Al recibir el premio Defensa de la Dignidad Humana 2012 que otorga la asociación italiana Ciencia y Vida, el actor y cantante provida Eduardo Verástegui animó a rezar por la conversión de los hombres que no entienden la dignidad de la mujer.
Debido a otros compromisos, el actor recibió el premio a través de una videoconferencia desde Los Ángeles el pasado 15 de septiembre. Tras la proyección de su película El circo de la mariposa en Pontremoli (Italia), explicó que la mujer es el pilar y columna más importante de la familia, por ende de la sociedad, y no puede seguir siendo utilizada por los medios como un objeto.
Verástegui pidió perdón a todas las mujeres que fueron heridas en su dignidad por los hombres, y pidió oraciones para que el hombre “redescubra el verdadero amor por la mujer y vuelva a ser un caballero”.
Al concluir esta edición, en entrevista con ACI Prensa, el presidente de la Asociación Ciencia y Vida, Cristian Ricci, señaló que para Verástegui, “ante todo, es necesario afrontar los problemas fundamentales, es decir, la dignidad de la vida humana, su protección, la familia natural, para que todo el resto de problemas encuentren solución”.
Con la organización de estos premios, Ricci indicó que “buscan delinear el talento de la feminidad en la alianza de la mujer con la vida” y la última película de Verástegui, una historia de superación ambientada en la crisis económica americana, “sirve como paralelismo con el momento de crisis de ética actual, donde los valores fundamentales de la vida son la solución para resolver también los problemas económicos”.
Además de la intervención de Verástegui, durante el evento se compartieron historias como la de Lucrezia Povia Tresoldi, quien junto a Lucia Bellaspiga y Pino Ciciola recibió el premio literario Mujer es Vida 2012, por su libro E adesso vado al Max [Y ahora voy al Max], que muestra la lucha de una madre por ayudar a su hijo después de que un accidente de automóvil lo dejara en estado de incosciencia persistente por diez años.
Max Tresoldi, el protagonista del libro, recibió otro premio por su testimonio, una escultura en cerámica del artista Gianni Celano Giannici, que representa una mano, “esa misma mano que después de 10 años de estado vegetativo se movió para hacer el signo de la cruz”.