaciones en su bebé, y era un embarazo de alto riesgo.
Sin embargo, un factor importante en su decisión fue encontrar un día a su madre llorando y pidiéndole perdón, porque ella misma había considerado la posibilidad de abortarla cuando estaba en su vientre.
Ese hecho fortaleció su convicción de que “no tenía el derecho de arrancarle la vida a nadie, y menos a una personita indefensa, una personita que no me había hecho nada a mí”.
Una vez tomada la decisión de tener a su bebé, la familia de Verónica dejó de dirigirle la palabra durante varios días y sólo su madre la respaldó.
“Así comenzó a crecer en mi el más grande milagro de amor. Fue una experiencia aunque dura, hermosa”, aseguró.
Verónica señaló que “cuando veía las ecografías, podía darme cuenta del gran milagro de la vida, sentir sus pequeños pero inofensivos golpecitos en mi estómago y luego ver su ternura al nacer”.
Durante el tiempo de su embarazo, la madre de Verónica participaba en una comunidad católica, que la ayudó a fortalecer su decisión de “traer vida al mundo, ya fuera que al nacer diera a mi hija en adopción, o decidiera quedarme con mi hija y salir adelante”.
Verónica señaló que al principio quiso olvidarse de Dios. “Me enojé con Él porque no podía entender cómo un Dios tan bueno y con tanto amor hacia mí podía permitir que me pasara esto, que no había hecho nada malo en la vida”, dijo.
Sin embargo, a pesar de su dolor, “me refugiaba en Él y le pedía fuerzas para continuar adelante, y hoy estoy segura de que Él siempre estuvo conmigo en mis noches y días de llanto. ¡Era Él quien me animaba y me levantaba!”, señaló.
Al nacer su hija, a quién llamó María Fernanda, Verónica afrontó “vacíos”, que intentó llenar con fiestas, amigos y trabajo, pero no fue hasta que participó en un retiro espiritual de la comunidad Lazos de Amor Mariano que pudo “volver a vivir”.
Durante ese retiro espiritual pudo perdonar a todos los que le hicieron daño, incluyendo a su padre. “Entendí muchas cosas, me sentí digna nuevamente, ¡volví a nacer!”, recordó.
Al salir del retiro, Verónica era mucho más consciente de que “la vida es un don”.
“Me indignaban, como me indignan ahora, los argumentos de los abortistas, que se escudan en casos como el mío para matar a un inocente y llenar sus bolsillos con dinero manchado de sangre inocente, diciendo que cada vez que veas a ese niño vas a recordar el momento tan doloroso en que fuiste abusada”, señaló.
Verónica asegura que siente “la necesidad enorme de gritar la verdad al mundo, que es que un hijo nunca te recordara las circunstancias (de una violación), porque es una persona absolutamente diferente. Por el contrario, te ayudará a sanar las heridas, le dará alegría y sentido a tu existir”.
“Lo digo desde mi propia experiencia y no como los abortistas que hablan sin siquiera conocer o haber pasado por una experiencia de estas, porque la mayoría de quienes apoyan el aborto no han abortado”.
Verónica aseguró que “las mujeres que, engañadas, abortan después son defensoras de la vida”.
“A los abortistas no les importa la mujer como quieren aparentar. Si les importara verdaderamente, no ofrecerían un aborto sino por el contrario ayuda para salir adelante con su hijo”, señaló.
Si a quienes promueven el aborto les importara el sufrimiento de las mujeres “aceptarían realidades como el síndrome post- aborto, aceptarían que la vida comienza en la fecundación del óvulo como lo dicen los científicos”.
Verónica criticó que los abortistas “reclaman ‘derechos’ de la mujer y ellos son los primeros en pasar por encima de ellos”.
“Las mujeres tenemos derecho a una maternidad, y ellos pasan por encima de este hermoso don convirtiendo el vientre de las mujeres en la tumba de su propio hijo”, criticó.
“El aborto no desembaraza a nadie, matar no es una opción, es la peor decisión”, indicó, añadiendo que mientras que la vida engendra vida, el aborto produce “muerte, dolor, llanto, desesperación, angustia y una culpa que muy difícilmente se borrara de tu mente, de tu alma, de tu ser”.
Verónica exigió que los abortistas no jueguen “con el dolor de la mujer y de muchos hombres que también son victimas de un aborto”.
Remarcando que la defensa de la vida frente al aborto no es un tema religioso, Verónica Cardona invitó a “católicos, cristianos, evangélicos, ateos y a todos los que están a favor de la vida” a que “no nos cansemos de ser la voz de aquellos, que aunque tienen voz y derechos, han querido callarlos desde el vientre”.
Citando al fundador de Lazos de Amor Mariano, Rodrigo Jaramillo, Verónica subrayó que “quien aborta a un niño de su vientre, aborta a Jesús de su corazón”, pues “Jesús es la misma vida”.
Verónica también reveló que “por gracia de Dios pude perdonar a mi papá, mirarlo a los ojos y darle las gracias por haberme dado la vida”, y si bien su hija, que actualmente tiene cinco años “aún no sabe bien todo lo que paso”, está decidida a irle contando poco a poco todo, pues “ella tiene derecho a saber la verdad”.
Para leer la entrevista completa : http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=516